Puedo explicarlo.

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—Así que...—observé fijamente a Kate.—¿Qué se supone que tengo que saber?

—Hugo ha hablado conmigo...—bajó la mirada triste.—Es más perfecto de lo que pensaba, ha sido capaz de enfrentarme sin andarse con rodeos.

—Explícate, no te entiendo bien—mentí. Estaba segura de que le habría contado todo.

—Me ha confesado que es gay—echó su cuerpo sobre la cama mirando al techo de su habitación.—al parecer se dio cuenta de que estaba pillada por él, pero no quiso ser grosero conmigo...—bajó la mirada hacia mí, que me encontraba a los pies de la misma cama sentada.—Es increíble, no deja de sorprenderme—soltó un largo suspiro.

—Bueno, no es tan malo como creí...—intenté animarla de alguna forma.

—Lo sabías desde el principio, ¿verdad?

—¡No!—hablé firme no queriendo que se hiciera una idea equivocada.—me enteré hace unos días, no quiero que pienses mal de mí.

—Descuida, sé que lo harías por mi bien. Y yo que creía que por fin iba a estar con alguien bueno...

—No digas esas cosas—toqué una de sus rodillas  cálidamente—dicen que a cada uno se nos asigna una persona perfecta para nosotros, quizás Hugo no era para ti.

—Sí, pero yo lo quería a él—cerró los ojos y se los cubrió con uno de los brazos.—espero que al menos el chico ese que le interesa le corresponda, se lo merece.

—¿Chico?—me sorprendió que también le hablase de eso, aunque me parecía extraño que no le dijera de quién se trataba.

—Así es, se atrevió a confesaármelo porque dijo que no quería hacerme esperar algo que quizás no llegaría nunca, que a él le interesaba otro y que no quería malgastar mi tiempo. Y me soltó todo ese rollo de que soy una chica increíble, lo típico que se dice cuando quieres dejar a alguien.

—Bueno, en esa última parte coincido con él—le di un codazo.—eres una chica increíble, estoy segura de que más de uno se ha dado cuenta de eso—le sonreí.

—El idiota de James también me dice eso todo el tiempo—sonrió también, pero una lágrima resbaló de su mejilla y unas cuantas más se le unieron.

—Oye, no llores—me acerqué a su rostro para secarlo.—me rompe verte así.

—No, estoy bien—se incorporó secando por completo sus ojos, se me pasará.

—De verdad sentías por él, ¿eh?—pasé mi mano por su espalda dándole mi apoyo.—Hoy hizo un buen día y quedó una noche fresca—señalé la ventana para que ella misma lo observase.—¿No te apetece dar una vuelta?

—No, no estoy de humor.

—Te hará sentir mejor, te lo prometo—le animé a salir de la habitación, incluso su padre estaba preocupado, me lo dijo al entrar en el hogar.—vamos—tiré de su brazo para que me acompañase.

—¡Me vas a romper el brazo!—salió disparada de la cama, pero al menos conseguí hacerle reír.

—¿Quieres que avise a James?

—No te molestes—comenzó a desvestirse poniéndose una ropa más adecuada que el pijama para salir.—Se fue en la tarde y no ha vuelto, dijo que quería dar un paseo, pero parece que se ha dado más de uno.

—Quizás se haya encontrado a algún amigo, quién sabe—no le di importancia. El teléfono comenzó a vibrar y no pude evitar sonreír al leer el nombre de Kaín en la pantalla.

—Esa sonrisa tonta...—me dirigió una mirada cómplice.—puedes contestar, no me importa. Igual no estoy tan contenta por Kandra, me voy a quedar sin amiga al final—se cruzó de brazos y yo solo sonreí.

Bendita MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora