Las apariencias engañan.

100 9 0
                                    

—Está bien... Supongo que no importa si me llevas tú—dije poco convencida.

El camino transcurrió en silencio, se notaba que la llamada no había agradado a Álec y que lo había molestado ya que además de en silencio, su gesto era serio. Me sentía un poco incómoda, no sabía qué era eso tan malo que le habían dicho pero habían cambiado mucho su humor.

Miré por la ventana, el cielo ya se había oscurecido, el reloj marcaba las 21:32. Lo cierto es que el tiempo se nos había pasado volando, me había entretenido tanto que apenas me fijaba en la hora, y supongo que fue bueno, porque tampoco pensé en cosas negativas, por el contrario me había divertido con él, pese a si no estuviese siendo yo por completo.

Volvieron a llamar a Álec, aparcó y contestó el teléfono, pero esta vez no estaba tan molesto.

Ya voy de camino, aunque no entiendo las prisas, dijimos a las 23:00.

Sí, entiendo, ya voy para allá. Dile a Celia que prepare algo delicioso, hoy vengo acompañado.

Me sonrió tras decir lo último y colgó para continuar con la trayectoria. ¿Es que a caso iba a llevarme a cenar? ¿O tal vez me presentaría a su familia?¿Eso era lo importante que tenía que hacer?

—Álec ¿A donde vas a llevarme? Dijiste que me llevarías a casa—Lo miré esperando una respuesta.

—Lo haré, no te preocupes—volvió a dedicarme una sonrisa, la cual no estaba segura de que fuese totalmente verdadera.

—¿Y eso importante que tenías que hacer?—la desconfianza empezaba a crecer.

—No pasa nada, Andra. Como te dije, no me ocupará mucho tiempo.

No dije nada más y volví a mirar al frente. No me gustaba que me llevase a un sitio que no conocía cuando dijo que me llevaría a casa, pero tampoco quería discutir, no es que hubiese hecho nada dañino que me hiciese verlo de mala manera. El recorrido volvió a ser silencioso, pero ya no era molesto, prefería no hablar.

Estacionó el coche en medio de la nada, o eso parecía porque apenas se veía algo con tanta oscuridad. Álec salió muy concentrado del vehículo, como si estuviese pensando en algo importante.

—Álec, espera—llamé su atención.—No me gusta este sitio, no hay nadie por aquí.

—No pasa nada Andra, confía en mí—fue a cerrar la puerta pero volvió a hablarme.—No salgas del coche, no me tardo.

Se había atrevido a dejarme sola en un sitio tan siniestro como ese en el que ni siquiera se veía nada, estaba tan oscuro que apenas divisaba varios coches al rededor.

Habían pasado ya 5 minutos y no lo veía, cogí el teléfono para llamar a Kate en lo que Álec tardaba en venir pero como no, no había cobertura.

Volví a mirar la zona, no era normal que no hubiese ni una sola persona caminando. No habían casas tampoco. ¿En qué lugar se suponía qué estabamos?

Si algo destacaba en mi personalidad era la impaciencia que tenía, y el hecho de esperar tanto y sola no me gustaba. Me bajé del coche buscando algún camino al que ir y seguí unas farolas que iluminaban parte del lugar. Quise volver pero no me gustaba el sitio donde me había dejado Álec, no quería que me hiciesen algo malo así que continué el camino de piedras que había por el suelo pensando que me llevaría a algún lugar menos peligroso.

Miré la hora 22:13, ya habían pasado más de 20 minutos y Álec seguía sin aparecer. No me gustaba la situación en la que me encontraba, y además estaba incomunicada, ni siquiera podía llamarle y preguntarle cuánto más iba a tardarse. Llegué hasta la entrada de lo que parecía ser un puerto pero estaba lleno de coches abandonados y varios barcos  cerca de un muelle de carga.

Bendita MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora