CAPÍTULO 65:

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  Harry inclinó la cabeza de (TN) hacia la luz.
—¿Qué opinas? —preguntó ella finalmente. —Pues parece que sí tienes una infección, pero creo que sea en el oído.
«¿Tenía una infección?»
Harry bajó la mano a su cintura y le presionó el abdomen.
—¿Te duele aquí?
—No.
—Bien. —Le cogió un tobillo y lo separó del otro. —Estate quieta mientras compruebo el pulso alterno.
Ella se mantuvo en silencio con la frente arrugada de preocupación. «¿Cómo era posible que tuviera una infección?» Se encontraba bien. Luego recordó que había tenido un leve dolor de cabeza hacía un par de días y que a veces se sentía un poco mareada cuando se levantaba demasiado rápido. Tal vez estaba enferma y no lo sabía.
Lo miró con preocupación.
—¿Tengo el pulso normal?
—Shh... —Le desplazó el otro tobillo para que mantuviera las piernas separadas y le apretó las rodillas sobre la tela del chándal. —¿Te ha dolido algo últimamente?
«¿Le había dolido algo?»
—Creo que no.
Harry le subió la parte superior del chándal y le tocó un pecho.
—¿Sientes algo aquí?
—No.
Le rozó el pezón con los dedos y, aunque su toque pareció impersonal, (TN) entrecerró los ojos con suspicacia. Luego se relajó al notar la intensa concentración en la cara de Harry. Estaba portándose como todo un profesional; no había indicio de lujuria en lo que estaba haciendo.
Le tocó el otro pecho.
—¿Y aquí? —preguntó Harry.
—No.
Harry bajó la parte superior del chándal, cubriéndola con modestia, y ella se sintió avergonzada por haber dudado de él.
Parecía preocupado.
—Me temo que...
—¿Qué?
Cubrió la mano de (TN) con la suya y le dio una palmadita consoladora.
—(TN), yo no soy ginecólogo, y normalmente no haría esto, pero me gustaría examinarte. ¿Te importaría?
—¿Si me importaría...? —(TN) vaciló. —Bueno, no, supongo que no. Es decir, estamos casados y ya me has visto... pero ¿qué tienes que hacer? ¿Crees que me pasa algo?
—Estoy prácticamente seguro de que no es nada, pero los problemas glandulares pueden complicarse y sólo quiero asegurarme de que no es así. —Harry deslizó los pulgares hasta la cinturilla de los pantalones de (TN). Ella levantó las caderas y dejó que se los quitara junto con las bragas.
Cuando él tiró la ropa al suelo, las sospechas de (TN) regresaron de nuevo, pero las ignoró cuando se dio cuenta de que él no estaba mirándola. Parecía distraído, como si estuviera ensimismado. ¿Y si en realidad tenía una enfermedad rara y él estaba pensando la mejor manera de decírselo?
—¿Prefieres que te cubra con la sábana? —preguntó él.
A la joven le ardieron las mejillas.
—Er..., esto... No es necesario. Es decir, dadas las circunstancias...
—Vale. Entonces... —Le apretó con suavidad sus rodillas. —Dime si te duele.
No le dolió. Ni un poquito. Mientras la examinaba, a (TN) se le cerraron los ojos y comenzó a flotar. Harry tenía un toque de lo más asombroso. Controlado. Exquisito. Un roce aquí. Otro allá. Era delicioso. Esos dedos dejaron un rastro suave y húmedo. Su boca... ¡Era su boca!
(TN) levantó de golpe la cabeza de la almohada.
—¡Eres un pervertido! —chilló ella.
Él soltó una risotada y la inmovilizó, agarrándola con firmeza.
—¡No eres médico!
—¡Ya te lo había dicho! Eres muy ingenua. —Harry se rio más fuerte. Ella intentó soltarse y él la sujetó con la mano mientras se bajaba la cremallera con la otra. —Pequeña farsante, has intentado engañarme con una falsa infección de oídos.
(TN) entornó los ojos cuando él se bajó los vaqueros.
—¿Qué estás haciendo?
—Sólo hay una cura para lo que te pasa, cariño. Y yo soy el único hombre que puede proporcionártela.
Los ojos de Harry chispearon de risa y pareció tan satisfecho de sí mismo que la irritación de (TN) se aplacó y le resultó difícil mantener el ceño fruncido.
—¡Me las pagarás!
—No hasta que me cobre la consulta. —Los vaqueros de Harry cayeron al suelo en un suave susurro junto con los calzoncillos. Con una amplia y lobuna sonrisa, cubrió el cuerpo de (TN) con el suyo y entró en ella con un suave envite.
—¡Degenerado! Eres un horrible..., ahh..., un horrible... Mmm...
Harry esbozó una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Decías?
(TN) luchó contra la creciente excitación que la inundaba, decidida a no ceder a él con demasiada facilidad.
—¡Creí que me pasaba algo! Y... y durante todo ese tiempo estabas... ahhh... ¡estabas buscando un polvo!
—Ese lenguaje... Ella gimió y apresó las caderas de Harry entre las manos.
—Y lo dice alguien que ha violado el juramento hipocrático...
Él soltó una carcajada que envió vibraciones de placer al interior de la joven. Cuando (TN) le miró a los ojos, vio que el desconocido tenso y peligroso con quien se había casado había desaparecido. En su lugar había un hombre que no había visto nunca: joven, alegre y despreocupado. A (TN) le dio un vuelco el corazón.
Se le empañaron los ojos. Harry le mordisqueó el labio inferior.
—Oh, Harry...
—Calla, amor. Cállate y deja que te ame— Dijo las palabras con el ritmo que marcaban sus embestidas. Ella le respondió y se unió a él con los ojos llenos de lágrimas. En un par de horas tendrían que enfrentarse en la pista, pero por ahora no había peligro, sólo el placer que atravesaba sus cuerpos, inundaba sus corazones y estallaba en un manto de estrellas.

¿Odio o amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora