Capítulo 20

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-¡(TN)!

Vio que Heather la llamaba a voces desde el lado del patio.

-¡(TN)! -gritó la adolescente. -Harry dice que te estás retrasando. Está bastante molesto contigo.

(TN) se sintió avergonzada. No quería que aquellas chicas supieran que Harry y ella no se habían casado por amor.

-Es un impaciente. Supongo que será mejor que me vaya. Encantada de haberlas conocido. -Se dio la vuelta con una sonrisa, pero sólo

había dado unos pasos, cuando sintió un golpe en la espalda.

-¡Ay! -Se volvió con rapidez y vio una manzana mordida en el suelo al lado de ella. Más allá, Joe gritaba con deleite mientras Danielle le dirigía

una mirada avergonzada.

-Lo siento -gritó. -No sé por qué actúa de esta manera. Deberías estar avergonzado, Joe, (TN) es nuestra amiga.

Las palabras de Danielle calmaron el deseo de (TN) de estrangular a la pequeña bestia, así que se despidió de las dos mujeres con la mano y se

dirigió hacia la caravana de la taquilla. Se corrigió mentalmente al recordar que se suponía que tenía que llamarlo El vagón rojo. Poco antes, Harry

le había contado que las taquillas del circo se llamaban siempre así, fueran del color que fuesen.

Heather se puso a su lado y ajustó su paso al de ella.

-Quería pedirte perdón por haber sido grosera contigo ayer. Estaba de mal humor.

(TN) sintió que por fin veía a la persona que se ocultaba tras aquella fachada de hostilidad.

-No pasa nada.

-Harry está muy molesto. -(TN) se sorprendió al oír un atisbo de simpatía en la voz de Heather. -Caroline dice que es el tipo de hombre que

nunca está demasiado tiempo con una mujer, así que estate preparada para... ya sabes.

-¿Qué?

-Ya sabes. Para que pase de ti. -Soltó un suspiro de pesar. -Debe de ser una pena ser su novia tan poco tiempo.

(TN) sonrió.

-Yo no soy su novia. Soy su mujer.

Heather se paró en seco y se puso pálida.

-¡No es cierto!

(TN) también se detuvo y, cuando vio la reacción de la chica, le tocó el brazo con preocupación.

-Harry y yo nos casamos ayer, Heather.

Heather se zafó de ella.

-No te creo. ¡Mientes! Sólo lo dices porque yo no te gusto.

-No estoy mintiendo.

-Harry no se ha casado contigo. ¡No lo ha hecho! ¡Caroline me dijo que él jamás se casaría!

-Pues Caroline se ha equivocado. Para asombro de (TN), a Heather se le llenaron los ojos de lágrimas.

-¡Puta! ¡Te odio! ¿Por qué no me lo dijiste? ¡Odio que te hayas burlado de mí! -Dio varios pasos hacia atrás antes de volverse y correr hacia

las caravanas. (TN) la siguió con la mirada, intentando comprender la razón de la hostilidad de la chica hacia ella. Sólo se le ocurrió una

explicación. Heather debía de estar enamorada de Harry. (TN) experimentó una inesperada punzada de compasión. Recordaba demasiado bien

lo que se sentía al ser una adolescente sin ningún control sobre las acciones de los adultos que la rodeaban. Con un suspiro, se encaminó al

vagón rojo.

A pesar del nombre que recibía, la taquilla era blanca; estaba salpicada por un puñado de estrellas de colores y un letrero donde se

leía: HERMANOS LLOYD. En contraste con el alegre exterior, el interior era aburrido y desordenado. Un maltrecho escritorio de acero se asentaba

frente a un pequeño sofá repleto de montones de periódicos. Había sillas que no hacían juego y un viejo archivador. Harry estaba sentado detrás

del escritorio, con un celular en una mano y un portapapeles en la otra. Una sola mirada a su cara le dijo a (TN) que Heather había tenido razón

en una cosa: Harry estaba realmente enfadado.

Su marido acabó la conversación bruscamente y se levantó, hablándole con esa calmada y espeluznante voz que ella estaba empezando a temer

cada vez más.

-Cuando digo que estés en un sitio a una hora, quiero que estés allí a esa hora.

-Pero sí apenas llego media hora tarde.

Su voz se hizo todavía más áspera.

-No sabes nada sobre la vida real, ¿verdad, (TN)? Esto es un trabajo, no es como tener cita en la peluquería. De ahora en adelante, te quitaré

cinco dólares* del sueldo por cada minuto de retraso.

A (TN) se le iluminó la cara.

-¿Vas a pagarme?

Él suspiró.

-Por supuesto que voy a pagarte. Es decir, si realmente llegas a hacer algo. Pero no creas que vas a poder comprarte diamantes. Los sueldos

en el circo son muy bajos.

A ella no le importó. La idea de recibir un sueldo era emocionante.

-Enséname qué tengo que hacer. Te prometo que no volveré a retrasarme.

Harry la llevó a la ventanilla que había en el lateral de la caravana y le explicó el procedimiento con voz suave. Era muy sencillo y (TN) lo aprendió

de inmediato.

-Comprobaré hasta el último centavo -dijo él, -así que no cojas nada, ni siquiera para tabaco.

-Yo no haría eso.

Él no pareció convencido.

-Y asegúrate de no perder de vista el cajón de la recaudación ni un minuto. El circo está al borde de la ruina, no podemos permitirnos el lujo de

perder dinero.

-Por supuesto que no lo haré. No soy estúpida

¿Odio o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora