38- Un completo imbécil

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Maratón 1/3

Piero

Siempre he sabido que somos responsables de nuestro destino. La vida nos da las cartas y nosotros jugamos la partida, si ganas o pierdes depende únicamente de ti. Hay cosas que nos pasan con un fin y otras que nosotros provocamos. Nunca me culpé por lo que sucedió con Alessandra porque sé que todos nos equivocamos alguna vez.

Desde que supe que estaba de vuelta evité cualquier encuentro con ella, sé que llamó a la oficina preguntando por mí pero me negué a contestarle a pesar de alegar que era algo muy importante. Lo que no tenía previsto era que se presentara aquí con tal descaro. Se le ve cambiada y mucho más segura de sí, pero su mirada es fría... demasiado fría.

-Buenas noches a todos, lamento llegar tan tarde- sonríe con aire inocente y toma una copa de champán que llevaba un camarero- feliz navidad señores- dice levantando la copa y tomando. En el salón los murmullos no cesan. Eveline, tras haberse desmayado, vuelve en sí después de oler un poco de alcohol y mira a su hija con un sinfín de emociones que no logro entender del todo, pero una de ellas destaca... vergüenza. 

-Qué haces aquí Alessandra?- la rubia la miró con dolor pero rápidamente volvió a su postura anterior. La observó por lo que pareció una eternidad y volvió a sonreír con fingida inocencia.

-Esa es forma de recibir a tu hija después de tantos años de ausencia madre?- negó con la cabeza y terminó lo que le quedaba de la amarga bebida.

Todos nos observaban con curiosidad. Para ninguno de los presentes fue un secreto que mi mujer me dejó para largarse a una aventura por el mundo con mi bello hermano Frachesco. La vergüenza y el dolor fueron mi compañía esa noche. Tuve que irme un tiempo del país para poder estar en paz.

Alessandra posa su mirada en Marjorie, ya no es dulce ahora es feroz. Da un paso para acercarse como un lobo a punto de devorar un cordero. Por instinto me interpongo entre las dos y la miro con toda la furia que circula por mis venas. Su descaro no tiene límites. Su expresión se suaviza un poco y me mira con intensidad.

-Piero amore, he vuelto por ti. Me extrañaste?- pero qué demonios es esto! Una maldita broma de mal gusto o qué? La miro con incredulidad y no sé si son los nervios o su desfachatez que me hacen reír sarcásticamente. Paso las manos por mi pelo y vuelvo a mi posición anterior.

-Me estas jodiendo verdad? Después de casi cuatro años apareces como si nada preguntándome si te he extrañado? Serás estúpi... - dejé la frase a medias y la mire con desprecio.

-No te dejes llevar por las apariencias amore, nada es lo que parece- su dulce voz me causa repulsión. Este es el colmo del descaro. Me acerco a ella con aire amenazador y dejo mi cara a pocos centímetros de la suya. Al principio se hace pequeña pero en fracción de segundos recupera su postura erguida y me sostiene la mirada.

-Así que nada es lo que parece eh?- sonrió con cinismo- entonces la maldita carta que dejaste al marcharte, no es lo que parece? La huida con mi hermano esa noche, no es lo que parece? Tu desaparición todo este tiempo, no es lo que parece?- mi voz ha subido gradualmente de tono. Voy a explotar- Contéstame maldita sea!- Marjorie me agarra del brazo pero me suelto casi al instante. Mi madre se acerca a mí y me agarraste por los hombros, Alessandra me mira con asombro y miedo... por un momento se vuelve a parecer a la chica que conocí. Una lágrima se desliza por su delicado rostro y agacha la cabeza.

-Piero hijo, mirame- desvío la mirada de la rubia y volteo hacia mi madre. Tiene el semblante angustiado y preocupado. En sus ojos brilla la culpabilidad. Seguro se siente responsable de todo este circo. Por instinto beso su frente y le sonrío- todos los presentes los observan, por qué no mejor se van a otra parte y hablan con más calma- niego con la cabeza, lo último que deseo es escucharla- tienen que hablar y lo sabes- suspiro.

Sr. BaroneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora