65- Olvidar y perdonar

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Los días han transcurrido con mucha calma. A pesar de que en su momento  la decisión de Piero de controlar mis visitas me cabreó a niveles elementales, hoy lo agradezco infinitamente. No tengo preocupaciones, no tengo dolores de cabeza, nada; solo somos mi bebé, mi amor y yo.

Es domingo y todos quedaron en venir a pasar tiempo de calidad. Estoy feliz por ello, pero creo que Piero invitó a Eveline y no sé cómo sentirme al respecto.

-Qué tanto piensas dolcezza?- me abraza por detrás mientras termino de acomodar un arreglo que hice con flores del jardín.

Me giro en sus brazos-De qué hablas?- ni siquiera me había dado cuenta que estaba distraída. Piero me mira como si hubiera descubierto que él agua es incolora, respiro hondo- Ok ok, tu ganas. Eveline... pues, no sé me siento... joder!- me faltan las palabras.  Piero me da un corto beso en la nariz y me aprieta a su cuerpo.

-Lo sé, lo sé. Pero hay que enfrentar las cosas como vengan. La Marjorie de la que me enamoré es una joven fuerte y con muuuuucho pero mucho carácter, sé que ella podrá con todo esto- sonrío.

-Gracias amore- nos besamos, no ese delicado beso no, uno con más deseo carnal. Pueden culpar a las hormonas y todo lo que quieran, pero deseo a este hombre con frenesí. Una todo fingida nos devuelve a la realidad.

-Si siguen así van a tener otro bebé antes de que nazca este- reímos ante el jocoso comentario de Ale. Se acerca a saludar a saludarnos, y tras lo que me parece una eternidad, me suelta.

-Mírate, estás hermosa!- sonrío, ella esta radiante en ese vestido veraniego rojo...- Me encanta verte así de feliz.

-Gracias Ale, muchísimas gracias- sonríe- en dónde está Gian?- se tensa visiblemente, Piero quien se esta tomando una cerveza se atraganta. Mi curiosidad se despierta- De qué me perdi?- ella niegan con la cabeza y me hace una señal de hablar luego. Cuando pienso replicar aparecen mis suegros junto a Mariagrazia y Erni. No me pasa desapercibido que él tiene la mano de mi cuñada agarrada. Vaya estos si que van en serio.

-Hija, que hermosa te ves- me da dos besos y sonrío. Mi suegro hace lo mismo y con un poco de vergüenza toca mi vientre. Río.

-No tenga pena, puede acariciarlo... aquí entre nos- me acerco como si le fuera a contar un secreto y hablo en voz alta- si le habla es capaz de responderle- Todo ríen. Saludo al hermano de Gian y me acerco a Maria- Hola picarona, pensabas contarmelo en algún momento?- se sonroja.

-No me odies por favor... sé que te descuidé, estaba demasiado confundida con muchas cosas, además Piero nos prohibió visitarte y todo eso- sonrio y la abrazo al ver que sus ojos se cristalizan.

-No estare molesta si me prometes que nos pondremos al día ya!- sonríe y asiente. Le señaló las bebidas y todos los bocadillos y se lanza "literalmente" hacia ellos.

La mayoría ya está aquí, el ambiente es muy agradable y la comida deliciosa. Sin embargo, no puedo concentrarme esperando que en cualquier momento Eveline y su marido entren por esa puerta. No sé cómo reaccionar, no sé qué hacer. Es cierto que ella nos abandonó con la intención de que tengamos una mejor vida y nos salvemos, pero eso no quita que duela. Una parte de mí quiere abrazarla y contarle cuánto la he extrañado, y la otra prefiere seguir como si nada hubiera pasado.

-Hola a todos!- la voz de Gian me saca del trance, Isabella e Igna vienen con él. Todos sonríen alegremente y los reciben con cariño, excepto Alejandra. La cara de decepción que porta me alarma. Se le queda viendo con tristeza y niega. Nuestras miradas se cruzan, le hago la muda pregunta de qué sucede y me sonríe como restandole importancia.

-Dónde estabas hijo, hace rato llegué y no te ví- Eleonora cuestiona con amor maternal a Gian. Piero-que estaba terminando la barbacoa- se gira y se les queda viendo con cara seria. Luego de lo que parece una eternidad, él sonríe y niega.

Sr. BaroneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora