Hacía un rato que habían terminado las clases, y aún no me decidía en si ir o no al encuentro con Kate.
Finalmente acepté. Ya era hora de hablar claro y resolver todo este asunto, que parecía un rompecabezas incapaz de solucionarse.
Me dirigí al aparcamiento, y descubrí el coche de Kate aparcado con ella al lado.
Tragué saliva y me dirigí a él.
—Hola—trató de hacer el ambiente menos incómodo pero era muy difícil conseguirlo.—¿Puedes subir?
Hice caso sin decir nada. Discutir en ese sitio no era la mejor idea.
Arrancó el coche sin añadir nada más y comenzó a conducir por la carretera.
—¿Te importa si vamos a mi casa primero?—preguntó y solo me encogí de hombros haciendo como que no me importaba.
Estuve todo el camino pensando cómo iba a preguntarle aquello. Si bien sabía que era un tema delicado, necesitaba respuestas y cuanto antes.
—Ya hemos llegado—me avisó al darse cuenta de que me había pasado todo el camino sumergida en mis pensamientos y no me había dado cuenta.
Ambas bajamos y entramos sin decir nada.
—Eh, castaña—James se apareció revolviendo mi pelo.—Desde ayer no te veo, me alegra ver que estás bien.—me sonrió pero no dije nada.
—Déjala, James no es un buen momento—Kate hablaba seria, sabía muy bien que algo no andaba bien.
Entramos a su habitación y cerró la puerta tras de sí para tener más intimidad.
—Siento el desorden.—se disculpó. Aunque no sabía muy bien por qué cuando había estado mil veces a su dormitorio y siempre lo encontraba igual.
Nos sentamos en el sofá que quedaba por el fondo pero ninguna decía nada. Solo deseábamos no estar en esa situación.
—Voy a ser directa Kate, y quiero que me hables con la verdad—finalmente lo dije, haciendo que se pusiera algo más nerviosa.—¿Es cierto que mantuviste una relación con Álec?
No contestó al momento, pero el haberse puesto pálida tan repentinamente hablaba por sí sola.
—¿Quién te lo ha contando?—noté como se estremecía.
—¿Es cierto?—sentí la rabia crecer dentro de mí.—¡Respóndeme!
—S-sí—terminó por afirmar.
Rabia, furia, odio. Ninguno de esos sentimientos describían lo que sentía. Era una inmensa decepción, de la que cada vez costaba más desprenderse.
—Así que todo lo que me dijo era cierto...—sus ojos estaban al borde de las lágrimas, pero ya no me la creía. Tal vez era un truco para ganarme de nuevo.—No entiendo cómo has sido capaz de utilizar a las personas de esa manera solo para tu conveniencia. ¿James, Álec? ¡Incluso fuiste capaz de mencionar a tu madre! ¿Todo por qué? ¿Por conseguir tus objetivos?
Algo dentro de mí decía que debía callarme ahora que estaba a tiempo, pero simplemente no podía. Tenía rabia acumulada, que cada vez iba en aumento. Ella, sin embargo, solo lloraba, sin saber qué contestar o cómo actuar.
—¿Qué me dices de Hugo?—estallé en ira.—¿Pretendías hacerle lo mismo a él? ¿Por eso tanta insistencia en conocerle?
—Con Hugo es diferente—hablaba como si aquello la ofendiese y ahí se esfumó toda la paciencia que me quedaba.
—Las personas como tú me dan asco, no soporto verte a la cara—escupía mis palabras como balas.—No te mereces a toda la gente que se preocupa por tí.
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Bendita Maldición
RomanceAndra Bélic es una chica seria, con sus metas e ideas claras. Ella cree que al cambiar de ciudad su vida en adelante solo puede mejorar tras huir de su pasado y de esa forma conseguir de una vez su gran objetivo. Sin embargo, su camino se tuerce cua...