Ataque sorpresa.

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Me encontraba en un centro comercial buscando a Álec. Había decidido quedar en un lugar público después de que Kate me metiese ideas raras en la cabeza como que podría secuestrarme o hacerme algo malo. Y no es que creyese que fuese a pasarme eso, Mi amiga tenía muchísima imaginación para esas cosas, pero con lo que me había pasado prefería prevenirme ante todo.

No le conté a nadie lo sucedido el día anterior. Kaín me había advertido que era muy peligroso hacerlo puesto que me ponía en riesgo a mi misma y a quien se lo dijese ya que era un tema muy delicado. Al principio no lo entendía, pero después caí en la cuenta de que tenía razón y no debía fiarme de nadie. ¿Pero y si me seguían a donde fuese? No sabía por qué me buscaban o qué querían de mi, si era alguien a quien conocía o tal vez se hubiesen confundido de persona. Pero todo era demasiado extraño y aunque quisiera no encontraba respuestas para tantas preguntas.

Me había desaparecido varias horas por lo que Kate no se creyó el cuento de que había perdido el móvil. Sí, era muy mala mentirosa, pero no se me había ocurrido nada mejor que decirle. Aún así, no indagó demasiado en el asunto ya que le interesaba más el tema de Álec y lo que haríamos. Según ella iba a ser el hombre de mi vida y me casaría con él y todas esas cosas fantasiosas que solo a ella se le ocurrirían.

Eran las 17:30 y aún no lo veía. Tal vez se había retrasado o también me andaba buscando. Ese era el problema de quedar en un lugar público, habiendo tanta gente era difícil dar con alguien. La próxima vez sería más específica.

—¡Ey, Andra, estoy aquí!—Álec me gritó a lo lejos y lo descubrí entre la multitud.

Se había vestido de manera formal. Llevaba una camisa azul celeste, un pantalón de pinza beige y una americana azul marina, y su pelo rubio ceniza oscuro peinado hacia atrás. Yo llevaba algo más casual. Había optado por ponerme unos vaqueros ceñidos junto a una blusa rosa palo de manga larga y mi cabello suelto. No es que me molestase y tampoco es que se viese mal, pero no estábamos en un lugar de etiqueta, las personas no iban tan arregladas.

—¿Poniéndote guapo para la primera cita?—le sonreí en forma de burla y por un momento dudé de si se lo había tomado a malas.

—Bueno, hay que estar a la altura de una mujer así, ¿no?—me devolvió la sonrisa haciéndome sonrojar. Comenzamos a caminar por la zona.

Tal vez no era tan malo haber quedado con él. Reconozco que al principio dudé bastante en si venir o no, no me quedaban ganas después de lo del día anterior. Pero tal vez el hecho de salir con alguien me hiciese olvidarme un poco de lo ocurrido. Y era eso lo que necesitaba, olvidar, aunque solo fuese por un rato.

—¿Por qué os lleváis tan mal Kaín y tú?—pareció ser que mi pregunta le tomó por sorpresa, pues no sabía qué contestar.

—No nos llevamos mal—respondió poco convincente.

—Pues eso no es lo que él dice...

—¿Has hablado con él?—su rostro se deformó evidenciando la molestia.

Había hecho muy mal en hacer esa pregunta, a veces mi curiosidad me hacía tener impulsos como ese. ¿Qué iba a decirle, que el día anterior me querían secuestrar y estuve toda la tarde con Kaín y ahí me confirmó lo evidente​? Además ya me había advertido de no decirle a nadie lo ocurrido, no debía contarle nada de lo que había sucedido por su bien y por el mío.

¿Y qué tal si sabían donde vivía y me habían estado siguiendo todo el tiempo? Quizás podían hacerle daño a él, que lo único que había hecho era haberse portado bien conmigo y haberme tratado bien desde que llegué a la ciudad.

Y una razón más, ¿Qué pensaría si supiese que pasé toda la tarde con el chico con el​ que no se lleva? No es que tuviese que darle ninguna explicación, no teníamos nada, pero no creo que le sentase bien enterarse de ello y de esa forma. Y a juzgar por su reacción, no iba mal encaminada.

Bendita MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora