—Ya casi vamos a cerrar, Ana, deja de andar en las nubes—le regañó Cory limpiando las últimas mesas.
Este mes había sido más complicado que los demás. Nos quedamos hasta tarde para limpiar el doble, puesto que el local permaneció cerrado todas las vacaciones. Era una tradición de Alfred, se ausentaba siempre que se aproximaban las fiestas, decía que tenía derecho a disfrutar como los demás, y nosotros también.
—Tu novia lleva media hora metida en el baño, se esconde para no hacer nada. Ve y dale la vara a ella—se sentó en una de las mesas contestando mensajes.
—Dejad de pelear, solo queda pasar el trapo, así que, ¿Qué más da?—terminé de limpiar una de las ventanas. Impresionaba la cantidad de polvo que se acumulaba en apenas unas semanas.
—¿Andra?—entró Jael por la puerta. Se suponía que estaba cerrado, no podía pasar nadie, pero a Cory siempre se le olvidaba echar el pestillo.
— Jael...—suspiré al llamarme. Después de no verle tanto tiempo y saber que ahora se iba...—¿Qué haces aquí? Ya vamos a cerrar—me acerqué a él dejando el trapo sobre la mesa.
—Lo sé, por eso vine a estas horas—rascó su cabeza mirándonos a todos.—pensé que ya no quedaría nadie, pero por suerte vi las luces encendidas.
—¿Y qué necesitas?—mordí mi labio inferior esperando a que hablase de una vez.—Es raro verte después de tu desaparición repentina.
—Lo siento, he estado un poco ocupado—sonrió disculpándose.—En realidad he venido para despedirme de ti, o de todos vosotros, para ser más exacto—los señalo para no ofenderlos, puesto que escuchaban atentamente la conversación.
—¿A dónde vas?—me puse más seria.
—Voy a estudiar veterinaria, ¿recuerdas?—agarró mis manos y fijó su mirada.—He decidido estudiar lejos de esta ciudad, los recursos son mucho más efectivos. Y para ser honesto, seguir viviendo con mis padres no me va a ayudar mucho.
James acabó por contarme la verdad, pero de su boca sonaba peor.
—¿De verdad tienes que irte?—me entristecí. Después de todo acabé por acostumbrarme a su presencia y a sus ataques repentinos de sinceridad.—Puedes seguir aquí.
—La decisión ya está tomada. De hecho, me iré en avión esta noche—acarició mi rosotro y lo elevó un poco con sus dedos.—Pero no pongas esa cara, volveré en unos años, aquí también vive mi familia.
—¿Y por qué has esperado hasta ahora para decírmelo?—mordí mi lengua para no decirle ninguna grosería. Lo último que quería era que se fuese con una discusión entre nosotros.—¿Todos los demás lo sabían?
—Sí, y yo les pedí que no te dijeran nada. Seguramente hubieses buscado la forma de hacerme cambiar de opinión, y con lo convincente que eres lo habrías conseguido—sonrió y retiró unos mechones de pelo de mi cara.
—Te voy a echar mucho de menos, esos años van a ser eternos—lo abracé con fuerza y me acogió frotando mi espalda.
—Yo a ti también, pero es lo mejor—besó mi cabeza pero no me soltó.—te prometo que te escribiré todos los días, y te mandaré fotos de lo que haga, de cómo esté.—volvió a levantar mi mentón para que lo mirase a los ojos.—no quiero irme sabiendo que te dejo así, por favor alegra esa cara.
—No quiero—volví a acurrucarme entre sus brazos. Lo agrré con más fuerza, quizás si me quedaba así ignoraría el tiempo y acabaría por quedarse.
—Sé lo que estás intentando—rió.—pero no te va a funcionar—comenzó a hacerme cosquillas al rededor de las costillas, ese era mi punto debil, y al final acabé soltándolo entre risas.—Vamos, voy a estar bien.
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Bendita Maldición
RomanceAndra Bélic es una chica seria, con sus metas e ideas claras. Ella cree que al cambiar de ciudad su vida en adelante solo puede mejorar tras huir de su pasado y de esa forma conseguir de una vez su gran objetivo. Sin embargo, su camino se tuerce cua...