CAPÍTULO 79:

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  —¡Harry!
Él alzó la cabeza del motor de la grúa con rapidez en cuanto oyó la voz de (TN) y gritando su nombre y sonando exactamente igual que solía hacerlo. Se sintió esperanzado. Quizás aún no se había acabado todo. Tal vez (TN) no quiso decir lo que dijo dos noches atrás y no tendría que llevarla al aeropuerto esa misma tarde.
Arrojó al suelo la llave inglesa que estaba usando y se volvió para mirarla. Sus esperanzas se desvanecieron en cuanto vio la expresión de su esposa.
—¡Sinjun no está! Han descargado a todos los animales y el no estaba entre ellos. También falta Trey.
Brady salió desde detrás de la grúa donde estaba intentando ayudar a Harry.
—Seguro que es cosa de Caroline. Me apuesto lo que sea.
La cara de (TN) palideció de ansiedad.
—¿Te ha comentado algo?
—No, pero se ha comportado como una verdadera arpía estos dos últimos días.
(TN) miró a Harry y, por primera vez desde que la había ido a buscar al zoológico de Chicago, él sintió que lo miraba de verdad.
—¿Sabías algo de esto?
—No, no me ha dicho nada.
—Sabe lo que sientes por ese tigre —dijo Brady. —Supongo que lo ha vendido a tus espaldas.
—Pero no puede hacer eso. ¡Es mío! —(TN) se mordió el labio como si se diera cuenta de que lo que había dicho no era cierto.
—Antes fui a ver a Caroline —dijo Brady, —pero había desaparecido. Fue Shorty quien trajo su RV, pero el Cadillac no estaba por ningún lado.
(TN) cerró los puños.
—Le ha hecho algo terrible a Sinjun. Lo sé.
Harry quiso consolarla, pero sospechaba que (TN) tenía razón.
—Haré algunas llamadas a ver si averiguo algo. ¿Por qué no habláis con los empleados por si alguien sabe algo?
Pero nadie sabía nada. Durante las dos horas siguientes hablaron con todos y sólo descubrieron que nadie había visto a Caroline desde la tarde anterior.
(TN) estaba cada vez más histérica. ¿Dónde estaba Sinjun? ¿Qué había hecho Caroline con él? Había descubierto bastantes cosas sobre el tráfico ilegal de animales viejos del circo, sabía que era improbable que el tigre acabara en un zoo. ¿Qué le ocurriría a su tigre?
Se hizo tarde para llevar a (TN) al aeropuerto. Harry había insistido en que ella se quedara con su padre hasta decidir lo que quería hacer, pero ahora eso no tenía importancia. Pasó junto al Lexus gris con matrícula de Londres —otra muestra más de lo culpable que se sentía Harry— y se sentó en la parte trasera de la camioneta que la había trasladado durante todo el verano hasta llegar a esa desolada noche de octubre. Desde allí, observó el recinto.
Pasó la primera función y luego la segunda. La gente llegó y se fue. Aquel lugar era la última parada antes de poner rumbo a otro lugar. De nuevo los empleados del circo habían ido al pueblo junto con algunas de las showgirls y el recinto estaba desierto. Tenía frío, pero esperó a que Harry se hubiera cambiado de ropa y se marchara a atender a Misha para regresar a la caravana.
Desde la puerta vio su maleta, que yacía olvidada encima de la cama. Se acercó a ella mientras se quitaba la vieja sudadera gris. Tras terminar de desnudarse en silencio, comenzó a recolocar la ropa vacilando ante el desordenado cajón donde Harry guardaba la suya. Se arrodilló, deprimida, y abrió el último cajón. Apartó a un lado los vaqueros de Harry para ver lo que sabía que estaba oculto debajo: un sonajero barato de plástico, un patito amarillo, una caja de galletas con forma de animales, un babero con la imagen de un conejo y un ejemplar de un libro del doctor Spock.
Había descubierto todo esos objetos unos días antes cuando estaba buscando otra cosa; Harry nunca los había mencionado. En ese momento tocó el sonajero con la punta de un dedo e intentó imaginar por qué razón había comprado todo eso. Si pudiera permitirse creer que...
No. No podía pensar eso, tenía demasiado que perder.
Cerró el cajón y, cuando regresaba a la camioneta, vio el Cadillac de Caroline aparcado al lado de la RV y oyó gritos en el interior del circo. Harry también los había oído y se acercó a la vez que ella. Se encontraron en la puerta trasera.
—Quizá sería mejor que esperaras aquí —dijo él.
(TN) lo ignoró y entró.
El circo estaba iluminado por un solo foco, que arrojaba una luz difusa sobre la pista, dejando el resto en penumbra. (TN) se vio envuelta por los familiares olores a serrín, animales y palomitas de maíz. Iba a echarlo mucho de menos.
Brady y Caroline estaban discutiendo al lado de la pista. Brady la asía del brazo claramente furioso.
—(TN) no te ha hecho absolutamente nada. ¿Por qué la has tomado con ella?
Caroline se zafó de él.
—Hago lo que me da la real gana, y ningún carnicero como tú va a mangonearme.
—¿No te cansas de ser una arpía?
Lo que fuera que Caroline iba a decir murió en sus labios.
—Vaya, vaya, mira a quién tenemos aquí.
(TN) dio un paso adelante para enfrentarse a ella.
—¿Qué has hecho con Sinjun?
Caroline se tomó su tiempo para contestar, jugando con ella al gato y al ratón para demostrar su poder.
—Sinjun ha salido rumbo a su nuevo hogar. Los tigres siberianos son animales muy valiosos, ¿lo sabías? Incluso los más viejos. —Se sentó en la primera fila de asientos y cruzó las piernas en una postura que parecía demasiado estudiada. —Ni siquiera yo sabía lo que ciertas personas pueden llegar a pagar por ellos.
—¿De qué personas hablas? —inquirió Harry, deteniéndose junto a (TN). —¿Quién lo ha comprado?
—Por ahora nadie. El caballero en cuestión no lo recogerá hasta mañana por la mañana.
—Entonces, ¿dónde está?
—Está a salvo. Trey está con él.
A Harry se le acabó la paciencia.
—¡Déjate de rodeos! ¿A quién vas a vendérselo?
—Había varias personas interesadas, pero Rex Webley ofreció el mejor precio.
—Jesús. —La expresión de la cara de Harry hizo que (TN) se estremeciera de inquietud.
—¿Quién es Rex Webley? —preguntó.
—No digas ni una sola palabra Caroline, esto es algo entre tú y yo —intervino Harry, antes de que ella pudiera contestar.
Caroline le dirigió una mirada condescendiente antes de volverse hacia (TN).
—Webley tiene un coto de caza ilegal en Texas.
(TN) no lo entendió.
—¿Un coto de caza ilegal?
—Hay gente que le paga a Webley para ir a cazar ciertos animales allí —dijo Brady con disgusto.
(TN) pasó la mirada de Caroline a Brady.
—¿Para cazarlos? Pero nadie puede cazar tigres. Son una especie en peligro de extinción.
Caroline se levantó y entró en la pista con decisión.
—Eso hace que sean más valorados por los hombres ricos que ya están aburridos de cazar piezas comunes y a los que les importa un comino la ley.
—¿Has vendido a Sinjun para que lo cacen y lo maten? —dijo (TN) con voz horrorizada cuando por fin comprendió lo que Caroline le estaba diciendo. Un montón de imágenes horribles cruzó por su cabeza.
Sinjun no tenía el temor que un tigre normal siente hacia la gente. No se daría cuenta de que esos hombres querían lastimarle. En su mente vio su cuerpo abatido por las balas. Lo vio sobre la tierra con su pelaje negro y naranja manchado de sangre. Se acercó rápidamente a Caroline.
—¡No te lo permitiré! Te denunciaré a las autoridades. Te detendrán.
—No, no lo harán —repuso Caroline. —No es ilegal vender un tigre. Webley me ha dicho que su intención es exhibir a Sinjun en su rancho de caza. Eso no va contra la ley.
—Sólo que no va a exhibirlo, ¿verdad? Lo va a matar. —(TN) se sintió mareada. —Iré a las autoridades. Lo haré. Detendrán todo esto.
—Lo dudo —dijo Caroline. —Webley lleva años sorteando la ley. Tendrías que tener un testigo que jurara que vio cómo lo mataban, lo que no ocurrirá ni en sueños. Y en cualquier caso, sería demasiado tarde para hacer nada, ¿no?
(TN) nunca había odiado tanto a otro ser humano.
—¿Cómo puedes hacer esto? Si tanto me odias, ¿por qué no me haces daño a mí? ¿Por qué tienes que tomarla con Sinjun?
Harry entró en la pista y se enfrentó a Caroline.
—Te pagaré el doble que Webley —ofreció.
—Esta vez no conseguirás nada con tu dinero, Harry. No comprarás a Sinjun como hiciste con Glenna. Puse una condición cuando apalabré la venta.
(TN) lo miró con rapidez. Harry no le había dicho que había sido él quien había comprado a Glenna. Sabía que había hecho los arreglos necesarios para que fuera instalada en el zoo Brookfield, pero no que había sido su dinero el que lo había hecho posible. La gorila tenía un nuevo y precioso hogar gracias a él.
—¿Por qué haces esto? —preguntó él. —La gente de Webley no recogerá a Sinjun hasta el amanecer. —La expresión de Caroline se volvió astuta. —Será entonces cuando firme los papeles, pero siempre puedo cambiar de idea.
—Ah, así que llegamos al meollo del asunto, ¿verdad, Caroline? —susurró Harry con voz apenas audible.
Caroline miró a (TN), que todavía estaba fuera de la pista al lado de Brady.
—Eso te gustaría, ¿verdad, (TN)? Que detuviera todo esto. Puedo hacerlo, ya lo sabes. Con una simple llamada telefónica.
—Claro que puedes —siseó Harry. —¿Qué tengo que hacer para que hagas esa llamada?
Caroline se volvió hacia él y fue como si Brady y (TN) hubieran dejado de existir, quedando sólo ellos dos frente a frente en medio de la pista; algo para lo que ambos habían nacido. Caroline acortó la distancia que había entre ellos moviéndose sinuosamente, casi como una amante, pero no existía ni pizca de amor entre ellos.
—Ya sabes lo que tienes que hacer.
—Dímelo de todas maneras.
Caroline se giró hacia (TN) y Brady.
—Dejadnos solos. Esto es entre Harry y yo.
—¡Esto es una locura! Eso es lo que es. ¡Si hubiera sabido lo que estabas maquinando, juro por Dios que te hubiera sacudido hasta que olvidaras tal gilipollez! —explotó Brady.
Caroline ni siquiera se inmutó ante aquel arrebato de ira.
—Si (TN) y tú no os vais de aquí, será el final del tigre.
—Marchaos —dijo Harry. —Haced lo que dice.
Brady se volvió hacia él.
—No dejes que te corte las pelotas. Lo intentará, pero no dejes que llegue a ese extremo —dijo con amargura. Parecía como si hubiese perdido la fe en todo lo que creía.
—Lo intentaré —repuso Harry suavemente.
(TN) le dirigió una mirada suplicante, pero él estaba concentrado en Caroline y no se dio cuenta.
—Venga, (TN). Vámonos de aquí. —Brady le pasó el brazo por los hombros y la llevó hacia la puerta trasera. Tras tantos meses aprendiendo a luchar, (TN) intentó resistirse, pero sabía que Harry era la única esperanza de Sinjun.
Una vez fuera, respiró hondo. Era una noche fría y comenzaron a castañetearle los dientes.
—Lo siento, (TN). No pensé que llegaría tan lejos —susurró Brady, abrazándola.
Dentro se oyó la desdeñosa voz de Harry sólo un poco amortiguada por la lona de la carpa.
—Eres una mujer de negocios, Caroline. Si me vendes a Sinjun te compensaré generosamente. Todo lo que tienes que hacer es poner el precio.
Fue como si Brady y (TN) hubieran echado raíces en ese lugar; sabían que debían irse pero eran incapaces de hacerlo. Luego Brady cogió a (TN) de la mano y la hizo atravesar las sombras hasta la puerta trasera, donde no podían ser vistos pero tenían una vista parcial de la pista central.
(TN) vio cómo Caroline acariciaba el brazo de Harry.
—No es tu dinero lo que quiero. Ya deberías saberlo. Lo que quiero es doblegar tu orgullo.
Harry se apartó, como si no pudiera soportar su contacto.
—¿Qué coño quieres decir?
—Si quieres al tigre, tendrás que suplicar por él.

¿Odio o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora