7 años después....
Revisé una vez más las ventanas por si veía aparecer el coche de Kaín, pero ni rastro de él. Suspiré al ver que pasaría una noche más sola.
Hacía una semana que empezó a comportarse de manera extraña, distante, ausente. Llegaba tarde muchas veces, y estos tres últimos días estuvo fuera de casa. Ni un mensaje, ni una llamada si quiera. Me preocupaba que no diera señales de vida. Me dijo que tenía algo importante que resolver con Diego, y tenía miedo de que hubiese vuelto a las de antes, cuando siempre estaba envuelto en problemas. Ahora no podía permitirse el lujo de salir herido, me lo prometió...
Oí el golpe de una puerta cerrarse con fuerza, y me puse la bata para salir a ver de quién se trataba.
Salí al pasillo y la luz del baño estaba encendida y la puerta cerrada. Giré la cabeza a una de las habitaciones que quedaba cerca de la mía, y en esta Ethan esperaba en el umbral con los brazos cruzados.
—¿Otra vez?—me acerqué a él besando su cabeza.
—Ha sido sin querer—me miró con sus preciosos ojos azules y no pude enfadarme con él.
—Damián, cielo—toqué la puerta del servicio esperando a que me abriese.—no estoy enfadada, ábreme—la puerta se entornó, y pude ver su enorme ojo marrón, el único que me dejaba ver puesto que no me permitía entrar por completo.—vamos, sal.
—Ha sido culpa mía—volvió a intervenir Ethan, cubriéndole, como siempre.
Damián era un niño muy activo, y siempre intentaba aparentar ser valiente, así que le pedía a Ethan que le pusiera todas las noches, al menos las que no me daba cuenta, una película de terror. El resultado era tener a un Damián asustado que no conseguía conciliar el sueño y acababa haciéndose pipí en la cama.
—Ethan, mi amor, si te digo que no le pongas esas películas es justo por esto, apenas tiene 4 años, ni siquiera tú deberías verlas—suspiré tratando de no gritarle para no empeorar la situación.—cuando vuelva tu padre me va a oír, siempre le digo que no os deje eso a la vista.
—¿Cuándo va a volver papá?—preguntó Ethan nostálgico.
—No sé, cielo, sabes que está trabajando—hice el mejor esfuerzo por creerme mi propia mentira.—vamos a arreglar este estropicio, venga.
Entré en la habitación de los niños y encendí la luz para sacar ropa para Damian. Retiré las sábanas mojadas de la cama y me encontré papeles de chucherías en esta.
Oh sí, Kaín me iba a oír...
—Eso también ha sido sin querer...—volvió a mirarme con esos ojos.
—Ethan, tu hermano no puede comer caramelos, no está bien que escondas las cosas que hace—esta vez sí lo regañé. La energía que tenía ese niño no era normal, y si encima se le sumaba que le dieran dulces se convertía en todo un torbellino. Pero el problema estaba en que los cogía él solo, y se atiborraba a no poder más.—No quiero enfadarme contigo, pero si no me dices las cosas él no aprenderá de los errores. Y tú, Damián, está feo coger las cosas de mamá.
Hizo un puchero e inmediatamente se puso a llorar. Por dios... Iban a acabar conmigo muy pronto. Por lo menos Ethan solo se sentía culpable y no me produció ningún dolor de cabeza más.
—Vamos a hacer una cosa—suspiré cansada. Dormía muy pocas horas y no tenía ganas de seguir en esas.—Voy a hacer como que esto no ha pasado y hoy dormiremos todos juntos, ¿Vale?—levanté a Damián dejándolo sobre la cama y lo desvestí para cambiarlo.—pero no quiero que seas tan travieso, Damián. A mamá también le gustan los dulces, si quieres uno solo pídemelo—besé su cabecita y terminé de ponerle el otro pijama.
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Bendita Maldición
RomanceAndra Bélic es una chica seria, con sus metas e ideas claras. Ella cree que al cambiar de ciudad su vida en adelante solo puede mejorar tras huir de su pasado y de esa forma conseguir de una vez su gran objetivo. Sin embargo, su camino se tuerce cua...