Capitulo 18..

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Cap. 18 Telegramas

 18 Telegramas

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- Creo que es descabellada la idea que nos propusimos, Arturo- resolvió Bárbara divertida, aunque también preocupada

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- Creo que es descabellada la idea que nos propusimos, Arturo- resolvió Bárbara divertida, aunque también preocupada.
- Lo sé. Es un tanto descabellada pero créeme, es la única forma en que puedes evitar que tu padre te haga casar con ese hijo del duque de Grandchester. Por cierto, Barbie…Lowell ha preguntado por ti…
Bárbara le dio la espalda.
- ¿Le has hecho saber mi opinión al respecto?
- Por supuesto- reveló Arturo.- Tanto Alex como yo estamos de acuerdo y le hemos hecho saber que no debe siquiera preguntar por ti. A Lisa no le gustará.
- Estoy de acuerdo. Por su propio bien no debe seguir indagando sobre mí. Y ahora menos que nunca, puesto que podría ponerme en aprietos con mi padre.
- ¿Y piensas ir al convento, como él quiere?
- Para nada. Le dije que aceptaría para que no sospeche nada respecto a mí. Pero no pienso ir a ese lugar. En cuanto pase lo del baile…desapareceré.
- ¿Y a dónde piensas ir?
- A América- comentó Bárbara.- Es el único lugar alejado donde seguramente mi padre no podría encontrarme.
Arturo asintió. Él estaba dispuesto a ayudar a su hermana en lo que fuera.

Terry, al día siguiente, se marchó hacia la compañía Stratsford. Estaba visiblemente molesto y no profería una sola palabra a quienes le preguntaban algo.
- ¿Alguien sabe qué le ocurre al orgullosito de Grandchester?- preguntó uno de sus compañeros.
- Con eso de lo de Karen, seguramente está desconcertado. Ya lo conocen. Es bastante extraño.
Sin embargo, Stratsford lo conocía bien y estaba seguro de que Terry no estaba de acuerdo con algo.
Una mujer lo aguardaba en la parte inferior del edificio. Era Eleonor Baker.
Terry ordenó un carro en cuanto la reconoció.
Marcharon con sigilo hacia el centro de Nueva York.
- Ya me enteré. Eso no puede ser cierto.
- No lo es, Eleonor- refirió Terry. – Quería pedirte que me ayudaras para solucionar esto.
- Tu padre creyó siempre los rumores que se movían en mi entorno. Eso fue lo que nos separó.
- Ahora entiendo todo- continuó Terry. - ¿Y qué propones que haga?
- Hazle saber que no es verdad.
- Pero…falta muy poco para la obra. ¿Y si ella cree que es verdad?
- Lo dudo. Candy es una chica inteligente. No creerá lo primero que escuche.
- Eso espero, madre- comentó él, mortificado.
Sin embargo, Candy estaba pendiente de la obra. No podía pensar en otra cosa que no fuera Hamlet.
Aún así, no quería ilusionarse demasiado, puesto que temía que sucediera lo que la ocasión anterior.
- No quisiera perderte por segunda vez, Terry. Si eso pasa…sería definitivo.
Caminaba por los pasillos del hospital cuando el doctor Leonard la mandó llamar.
- ¿Puedo pasar?- preguntó Candy.
- Adelante, señorita White.
La joven enfermera preguntó de nuevo.
- ¿Qué quería decirme, doctor?
- No pensaba tomarlo en cuenta pero…me han pedido un permiso especial. Y voy a considerarlo, en virtud de un favor que quiero pedirle también.
- Dígame.
- Este documento es para la doctora Kelly. Es para su hermano Arthur y quiero que sea usted quien se lo entregue personalmente. Es por eso que voy a aceptar que vaya a Nueva York sin dilación. Tiene un par de días para prepararse y marchar cuanto antes.
Los ojos de Candy se iluminaron.
- ¿De verdad, doctor?
- Por supuesto. Así podrá resolver su asunto sin problemas y cumplir con mi encargo.
Si hubiera sido todavía aquella joven y atolondrada enfermera, habría saltado de alegría. Pero había ya aprendido a controlar un poco sus emociones y sonrió alegrándose sólo internamente de la decisión de su jefe.
- En cuanto tenga el documento se lo entregaré. Puede retirarse.
- Con su permiso, doctor Leonard.
El resultado de aquella solicitud tan favorable, había sido producto de la intervención de Albert. Aquel hombre tenía ese don de gentes que favorecía la solución de casi cualquier problema. Tenía la capacidad de convencer a quien fuera y conseguir que alguien de tanta autoridad como el doctor Leonard aceptara conceder a su vez aquel permiso. Pero no era de extrañarse: influía en el médico saber que aquel hombre a quien creía sólo un vagabundo, en realidad era la cabeza de la familia Andley. Pero…¿qué pudo haber convencido al doctor Leonard en esta ocasión?
La tarde había caído sobre Chicago. Candy se dirigía a las habitaciones contiguas al hospital cuando recibió un telegrama urgente.
- Es Terry…¿de qué se tratará?
Comenzó a leer:
“ Candy. Te espero en Broadway. Envío pasaje de ida. Te amo. Terry G.”
- Líneas breves pero precisas. Oh, Terry…no sé si la vida me cobre con creces esto pero…no pienso dejar de verte esta vez.

En la casa de Chicago, Archie conversaba con Albert.
- ¿Ya hablaste con ella?
- Le dije que iríamos juntos a Nueva York. Aceptó y conseguí un permiso especial.
- ¿Cómo fue que el doctor Leonard aceptó?
- Le dije que Candy iba a una celebración familiar que tenía que ver con su futuro.
- ¿Qué clase de celebración familiar?
- Ya lo verás, Archie. Pienso celebrar allá una fiesta especial para pedirle a Candy formalmente que se case conmigo. Y ustedes serán mis testigos de ello.
- No sé si felicitarte…
- ¿Por qué lo dices?
- Es que…noté en los ojos de Candy un velo de duda. No puedo asegurarte que no sienta ya nada por Terry. Más bien, aunque parece confundida, creo también que hubo algo que no me quiso contar.
Albert se llevó una mano a la barbilla. Su mirada estaba puesta en la nada.
- No, Terry Grandchester. No volverás a quitármela…no esta vez.

En tanto, Terry se levantaba un poco tarde. Habían dejado una nota bajo su puerta.
“Ensayo general al mediodía”.
- Es cierto…debo apresurarme. El ensayo general debe quedar perfecto.
Salió con cuidado. Ojalá Karen no se sobrepasara y no tuviera que reprenderla.
Y antes de salir, la señora de la casa le dijo:
- Lo siento, Terry. Olvidé darte este telegrama.
- Gracias, señora.
Lo abrió rápido. Era de su padre.
- ¿De qué se tratará?
Terry comenzó a leer.
“Estaré en Broadway. Al terminar obra, iremos a Londres. Hasta entonces. Richard G.”.
- Eso es lo que cree, duque de Grandchester- retó Terry, apretando el telegrama entre sus manos.

Desafiando El DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora