Comodín.

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En el momento en el que Kaín soltó esas palabras, todos comenzaron a correr y a esconderse dejándonos solo a Jael y a mí plantados en el lugar.

—Suerte—me sonrió para desaparecer él también entre la espesura del lugar.

No me lo pensé dos veces, comencé a correr buscando algún refugio donde no pudieran encontrarme.

No era muy hábil en esos juegos, pero odiaba perder. Me alegraba saber que disponía de cierta ventaja, que era conocer a muchos de ellos. Quizás no me valdría de mucho, pero podía saber en qué condiciones me encontraba.

Hugo era muy hábil en la cocina, se manejaba bien con los cuchillos pese a si no preparaba platos dignos de un chef, lo que quería decir que con las manos era bastante ágil. Punto a su favor.

James practicaba deportes, así que su resistencia era muy buena, y además corría bastante, lo había visto en más de una ocasión, casi como una flecha.

Cory era bueno escabulléndose, podía esconderse bastante bien, y muchas veces podía ser muy sigiloso, así que debía cuidar sobretodo mis espaldas con él.

Liam disponía de una capacidad creativa magnífica, estaba preparado para tener delante solo una caja de cerillas y construir un edificio si se lo proponía. En realidad eso valía de mucho ya que podía tendernos trampas sin problemas. También contaba con la persuasión hacía Samantha y Doris, sus mejores amigas, a quienes conocía muy bien.

A Jael no lo conocía demasiado, pero por lo poco que había visto de él llegaba a la conclusión de que su resistencia era igual o peor que la mía, porque también se cansaba muy rápido, al igual que yo, y eso sin recorrer una larga distancia. Por otra parte era muy fuerte, aunque no lo pareciese, y eso también le daba un punto a su favor, además de que tocaba la guitarra, y eso influía en su capacidad con el tacto.

Y finalmente el peso pesado de los pesos pesados, Kaín, formado por todas las habilidades anteriores, en una versión mucho más mejorada. Velocidad, agilidad, inteligencia, fuerza, silencioso como que el que más. Quizás sería el más difícil de derrotar, y entendía que muchos quisieran formar equipo con él. A mí, sin embargo, me gustaba la idea de ir en el bando contrario y luchar contra él, por eso debía esmerarme mucho más en conseguir la victoria.

Llegué hasta una especie de barriles que no quedaban muy lejos de nuestra bandera, que se situaba en lo alto, y decidí esconderme entre estos, vigilando por si alguien se acercaba a nuestro territorio.

Visualicé una figura por el fondo, y sabía muy bien que no era femenina. ¿Cómo dejaban las defensas tan bajas? Cualquiera podría subir y cogerla sin más... Otras dos figuras emergieron de entre las sombras apuntando al chico con las armas, eran Elizabeth y Samantha, quienes no se lo pensaron dos veces, y antes de que el chico, Cory, pudiese rozar si quiera la bandera, estás lo llenaron a tiros.

—NOOOOOO—gritó Cory recargando aire de los pulmones. Me sentía como en esas películas en las que mataban a alguien y soltaba un grito ensordecedor que hacía volar a muchos pajaros. La diferencia estaba en que no habían pájaros ahí y eso no era una película.

"Bien, chicas uno, chicos cero..."

Al parecer no habían problemas en la torre, y quedarme ahí observando solo sería un estorbo, así que continué buscando a más.

Encontré algunos globos y pintura en una esquina y no dudé en cogerlos. El chico de antes nos avisó de que habrían pequeñas ayudas a lo largo del campo, pero serían en puntos concretos por lo que deberíamos tener mucho más cuidado. Más al fondo podía ver algunas cuerdas y me las ingenié para emplearlas como mejor conveniese.

Bendita MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora