Capitulo 30..

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Londres

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El conde Gerald habló a solas con Arturo

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El conde Gerald habló a solas con Arturo.
- Me alegra que quieras cuidar tanto a Bárbara, hijo pero…no debes excederte. Mis decisiones son inapelables.
- Lo sé, señor. Sin embargo, ¿no cree que debería tomar en cuenta la opinión de su hija? No creo que sea buena idea para ella casarse con ese joven Grandchester…ni siquiera lo conoce.
- Es verdad, Arturo- dijo el conde.- Pero es una decisión mía. El hijo del duque es casi de la edad de Bárbara y además tiene buena posición…y no sólo eso…me queda poco tiempo de vida.
Arturo denotó un semblante totalmente triste.
- ¿Y qué va a ser de Bárbara si algo le ocurre? Además, no es justo…usted es un hombre muy bueno. Tiene poco tiempo de reunirse con Barbie…digo, con Bárbara y ahora esto…
- Yo tampoco quiero pensar en eso, Arturo pero la realidad es que me han augurado poco tiempo y tengo miedo de dejar desamparada a mi hija. Arturo…quiero pedirte un favor…
- Dígame, señor conde.
- Aun cuando Bárbara esté casada con Terruce Grandchester, necesito que tú y Alex estén pendiente de ella.
- Pierda cuidado, señor conde. Yo siempre estaré al lado de Bárbara.
El conde recostó la cabeza en el sillón y respiró hondamente, mientras algunas lágrimas se escurrían nerviosas y quemantes.
Al poco rato, cuando Arturo se había retirado, el conde recibió un telegrama.
“Señor conde. Mi hijo y yo llegaremos esta semana. Compromiso seguro. Saludos cordiales.
Richard Grandchester”.
- Por fin, Bárbara se comprometerá en matrimonio y podré sentirme un poco más tranquila. Hija mía…lamento no poder conseguir que estés de acuerdo.

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Albert aguardaba en la sala aquel día.

Candy y Terruce llegaron hasta él. Terry le dijo.
- Albert…queremos hablar contigo.

- Albert…queremos hablar contigo

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Desafiando El DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora