Caminé por los pasillos de la universidad buscando mi aula hasta llegar a ella. Debía tener unas ojeras enormes, sin contar las pocas ganas que tenía de estar ahí.
Me había pasado todo el fin de semana estudiando los apuntes, pues el examen que se realizaría en dos días contaba mucho para la nota final.
Otra vez volvía a ser el centro de atención, y ya no era por el rumor que habían inventado, algo que en esos momentos lo prefería aun si el motivo de hablar era otro. Más bien, se viralizó un vídeo en el que una chica con un vestido ajustado bailaba de todo y con todo en una fiesta en la que habían demasiadas personas. Y es que a esa chica no podría habérsele ocurrido que aquello podría llegar a pasar, prefirió tomar de más y dejarse llevar por el éxtasis del momento.
Solo por ese vídeo decidí no coger el móvil, incluso lo había dejado en casa para no saber nada del tema, porque de seguro, ya todos lo habían visto, y me era suficiente con sus chismes.
Lo peor de todo fue devolverle el vestido en esas condiciones a Kate. Me había inventado una excusa, donde yo decidía tomar un camino largo en el que habían árboles y piedras, y por ello tropezaba con los zapatos, cayendo contra estás, rasgando el vestido y además provocando esas heridas en mi cuerpo. Heridas que Hugo se había molestado en curar tratando de que no se infectasen y me pusiera en peligro.
Lo bueno es que me creyó puesto que cerca de la casa de Jake se encontraba una zona similar a la que describí. Aunque se había molestado con James, diciendo que él era culpable por no llevarme a casa, y conmigo, porque según ella había sido cabezota al no aceptar que fuésemos juntas.
No recordaba todo a la perfección, pero tampoco tomé lo suficiente como para olvidar cosas específicas que habían sucedido en esa dichosa fiesta.
¿Qué relación podía llegar a tener Jake, un universitario guapo que contaba con el dinero de su familia y era muy popular, con Andrés, un tipo que se pasaba el día borracho intentando tomar a chicas por la fuerza?
Aunque claro, quizás el hecho de que ambos fuesen unos idiotas que solo pensaban en sexo influía en algo.
No sabía si lo correcto era ir con Kaín y contárselo, después de todo era parte de su banda. Y ya no era por lo que pudiese pasar conmigo, sino que le había mentido a su jefe, y era posible que si se enterase de aquello Kaín estuviese en problemas. Qué mínimo que decirselo para poder solucionarlo, después de no haberme matado como había asegurado que haría.
Pero tampoco quería enfrentarlo. Estaba claro que él sí debía estar lo suficientemente borracho como para haberse acercado a mí, bailar conmigo, y aceptar mi beso.
Y qué beso.
Pero quizás sí se acordaba, y sería demasiado incómodo hablar con él después de aquello.
La campana sonó sacándome de mis pensamientos. Lo cierto es que las primeras horas se me pasaron volando, y lo agradecía, porque ya solo quedaba la mitad y volvería a casa, donde me sentía a salvo de todo.
—Señoras y señores—habló Kate a mis espaldas alcanzándome.—Les presentamos a la bailarina más sexy y sensual del planeta, ¡Andra Bélic!—comenzó a imitar a un público aclamante.
—¿Qué haces, Kate?—logró hacerme sonreír.
—Te estoy presentando, tu público te reclama—rodeó mi cuello con su brazo y comenzó a dar saltitos todo el camino hasta llegar a la cafetería.
ESTÁS LEYENDO
Bendita Maldición
RomantizmAndra Bélic es una chica seria, con sus metas e ideas claras. Ella cree que al cambiar de ciudad su vida en adelante solo puede mejorar tras huir de su pasado y de esa forma conseguir de una vez su gran objetivo. Sin embargo, su camino se tuerce cua...