Decisiones.

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Iba de camino a casa de los Smith. James me había llamado en la mañana temprano para decirme que teníamos que hablar, y de paso me tocaba ir a ver a Kate, quien seguramente seguiría enfadada con nosotros, y con quien no podía dejar las cosas así.

Toqué el timbre un par de veces, hasta que la señora Smith abrió la puerta. De nuevo estaba en el jardín cuidando de las plantas, al parecer eran importantes para ella.

—Buenos días, señora—le saludé y me recibió con cariño.

—Kate sigue durmiendo, pero en seguida iré a despertarla.—nos introducimos en el hogar.

—No, no se preocupe—la detuve para que no lo hiciera.—en realidad vengo por James, me llamó en la mañana temprano.

—Oh, pero ese niño salió, no sé donde se metió...—se asomó por la ventana buscándolo.

—No te preocupes, abuelita—le dio un beso sorprendiéndola desde atrás—ya estoy aquí—se dirigió a mí también para darme un beso.—¿Papá ha vuelto?

—No lo sé, cariño, no lo he visto en todo el día—se revisó unos segundos dándose cuenta de que aún mantenía las herramientas de jardinería, como la pala y la regadera.—voy a dejar esto y a darme un ligero baño, hoy me toca reunión de lectura con mis amigas—sonrió dulcemente.

—Está bien, nosotros nos vamos fuera, que tengas un buen día—tiró de mi brazo volviéndome a sacar al exterior.

—James, acabo de entrar, no soy una peonza—arqueé las cejas ligeramente.

—Solo vamos a estar en el jardín—sonrió.—no quiero que nos oigan.

Salimos al exterior y nos sentamos en uno de los bancos de la zona. Era mucho más precioso viéndolo en vivo. Y el rosal perteneciente a su madre del que tanto hablaban era enorme, lleno de rosas que trepaban por las vallas y las ramas de los otros árboles.

—Es increible—lo señalé sonriendo.—es como si estuviesen vivas.

—Lo están—él también sonrió.

—Dime, ¿De qué querías hablar?—lo miré a los ojos para que me contase.

—No sé por dónde empezar en realidad—sonrió nervioso rascando su cabeza.—O sea, está lo de Hugo, y luego Kate...—comenzó a trabarse y me causó gracia.

—Todo a la vez no, por favor—me burlé.—empieza por Hugo, me interesa saber.

—¿No te ha contado nada?—abrió los ojos sorprendido.

—No, en realidad no he tenido la oportunidad de hablar con él, pero estoy muy interesada en saber de vosotros—mordí mi labio inferior prestándole más atención.

—Se presentó en mi casa a altas horas de la noche, empezó a hablar muy rápido, a decir cosas sin sentido y tuve que salir a hablar con él para que no levantase al resto—jugaba con sus dedos avergonzado. Hablaba sin  conseguir ordenar las palabras correctamente, pero podía entender lo que decia.—volví a negarlo todo, y me besó, me tomó por sorpresa, pero lo hizo. Y yo...—reía más nervioso aún.—bueno, yo solo me dejé llevar, nunca ninguna mujer me hizo sentir así, lo juro por dios.

—¿Y ahora qué?—quise saber si habían dado el paso o seguía negándose a él.

—Ahora... Ahora todo es difícil—la sonrisa disminuyó.—quiero decir, estamos juntos, creo, pero me da vergüenza admitirlo, le temo al rechazo de los demás, y sé que escondernos solo hará que se enfade.

—Quizás sí, es como si te avergonzases de él—reconocí intentando ponerme en el papel de Hugo.—Pero deberían de darte igual esas cosas, te ves muy contento con él.—Sabía que no funcionarían mucho mis palabras, James le daba mucha importancia al "Qué dirán", me lo había demostrado con Jake.

Bendita MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora