Harry acompañó a (TN) a una casa modesta en una calle de un barrio obrero bastante alejado del zoológico. Había una escultura de escayola de la Virgen María en el diminuto patio delantero, al lado de unos girasoles que rodeaban un parterre de petunias rosadas. (TN) había alquilado una habitación en la parte trasera con vistas a la vía del tren. Mientras ella recogía sus escasas pertenencias, él fue a pagar a la casera sólo para descubrir que (TN) ya había pagado el alquiler por adelantado.
Gracias a la charlatana mujer se enteró de que (TN) trabajaba como recepcionista en un salón de belleza durante el día y de camarera en una cafetería del barrio por la noche. No era de extrañar que pareciera tan cansada. No tenía coche y tenía que ir andando o en autobús a todas partes; ahorraba todo lo que ganaba para cuando naciera el bebé. El hecho de que su esposa hubiera vivido en la miseria mientras él tenía dos automóviles de lujo y una casa llena de obras de arte de incalculable valor sólo contribuyó a hacerlo sentir más culpable.
Antes de ponerse en camino, Harry consideró por un momento llevarla a su casa en Connecticut, pero al instante rechazó la idea. Ella necesitaba más que una curación física, necesitaba una curación emocional y tal vez los anímales que amaba la ayudarían a conseguirla.Aquello le resultaba tan familiar que (TN) sintió una momentánea felicidad cuando la camioneta se detuvo. Harry y ella estaban en la carretera, camino de la siguiente ubicación del circo. Estaba enamorada y embarazada y... Se despertó de golpe cuando la realidad se abatió sobre ella.
Harry sacó la llave del contacto y abrió la puerta.
—Tengo que dormir un poco o acabaremos empotrándonos contra un árbol. Pasaremos aquí la noche. —Bajó de la camioneta y cerró la puerta.
(TN) se reclinó en el asiento y cerró los ojos ante el brillante crepúsculo; también cerró el corazón a la dulzura que escuchaba en la voz de Harry. Él se sentía culpable, cualquiera podía verlo, pero no dejaría que eso la ablandara. Seguro que él se sentía mejor después de haberle dicho toda aquellas mentiras, pero si ella las creía acabaría atrapada. Tenía que proteger a su bebé; ya no podía permitirse el lujo de ser optimista.
Harry le había dicho que Amelia y su padre habían sustituido las píldoras anticonceptivas y se había disculpado por no haber confiado en ella. Otra cosa que lo hacía sentirse culpable. Ella lo ignoró.
¿Por qué Harry no podía dejarla sola? ¿Por qué la había obligado a regresar con él? Por primera vez en semanas, todas las emociones que mantenía bajo control irrumpieron en su interior. Apretó los nudillos contra los labios y luchó por contener todos aquellos sentimientos hasta que volvió a erigir el muro que la había mantenido en pie el último mes.
Ella siempre se había dejado llevar por las emociones, pero si quería sobrevivir no podía seguir así. El orgullo lo es todo, le había dicho Harry, y era cierto. Fue el orgullo lo que la sostuvo. Lo que consiguió que contestara al teléfono en la peluquería un día tras otro y que pasara las noches cargando las pesadas bandejas con aquella comida grasienta que le producía náuseas. El orgullo fue lo que puso un techo sobre su cabeza y lo que le hizo ganar dinero para el futuro. El orgullo la mantuvo en pie cuando el amor la traicionó.
¿Y ahora qué? Por primera vez en semanas, experimentaba temor por algo que no tenía nada que ver con poder pagar el alquiler. Le daba miedo Harry. ¿Qué quería de ella?
«La peor amenaza para los tigres jóvenes es un tigre adulto. Los tigres no mantienen fuertes vínculos familiares como los leones o los elefantes. No es inusual que un tigre mate a su cachorro.»
Forcejeó con el tirador de la puerta sólo para ver que su marido se dirigía hacia ella.
Harry apartó la silla de la mesa donde el camarero del servicio de habitaciones había puesto la comida que había pedido.
—Siéntate y come, (TN).
Harry no había escogido un motelucho de carretera, de eso nada; los había instalado en una suite de lujo en un reluciente y novísimo hotel Marriott a orillas de un hermoso río. (TN) recordó cómo acostumbraba a contar los peniques cuando iba a hacer la compra y el sermón que le soltaba a Harry cuando adquiría una botella de vino de buena cosecha. Cómo debía de haberse reído de ella.
—Te he dicho que no tengo hambre.
—Entonces siéntate y acompáñame.
A (TN) le costó menos sentarse en la silla que discutir con él. Harry se ajustó el nudo del cinturón del albornoz blanco que se había puesto tras la ducha y se sentó frente a ella. Tenía el pelo húmedo y se le rizaba en las sienes. Necesitaba un buen corte.
Harry bajó la vista a la ingente cantidad de comida que había pedido para (TN): una enorme ensalada, pechugas de pollo con salsa de champiñones, patatas al horno, pasta, lasaña, dos panecillos, un gran vaso de leche y una ración de tarta de queso.
—No puedo comerme todo esto.
—Estoy hambriento. Comeré parte de lo tuyo.
Aunque a él le gustaba comer, no comía tanto como para dar cuenta de todo aquello. (TN) sintió el estómago revuelto. Había tenido problemas para retener la comida cuando abandonó a Harry y durante todo el primer trimestre de embarazo.
—Prueba esto —Harry tomó un poco de lasaña de su plato y la acercó a sus labios. Cuando ella abrió la boca para negarse, él se la metió dentro con rapidez, obligándola a tragársela.
—He dicho que no tengo hambre.
—Pruébala. Está buena, ¿verdad?
Para sorpresa de (TN), en cuanto pasó la impresión inicial, la lasaña sabía bien, aunque no pensaba decírselo. Tomó un sorbo de agua.
—De verdad, no quiero nada más.
—No me sorprende —Harry señaló el pollo. —Tiene pinta de estar seco.
—Está flotando en salsa. No está seco.
—Créeme, (TN), este pollo está tan seco como la suela de un zapato.
—No sabes lo que dices.
—Déjame probar.
Ella pinchó el pollo con el tenedor y cuando comió un trozo, vio que era jugoso.
—Aquí tienes. —(TN) le acercó el tenedor.
Él abrió obedientemente la boca, lo masticó e hizo una mueca.
—Seco.
(TN) agarró el cuchillo con rapidez, cortó un pedazo para ella y se lo comió. Estaba tan delicioso como parecía.
—El pollo está riquísimo.
—Supongo que no me sabe a nada por culpa de la lasaña. Déjame probar la pasta.
Irritada, (TN) lo observó girar el tenedor en la pasta y metérselo en la boca. Un momento después, él dio su veredicto.
—Lleva demasiado condimento.
—Ahora prefiero la comida muy especiada.
—Luego no me digas que no te lo dije.
Ella cogió un poco de pasta que goteó en el mantel cuando se la llevó a la boca. Estaba suave y sabrosa.
—No está demasiado condimentada.
Se dispuso a coger otro bocado pero detuvo el tenedor en el aire. Se dio cuenta de que la estaba engañando. Lo miró y dejó el tenedor en el plato.
—Otro juego de poder.
Los dedos largos y delgados de Harry se cerraron en torno a su muñeca mientras la miraba con una preocupación que (TN) no se creyó ni por un momento.
—Por favor, (TN), me asusta lo delgada que estás. Tienes que comer por el bien del bebé.
—¡No me digas lo que tengo que hacer! —La atravesó una sensación dolorosa. Contuvo las palabras que había estado a punto de decir y se escudó detrás de la gélida barrera que la mantenía a salvo. Las emociones eran sus enemigas, aunque debía hacer lo más conveniente para su hijo.
Sin decir nada más, se concentró en la comida y tragó hasta que no pudo más. Ignoró los intentos de Harry por entablar conversación y que él no comiera casi nada. (TN) se había escapado mentalmente a un bello prado donde su bebé y ella eran libres, donde les protegía un poderoso tigre llamado Sinjun, que los amaba y que no se pasaba el día encerrado en una jaula.
—Estás agotada —dijo Harry cuando ella dejó el tenedor sobre el plato. —Los dos necesitamos dormir. Nos acostaremos temprano.
(TN) se levantó de la mesa, cogió sus cosas y entró en el baño; se permitió el placer de darse una larga ducha. Cuando salió, la suite estaba a oscuras, alumbrada sólo por la tenue luz que se filtraba por la abertura en las cortinas. Harry estaba acostado boca arriba en uno de los lados de la enorme cama.
Ella estaba tan cansada que casi no se mantenía en pie, pero el pecho desnudo de Harry impidió que se acercara a la cama.
—Está bien —susurró él en la oscuridad. —No te tocaré, cariño.
(TN) permaneció donde estaba hasta que se dio cuenta que le daba lo mismo si la tocaba o no. No le importaba lo que él hiciera porque no sentía nada.
Harry metió las manos en los bolsillos del impermeable y se apoyó en la cerca contra huracanes que marcaba el borde del recinto donde pasarían los dos días siguientes. La fresca brisa de esa mañana del mes de octubre traía la esencia del invierno.
Brady se acercó a él.
—Tienes un aspecto horrible.
—Bueno, tú no pareces estar mucho mejor.
—Mujeres —bufó Brady. —No se puede vivir con ellas, pero tampoco sin ellas.
Harry ni siquiera logró esbozar una sonrisa. Puede que Brady tuviera problemas con Caroline, pero al menos su relación con Heather iba viento en popa. Pasaban mucho tiempo juntos, y era un entrenador más paciente que nunca. Algo que daba frutos, porque las actuaciones de Heather habían mejorado sustancialmente. (TN) y él habían regresado diez días antes y todos se habían dado cuenta de que a (TN) le pasaba algo malo. Su esposa ya no se reía ni rondaba por el recinto con su coleta rebotando al viento. Era educada con todos —incluso ayudaba a Heather con los deberes, —pero todas las cualidades especiales que la hacían ser como era parecían haber desaparecido. Y todos esperaban que él tomara cartas en el asunto.
Brady cogió un palillo del bolsillo de su camisa y se lo puso en la boca.
—(TN) no parece la misma.
—Son los primeros meses de embarazo, nada más.
Brady no pareció convencido.
—Echo de menos cómo era. Bueno, no echo de menos que meta la nariz en mis asuntos como solía hacerlo, eso te lo aseguro, pero sí que añoro la manera en que se preocupaba por todos. Parece que ahora sólo le interesan Sinjun y los elefantes.
—Lo superará.
—Supongo.
Observaron en silencio cómo un camión descargaba heno. Harry miró cómo (TN) lavaba a Puddin. Le había dicho que no quería que siguiera trabajando, pero ella le respondió que se había acostumbrado a hacerlo. Luego había intentado que se mantuviera alejada de los elefantes a excepción de Tater, temiendo que alguno le hiciera daño. (TN) lo había mirado sin responder y había hecho lo que le vino en gana.
Brady se cruzó de brazos.
—Creo que deberías saber que anoche volví a verla dentro de la jaula de Sinjun.
—¡Maldita sea! Te juro que la esposaré para que se mantenga alejada de la jaula de ese tigre.
—Me asusta cómo está. Odio verla así.
—Bueno, pues no eres el único.
—¿Por qué no haces algo?
—¿Qué me sugieres? He hecho traer un coche desde Londres para que no tuviera que desplazarse en la camioneta, pero me dijo que le gustaba la camioneta. Le he comprado flores, pero las ignora. Intenté que nos trasladáramos a una caravana RV nueva, pero casi le dio un ataque cuando se enteró, así que lo dejé pasar. Ya no sé qué hacer. —Harry se pasó una mano por el pelo. —Pero ¿por qué te cuento todo esto? Si supieras algo de mujeres no andarías detrás de Caroline.
—No pienso discutir contigo.
—(TN) se pondrá bien. Es sólo cuestión de tiempo.
—Puede que tengas razón.
—Te aseguro que la tengo.
Si se lo repetía lo suficiente, tal vez se convertiría en realidad. La echaba de menos. Ahora (TN) ya no lloraba. Aquellas lágrimas repentinas que habían sido parte de ella como el aire que respiraba, habían desaparecido; era como si se hubiese anestesiado para no sentir nada. Recordaba cómo solía lanzarse a sus brazos desde la rampa del camión, su risa, cómo le acariciaba el pelo. La necesitaba como nunca había necesitado a nadie... Y para colmo, la noche anterior había tocado fondo.
Hizo una mueca sólo de recordarlo.
Estaba soñando que (TN) le sonreía como antes, con su cara iluminada por completo y ofreciéndose a él. Se había despertado acurrucado contra ella. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez que habían hecho el amor y la deseaba demasiado para alejarse.
Le deslizó la mano por la cadera y por el vientre redondeado. Ella se despertó al momento y se tensó bajo sus caricias, pero no se apartó. Ni siquiera se resistió cuando le separó los muslos y se colocó encima. (TN) se mantuvo inmóvil mientras él añadía un pecado más a la lista de los que ya había cometido contra ella. Se había sentido como un violador y esa mañana ni siquiera se había afeitado para no verse en el espejo.
—Sigue hablando con Heather —dijo Brady. —Pero no como solía hacerlo. Heather está tan preocupada como todos nosotros.
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¿Odio o amor?
Fanfiction(TN) es una chica que toda su vida ha vivido rodeada de lujos, cuando es obligada a casarse con el misterioso Harry Styles por un plazo de 6 meses su vida da un vuelco de 180°. ¿Podrá soportar siquiera una semana viviendo de esa manera?