CAPÍTULO 68:

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  Cuando el chico se fue, una expresión soñadora apareció en la cara de Heather, seguida casi de inmediato por una de incertidumbre.
—¿Crees que le gusto?
—Es evidente.
—¿Qué hago si me invita a salir esta noche entre las funciones o algo por el estilo? Sabes que papá no me dejará ir.
—Tendrás que decirle la verdad a Kevin. Que tu padre es muy estricto y no te va a dar permiso para salir con nadie hasta que cumplas los treinta.—De nuevo, Heather puso los ojos en blanco, pero Daisy no Io dejó pasar.
Consideró el dilema de Heather. Era bueno que la chica tuviera un ligue, incluso uno de doce horas. Necesitaba comportarse como una adolescente normal en lugar de parecer que hacía penitencia. (TN) era consciente de que Heather tenía razón: Brady se negaría.
—¿Y si le enseñas el circo? Eso le gustaría. Y luego puedes sentarte junto a las camionetas donde tu padre pueda verte sin que por ello pierdas tu intimidad.
—Eso no funcionará. —Heather arrugó la frente con preocupación. —¿Por qué no hablas con mi padre y le dices que no me humille delante de Kevin?
—Hablaré con él.
—Que no diga ninguna estupidez delante de Kevin, Por favor, (TN).
—Haré lo que pueda.
Heather ladeó la cabeza y pasó el dedo índice por el envase vacío. Hundió los hombros de nuevo, y (TN) notó que volvía a caer la sombra de la culpabilidad sobre ella.
—¡Cuando pienso en lo que te hice me siento... una mierda! Quiero decir fatal. —Levantó la vista. —Sabes que siento muchísimo lo que hice, ¿verdad?
—Sí. —(TN) no sabía cómo ayudarla. Heather había intentado compensarlo de todas las maneras posibles. Lo único que no había hecho era decirle la verdad a su padre, y (TN) no quería que lo hiciera. La relación de Heather con Brady ya era muy difícil y eso sólo empeoraría las cosas.
—(TN), jamás hubiera... Me refiero a lo que pasó con Harry, fue algo muy inmaduro. Él había sido muy amable conmigo, pero nunca había intentado ligármelo ni nada parecido, si es eso lo que te preocupa...
—Gracias por decírmelo. —(TN) se dedicó a recoger los restos de comida para que Heather no la viera sonreír.
La adolescente arrugó la nariz.
—Sin intención de ofender, (TN), puede que sea muy sexy, pero es viejo.
(TN) casi se atragantó.
Heather miró a las cajas, donde Kevin estaba recociendo su pedido.
—Está buenísimo.
—¿Harry?
Heather pareció horrorizada.
—¡No, no! ¡Kevin!
—Ah, bueno. Harry no es Kevin, eso seguro.
Heather asintió con gravedad.
—Eso seguro.
Esta vez (TN) no pudo evitarlo. Se echó a reír y, para su deleite, Heather la imitó.
Cuando regresaron al recinto, Heather salió disparada para ensayar con Caroline. (TN) desempaquetó las compras que había hecho y apartó la comida de los animales, agradeciendo para sus adentros que Harry nunca protestara por los extras en la factura del supermercado. Ahora que sabía que sólo era un pobre profesor universitario había intentado controlar los gastos, pero antes ahorraría en su propia comida que en la de los animales.
Siguiendo la rutina diaria, se acercó a los elefantes y saludó a Tater. Él la siguió hasta las jaulas de las fieras.
Sinjun solía ignorar al elefantito, pero esta vez alzó la cabeza con orgullo y miró a su rival con arrogante condescendencia.
«(TN) me ama, molesto infante, no lo olvides.» Lollipop y Chester estaban atados fuera de la carpa y Tater se acomodó en el lugar de costumbre, donde le esperaba un fardo de heno limpio. (TN) se acercó a Sinjun y metió la mano entre los barrotes para rascarle detrás de las orejas. Como no era un cachorro, (TN) no lo arrullaba como hacía con los demás.
A (TN) le encantaba el tiempo que pasaba con los animales. Sinjun había mejorado bajo sus cuidados; su pelaje naranja oscuro tenía ahora un brillo saludable. Algunas veces, casi de madrugada, cuando todo estaba silencioso y desierto, (TN) abandonaba su confortable lugar junto a Harry y se acercaba a la jaula de Sinjun, le abría la puerta y dejaba que el enorme felino vagara libre un rato.
Mientras retozaban juntos en la hierba húmeda de rocío, Sinjun mantenía sus garras cuidadosamente enfundadas. (TN) se mantenía ojo avizor por si aparecía algún otro madrugador. En ese momento, mientras acariciaba al animal, sintió que la envolvía una sensación de letargo.
Sinjun la miró profundamente a los ojos.
«Díselo.»
«Lo haré.»
«Díselo.»
«Pronto, muy pronto.»
¿Cuánto tiempo pasaría antes de que sintiera la nueva vida que crecía en su vientre? No podía estar embarazada de más de seis semanas, así que aún pasaría un tiempo. No se había saltado ni una sola píldora, por lo que al principio había atribuido los síntomas al cansancio. Pero la semana anterior, tras vomitar en el cuarto de baño, se había comprado un test de embarazo y había descubierto la verdad.
Jugueteó con una de las orejas de Sinjun. Sabía que tenía que decírselo a Harry, pero aún no estaba preparada. Sabía que su marido se enfadaría —(TN) no se encañaba al respecto, —pero en cuanto se acostumbrara a la idea, ella misma se aseguraría de que aquello lo hiciera feliz. «Y le haría feliz», se dijo a sí misma firmemente. Harry la amaba. Aunque todavía no lo hubiera admitido. Y amaría a su bebé.
Si bien él todavía no había dicho las palabras que ella necesitaba escuchar, (TN) sabía que Harry albergaba profundos sentimientos hacia ella. ¿Qué otra cosa si no provocaría la ternura que veía reflejada en sus ojos de vez en cuando o la satisfacción que parecía irradiar de él cuando estaban juntos? A veces le resultaba difícil recordar lo raro que solía ser que él se riera cuando lo había conocido.
Sabía que a Harry le gustaba estar con ella. Al vivir en una pequeña caravana y gracias a los interminables kilómetros que hacían en la camioneta casi todas las mañanas, pasaban más tiempo juntos que la mayoría de los matrimonios y, a pesar de ello, todavía la buscaba durante el resto del día para compartir con ella cualquier cosa, para comentarle cualquier problema que hubiera surgido en la localidad en la que estaban o simplemente darle una rápida palmadita posesiva en el trasero. La comida diaria entre la matinée y las funciones nocturnas se había convertido en un ritual importante para los dos. Y por la noche, tras el trabajo, hacían el amor con una pasión y una libertad que nunca hubiera creído posible.
Ya no podía imaginar la vida sin él. Por otro lado Harry había dejado de mencionar el divorcio, señal de que tampoco él podía imaginárselos separados. Por ese motivo (TN) aún no le había contado lo del bebé. Simplemente quería darle un poco más de tiempo para que se acostumbrase a amarla.

¿Odio o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora