28- ¡Oh por Dios!

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Piero

Dicen que la existencia es un constante querer encenderse y apagarse. A veces pienso que merezco un nuevo comienzo, una nueva vida, un nuevo amor. Luego los recuerdos me golpean sin piedad y simplemente retrocedo. Es como un valde de agua helada en un momento de calidez.

La navidad está cada vez más cerca y con ella mi pasado. ¿Cómo se puede superar lo que no dejas ir? ¿Cómo vencer tus miedos y abrirte a nuevos comienzos? ¿Cómo dejar de temblar ante el dolor y hacerle frente con valor?... esas constantes interrogantes son mi pan de cada día.

Marjorie es una gran mujer, lo he ido descubriendo en los momentos que comparto con ella, y sería un vil mentiroso si dijese que no me fascina cada vez mas. Sin embargo, no sé si soy digno de ella y tampoco sé si ella merezca a alguien como yo. Estoy roto en pedazos demasiado pequeños como para ser unidos. Tengo heridas tan profundas y dolorosas que no sé si algún día lograrán sanar.

Paso las manos por mi pelo como reflejo de mi frustración y le doy otro sorbo al vodka que me he servido. Mi parte racional me dice que la aleje de mí y no continúe con todos los detalles y demostraciones de amor. Estoy conciente de que aún no he dejado ir muchos de mis demonios, pero mi lado egoísta e irracional se niega a ceder y arde en celos con sólo imaginarla en brazos de alguien más. No la amo, eso lo tengo más que claro, pero algo en mi la quiere cerca... muy cerca.

Termino el trago que tenía en mano y voy hacia mi habitación. La visita inesperada de mis padres me dejó muy inquieto, volver a esa fiesta es como volver a recrear la escena que me convirtió en lo que soy ahora. No sé si estoy listo pero acepté y ya no hay vuelta atrás. Paso por la puerta de Marjorie y sin pensarlo mucho la abro, casi nunca la cierra. Sonrío al verla abrazada a una de las almohadas. Su cabello luce tan brillante y sedoso como siempre, su boca está ligeramente abierta y su semblante es tan angelical. Verla asi relajada solo me hace sentir peor.

-¿Qué haré contigo pequeña?- sonrío con pesar y beso castamente sus labios. Salgo con prudencia evitando hacer algún ruido que la despierte. Tenía planeado algo para ella mañana y ya todo está listo. Miro el reloj en mi muñeca, 12:48 a.m. tengo que dormir, mañana madrugaremos. En principio no podía conciliar el sueño, pero al cabo de un rato mis ojos se rindieron.

***************
Unas suaves caricias, seguidas de un ipnotizante aroma a rosas que llena mis fosas nasales, logran sacarme del sueño.

-Arriba perezosa- exclama con voz dulce Piero... me apunto para despertar así todos los días, oh Si!- te espero abajo en 30 minutos, quiero llevarte a un lugar- dicho esto besa tiernamente mi frente y sale de la habitación.

Me estiro abriendo los ojos despacio. Para nadie es un secreto que odio madrugar, asi que los fines de semana aprovecho para dormir un poco más. Sin embargo, hoy no parece que eso vaya a suceder. Miro la hora y maldigo por lo bajo. Las 4:40 de la mañana. ¡Te matare Piero! Del lado izquierdo de la cama hay una hermosa caja rectangular llena de rosas amarillas, doce para ser exactos. Tomo la tarjeta y leo:

"Lo que importa es mirarte en silencio y saber que quizas sin tenerte, te tengo"
Buongiorno princesa
-Piero

Este hombre hará que muera de un ataque al corazón. Basta el mínimo gesto para alegrar mi día y provocarme una sonrisa de 24 horas. Nunca nadie había logrado estas emociones que solo surgen cuando estoy con él, ni siquiera Mike. Una idea fugaz pasa por mi mente, !no, no, no!... No quiero creer que es lo que estoy pensando.

Salgo de las sábanas y me doy una ducha rápida. Tras unos minutos rebuscando entre mis cosas, decidí ponerme unas botas de tacon alto color beige, uno jeans negros, sueter cuello tortuga y un abrigo del color de mis botas. Hice una coleta dejando algunos mechones de pelo suelto, y aplique un poco de brillo labial. Listo.

La navidad está cada vez más cerca asi que ya imaginarán el frío que hace. Bajé al faltando 10 minutos para cumplirse la media hora. Piero me sonríe y se acerca a mi para besarme pausadamente. Correspondo sin dudarlo. Un carraspeo fingido nos hace separarnos. Ambos volteamos y reímos.

-María Alejandra Ferrara, arruinando momentos desde tiempos memorables- pongo una fingida cara de enojo y Ale rueda los ojos- ¿que haces despierta tan temprano?- Piero solo observa divertido.

-Deberían buscarse una casa para ustedes solos, que esté lejos de todo. Así nos ahorraríamos las escenas para adultos en público- no me contuve y estallé en risas junto con Piero. Al final terminamos los tres iguales- No podía dormir bien y vine por un vaso con agua- se encoge de hombros.

-Vamos ragazza, tenemos una casa que buscar- bromea Piero y toma mi mano con dirección a la puerta principal- No te preocupes por el desayuno, lo haremos fuera- Asentí. Nos despedimos de Ale y salimos.

Como soy nueva no conozco muchos lugares aqui. Sólo los alrrededores cerca de la empresa y la casa. La curiosidad me calcome y por más que pregunto, mi adorado acompañante sólo sonríe diciendo "Ten paciencia pequeña, casi llegamos".

Casi una hora de camino déspues Piero se detiene. Saca de la guantera del cohe un pañuelo y me mira con una sonrisa maliciosa asomándose en su rostro. Intento voltear para ver hacia fuera, pero antes que haga algo, sus manos toman mi cara poniéndome el pañuelo en los ojos.

-Ahora no vas a ver nada porque arruinaras lo que tengo planeado- gruñi fingiendo molestia. Se acerco y me dió un pico haciendome derretir. Con él tan contento, no podría enojarme nunca.

Abrió la puerta del copiloto y me ayudó a bajar, entrelazó nuestras manos y camino hacia el interior de algún lugar. Lo sé porque la tenue luz del sol que ya comenzaba a hacerse notar en el cielo, dejó de golpear mis ojos. Escuché que saludó a alguien y nos detuvimos unos minutos, pero mi curiosidad no me permitió prestarle atención. Me condujo con cuidado por unas escaleras en forma de espiral y llegamos a lo que parece ser una segunda planta. Al cabo de poco tiempo nos detuvimos nuevamente y esta vez lo sentí colocarse detrás mío.

-¿Nerviosa?- preguntó susurrando en mi oído. Un escalofrío se coló por mi espina dorsal y sé que no fue gracias a la fina briza que se escabullía en el ambiente.

-Ss... solo un poco- sentí su sonrisa en mi cuello donde dejó un pequeño beso.

-Aquí vamos- la espectativa hace mis manos sudar, más que nerviosa, diría que estoy eufórica. Retiró el pañuelo de mis ojos- Puedes abrirlos Marjorie.

Despacio voy abriéndolos, mientras intento adaptarme nuevamente a la luz. Lo que tengo frente a mí hace que mi corazón dé un vuelco y que mis ojos quieran salirse de sus órbitas.

-¡Oh por Dios!- exclamo y me giro para encontrarme con la encantadora sonrisa de Piero Barone, bañado por los delicados tonos anaranjados del alba.

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Hola hermosas personitas. Gracias por leer. Besos a todos. Nos vemos el Viernes. Love yaaa♡♥

Sr. BaroneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora