Capítulo 15

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(TN) se irguió en su todo su metro sesenta y cinco y lo fulminó con la mirada.

—Para que lo sepas, Chuck Norris me dio clases de kárate. —Por desgracia, hacía diez años de eso y no se acordaba de nada, pero Harry no lo sabía.

—Si tú lo dices.

—Además, Arnold Schwarzenegger en persona me asesoró sobre un programa de ejercicios físicos. —Ojalá le hubiera hecho caso.

—Te he entendido, (TN). Eres una chica muy fuerte. Ahora muévete.

Apenas hablaron un minuto durante la primera hora de viaje. Como él no le había dado tiempo suficiente para arreglarse, (TN) tuvo que 

terminar de maquillarse en la camioneta y peinarse sin secador, por lo que tuvo que sujetarse el pelo con unas horquillas que, 

aunque eran bonitas, no le quedaban demasiado bien. En lugar de apreciar la dificultad de la tarea y cooperar un poco, él la ignoró cuando 

le pidió que disminuyera la velocidad mientras se pintaba los ojos y además protestó cuando la laca le salpicó la cara.

Harry compró el desayuno de (TN) luego de que ella protestara. Detuvo la camioneta en un lugar decorado con un caldero de cobre rodeado 

por barras de pan brillantes. Después de desayunar, (TN) se metió en el baño y se fumó los tres cigarrillos que le quedaban. Cuando salió se dio cuenta 

de dos cosas. Una atractiva camarera coqueteaba con Harry, y él no hacía nada para desalentarla.

(TN) lo observó ladear la cabeza y sonreír por algo que había dicho la chica. Experimentó una punzada de celos al ver que parecía gustarle la 

compañía de la camarera más que la suya. Se disponía a ignorar lo que estaba ocurriendo cuando recordó la promesa que había hecho de honrar 

sus votos matrimoniales. Con resignación, enderezó los hombros y se acercó a la mesa donde dirigió a la empleada su sonrisa más radiante.

—Muchas gracias por hacerle compañía a mi marido mientras estaba en el baño.

La camarera, en cuya placa identificativa se leía Madisson, pareció algo sorprendida por la actitud amistosa de (TN).

—Ha sido muy amable por tu parte —(TN) bajó la voz a un fuerte susurro. —Nadie se ha portado bien con él desde que salió de prisión.

Harry se atragantó con el café.

(TN) se inclinó para darle una palmadita en la espalda mientras le dirigía una sonrisa radiante a la estupefacta Madisson.

—No me importan todas las pruebas que presentó el fiscal. Nunca he creído que asesinara a aquella camarera.

Ante aquella declaración Harry volvió a atragantarse. Madisson retrocedió con rapidez.

—Lo siento. Ya ha terminado mi turno.

—Pues hala, vete —dijo (TN) alegremente. —¡Y que Dios te bendiga!

Harry controló finalmente la tos. Se levantó de la mesa con una expresión todavía más enojada de lo que era habitual en él. Antes de que tuviese 

oportunidad de abrir la boca, (TN) extendió la mano y le puso un dedo en los labios.

—Por favor, no me estropees este momento, Harry. Es la primera vez desde nuestra boda que te gano por la mano y quiero disfrutar de cada 

precioso segundo.

Él la miró como si fuese a estrangularla, pero se limitó a arrojar varios billetes sobre la mesa y a empujarla fuera del restaurante.

—¿Vas a ponerte gruñón? —Las sandalias de (TN) resbalaban en la grava mientras él la arrastraba hacia la camioneta y la fea caravana verde. 

—Ya lo decía yo. Eres el hombre más gruñón que he conocido nunca. Y no te sienta bien, nada bien, Harry. Tanto si lo aceptas como si no, estás 

casado y por lo tanto no deberías... 

—Entra antes de que pierda la poca paciencia que me queda y coga uno de esos látigos que tanto te asustan. 

Allí estaba otra vez, otra de sus enloquecedoras amenazas. ¿Quería decir eso que no la golpearía si lo obedecía o simplemente que no pensaba 

golpearla en público? Todavía cavilaba sobre esa cuestión tan desagradable cuando él puso en marcha la camioneta. Momentos después estaban 

de nuevo en la carretera.

¿Odio o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora