Capitulo 56..

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Terry miró al duque.

No sabía cómo tomarlo

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No sabía cómo tomarlo. Estaba desconcertado. Por un lado, le dolía ver a su padre sufriendo. Quizás estaba arrepentido. Pero por otro lado, era seguro que parte de aquel sufrimiento había sido causado por sus mentiras e intrigas.
- ¿Por qué llora, señor duque? Ya sé, llora porque sus planes se vieron frustrados ¿no? Usted quería verme muerto y no lo consiguió. Estoy seguro que Candy me cree muerto porque fue usted quien se lo hizo creer. Lo que quisiera saber es por qué…ningún padre que diga querer a su hijo sería capaz de fingir su muerte.
- Terry…no sabes lo que me arrepiento. Cuando supe que habías muerto…al menos lo que me dijeron…pero…¿cómo fue? ¿Cuándo te alistaste en el ejército?
- No importa…ahora sólo soy Terruce G. Baker…no llevaré más el apellido Grandchester. Si estoy aquí es porque estoy lejos del infierno y quiero trabajar. Contráteme como a uno de sus siervos, señor duque.
- No, hijo…por favor…-suplicaba el duque.- Quiero pedir que me perdones…fue mi ceguera…no quería aceptar que amas a Candy.
- Ya no tiene sentido…ella se va a casar con Albert…
- Quizá aún se pueda hacer algo- respondió el duque.- Hijo…yo…dejé a la duquesa…
Terry estaba asombrado.
- Entonces realmente eres otro…fuiste capaz de dejar a esa mujer con cara de cerdo…perdón- se disculpó.
El duque guardó silencio. Luego dijo.
- Ven, vamos adentro. Tenemos tanto de qué hablar.
Ya dentro, el duque se disculpó de nueva cuenta y dijo que lo ayudaría a encontrar a Candy.
- Y yo a mi vez- añadió Terry- te prometo ayudarte a encontrar a mi madre. Lo que no puedo garantizar es que te haya perdonado.
- Eso me toca a mí, Terruce. Quiero conquistarla de nuevo, ganarme su confianza y recuperar su cariño, si es que no es demasiado tarde.
- Ella te quiere…y me asesinará en cuanto me vea por habértelo dicho.
El duque rió. Hacía tantos años que Terry no veía a su padre sonreír. Así que se animó a sonreír un poco también.

Candy vio a Albert antes de que se marchara. Se sentía mucho mejor.
Aquella misma tarde, el doctor la visitó.
- Señorita White, le tengo buenas noticias.
- Dígame, doctor…
- Mañana mismo la daremos de alta. Podrá volver a trabajar. Pero debe cuidarse.
- Gracias, doctor. Dígame, ¿podría pedir unos días? Se casa una amiga mía con un familiar y me han invitado.
- Sí. Podría darle un par de días. Dígame cuándo será la boda.
- Creo que mañana mismo lo sabremos.

- Creo que mañana mismo lo sabremos

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Desafiando El DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora