CAPÍTULO 51:

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  (TN) retrocedió.
Caroline miró a Harry con un destello desafiante en los ojos.
—Aprende cómo se hace.
Se puso de perfil, echó el pelo hacia atrás y se colocó el rollo entre los labios.
Por un momento Harry no hizo nada, y (TN) notó que había una vieja historia entre la dueña del circo y él, una historia de la cual (TN) no sabía
nada. Parecía como si Caroline desafiara a su marido, pero ¿para que hiciera qué? Harry levantó el brazo tan repentinamente que ella apenas vio
el movimiento de su muñeca.
«¡Zas!» El látigo restalló a pocos centímetros de la cara de la mujer y el extremo del rollo desapareció.
Caroline no se movió. Se mantuvo tan serena como si estuviera asistiendo a un cóctel mientras Harry agitaba el látigo una y otra vez, rompiendo
un trocito de rollo cada vez. Poco a poco, lo fue acortando hasta que sólo quedó el cabo entre los labios de la mujer.
En ese momento lo cogió y se lo tendió a (TN).
—Ahora veamos cómo lo haces tú.
(TN) reconocía un reto cuando lo veía, pero esa gente se había criado tentando al peligro. Ella no tenía que demostrar su valor, sentía que ya lo
había hecho cuando se había enfrentado a Tater.
—Quizás en otro momento.
Harry suspiró y bajó el látigo.
—Caroline, esto no funciona. Continuaré haciendo el número yo solo.
—¿Te tiene dominado, Harry? Cinco generaciones de sangre circense y le has dado el nombre de Styles a alguien que no tiene valor para entrar en
la pista central contigo.
Los ojos verdes de Caroline se oscurecieron con desprecio cuando miró a (TN).
—No te estamos pidiendo que andes por la cuerda floja ni que montes a pelo. Lo único que tienes que hacer es estar allí de pie. Pero ni siquiera
eres capaz de hacerlo, ¿verdad?
—Lo siento, pero no valgo para esto.
—¿Y para qué vales entonces?
Harry dio un paso adelante.
—Ya basta. (TN) se ha encargado de los animales aunque no tendría por qué haberlo hecho, y están en mejores condiciones que nunca.
—No la defiendas. —(TN) sintió el impacto de los ojos de Caroline con la misma intensidad que si fuera el impacto del látigo. —¿Sabes algo de la
familia Styles?
—Harry no me ha hablado mucho de su pasado. —Y tampoco le había hablado mucho de su presente. Cada vez que intentaba preguntarle por la
vida que llevaba fuera del circo, él cambiaba de tema. Sospechaba que había ido a la universidad y que la medalla esmaltada que llevaba colgada
del cuello era una reliquia familiar, pero nada más.
—Déjalo, Caroline —le advirtió él.
Ella no le hizo caso y sostuvo la mirada de (TN) con firmeza.
—Los Styles son una de las familias más famosas en la historia del circo. La madre de Harry era la mejor montando a pelo. Harry podría haber
sido un campeón ecuestre de no ser por su altura.
—A (TN) no le importa nada de eso —dijo él.
—Sí que me importa. Continúa, Caroline.
—Su madre formaba parte de la quinta generación de artistas británicos que actuaron para los reyes. Lo más interesante de los Styles es que la
historia de su familia se transmite a través de las mujeres. No importa con quién se hayan casado, los hombres han renunciado a su propio
apellido para mantener el de Styles y pasarlo a sus hijos. Pero los hombres Styles han sido también grandes artistas con el látigo y algunos de los
mejores jinetes que se hayan visto en el circo.
Harry comenzó a recoger los rollos de periódico y a meterlos en una vieja bolsa de lona.
—Vamos, (TN). Por hoy es suficiente.
La expresión de Caroline se volvió amarga.
—Los Styles siempre han seguido la tradición y han elegido bien a sus esposas. Al menos hasta llegar a Harry. —Hizo una pausa. En sus ojos
asomó un helado desprecio. —No estás a su altura, (TN), no mereces llevar el apellido Styles.

¿Odio o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora