Capitulo 12

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—¿Qué demonios haces aquí fuera?

(TN) abrió los ojos de golpe y, alzando la vista, vio los mismos ojos verdes que plagaban sus pesadillas. Por un momento, no pudo recordar dónde estaba, pero luego le vino todo a la cabeza: Harry, la boda, el látigo ...

Fue consciente de las manos de Harry en los hombros, era lo único que le había impedido caerse de la camioneta cuando él había abierto la puerta. Se había escondido allí porque no tenía valor para pasar la noche en aquella caravana donde sólo había una cama y un desconocido de pasado misterioso que tenía látigos.

Intentando escabullirse de sus manos se movió hacia el centro del asiento, alejándose de él todo lo que pudo.

—¿Qué hora es?

—Algo más de medianoche. —Él apoyó una mano sobre el marco de la puerta y la miró con esos extraños ojos color verde que habían plagado 

las pesadillas de (TN). En lugar del traje del circo llevaba unos gastados vaqueros y una descolorida camiseta negra, pero eso no lo hacía parecer menos amenazador.

—Cariño, ocasionas más problemas de lo que vales.

Ella fingió alisarse la ropa intentando ganar tiempo. Después de la última función, había ido a la caravana donde vio los látigos que él había usado durante la actuación sobre la cama, como si los hubiera dejado allí para utilizarlos más tarde. Había procurado no mirarlos mientras estaba de pie frente a la ventana observando cómo desmontaban la carpa.

Harry daba órdenes al tiempo que echaba una mano a los hombres, y (TN) se había fijado en los músculos tensos de sus brazos al cargar un montón de asientos en la carretilla elevadora y tirar de la cuerda. En ese momento había recordado las amenazas que él había hecho antes y las desagradables consecuencias que caerían sobre ella si no hacía lo que él quería. Exhausta y sintiéndose más sola que nunca, fue incapaz de considerar los látigos que descansaban sobre la cama como meras herramientas de trabajo. Sentía que la amenazaban. Fue entonces cuando supo que no tenía valor para dormir en la caravana, ni siquiera en el sofá.

—Venga, vamos a la cama.

Los últimos vestigios del sueño se desvanecieron y (TN) se puso en guardia de inmediato. La oscuridad era absoluta, no podía ver nada. 

La mayoría de los camiones habían desaparecido y los trabajadores con ellos.

—He decidido dormir aquí. 

—Creo que no. Por si no te has dado cuenta, estás tiritando.

Estaba en lo cierto. Cuando había entrado en la camioneta no hacía frío, pero la temperatura había descendido desde entonces.

—Estoy muy bien —mintió.

Él se encogió de hombros y se pasó la manga de la camiseta por un lado de la cara.

—Considera esto como una advertencia amistosa. Apenas he dormido en tres días. Primero tuvimos una tormenta y casi perdimos la cubierta 

del circo, luego he tenido que hacer dos viajes a Nueva York. No soy una persona de trato fácil en las mejores circunstancias, pero soy todavía peor cuando no duermo. Ahora, saca mueve tú trasero aquí afuera.

—No.

Él levantó el brazo que tenía al costado y ella se movió alarmada cuando vio un látigo enroscado en su mano. Él dio un puñetazo en el techo.

—¡Ahora!

Con el corazón palpitando, (TN) bajó de la camioneta. La amenaza del látigo ya no era algo abstracto y se dio cuenta de que una cosa

¿Odio o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora