Kaín es un idiota.

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Después de hablar con Kate me sentí mucho mejor. Tal vez debería haber reconocido frente a ella que no actué del todo bien, y que, aunque había sido engañada, no debí de haberme creído del todo lo que me contó Álec, aunque realmente no lo hice, pero lo puse en duda después.

Pasó una semana desde entonces. Lo cierto era que las cosas entre nosotras fluían muy bien, y lo mejor de todo era que volvía a ser la de siempre, o al menos eso aparentaba. Reía con nosotros cuando estábamos juntos, en cuanto tocaba el timbre venía corriendo y nos esperaba en la cafetería, tanto a mí como a James. Y su forma tan graciosa de defenderse cuando alguien se atrevía incluso solo a mirarla. También su forma dramática de reaccionar frente a las cosas, o esa imaginación tan extensa que tenía. Así me gustaba ella.

Por otra parte, no había vuelto a ver a Kaín desde que me llevó al precipicio. Recordé que nos salimos de ese sitio porque había recibido una llamada, que aunque no quiso decirme quién era, sabía muy bien qué se trataba de la gente con la que estaba relacionado.

Una semana desaparecido se me hacía demasiado. Incluso me atreví a preguntar por él cuando hablaba con Hugo, pero al parecer tampoco sabía mucho más que yo, algo que me hacía permanecer en un estado de desasosiego constante, y que cada día iba en aumento. Ni siquiera una llamada de su parte para saber que estaba bien.

Justo en ese momento el móvil comenzó a sonar y lo cogí de inmediato deseando que fuese él.

—Ey, ¿dónde estás?—habló Liam al otro lado impaciente causándome cierta desilusión.

—Estoy llegando a casa, me quedan unos diez o quince minutos—me aproximé al tiempo que creía que tardaría.—¿Necesitas algo?

—¿Se te ha olvidado qué día es?—sentía como que me estaba regañando.—Hoy es martes—aclaró al darse cuenta de que no respondía.

—¿Y qué?—seguía sin entender lo que quería decirme.

—¿Cómo eres tan desastre...?—lo oí suspirar al otro lado.—Samantha, Doris...Hoy celebran sus cumpleaños. ¿No pensabas venir?

—Yo no dije que iría—traté de esconder el hecho de que se me había olvidado por completo.

—Tenemos un problema, porque ellas te están esperando, y cuentan con tu llegada.

—Liam, acabo de salir cansada del trabajo, no creo que pueda ir—suspiré agotada.—Además, no me gustan esos ambientes, creo que te lo dije.

—¿Eso es lo que te preocupa? Es una pequeña reunión entre amigos, no es como ir a una discoteca. Samantha se va a decepcionar si no vienes, sabes cómo se pone con los imprevistos, hazme el favor ¿sí?—suplicó.

—No estoy segura...—dudé un segundo antes de contestar.—¿Puedo traer a unos amigos al menos?—acabé por aceptar.

—Sí, claro, cuantos más vengan mejor—por su forma de hablar sabía que estaba contento.—te mandaré la dirección por mensaje, eres la mejor—terminó la oración con esto para después colgar.

Inmediatamente llamé a Kate y le expliqué la situación. Sabía que no se negaría, porque le fascinaban las fiestas, aunque esta no fuese como a las que iba. No era plan de ir sola cuando no conocía a nadie a parte del trío de amigos, y además, juntarse con otra gente le haría bien a Kate. Por suerte aceptó, y James, a quien se molestó en despertar para que nos acompañase.

Me dijo que vendrían a mi casa así que solo tendría que esperarles.

Al llegar a casa solté el abrigo sobre el perchero y entré a mí habitación para arreglarme un poco. No me molesté en cambiarme demasiado, tan solo la parte superior de mi vestimenta ya que era del trabajo, sustituyéndola por un jersey burdeos de tercio pelo simple, y manteniendo los tejanos de tubo de un color oscuro que llevaba.

Bendita MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora