Caras conocidas.

31 6 2
                                    

Cuando Carlos aclaró que las personas que asistirían a esa fiesta serían de una edad elevada no se quedaba corto. Muchos de los presentes superaban los 40 años, pero por suerte algunos trajeron acompañantes más jóvenes como nietos o sobrinos o hijos, o incluso "compañeras de trabajo".  En esos momentos cualquiera me valía para distraerme de esa reunión tan aburrida.

Me encontraba sentada en uno de los sofás que quedaban junto a la pared observando a los invitados que intentaban pasar el tiempo hablando o bailando. Después de todo no hice un mal trabajo, a mi parecer todo se había decorado como una fiesta elegante, pero sin perder ese toque agradable que sabía que el resto percibiría bien. Pero ellos preferían simular ser momias o zombies, que ocupaban el lugar solo por no hacer el feo.

—Estoy seguro que detrás de esa máscara se esconde una preciosa mujer—se sentó uno de los hombres que rondaba la sala.—aunque no comprendo por qué nadie te ha sacado a bailar aún.

—Porque no me interesa bailar, estoy algo cansada—dirigí la vista hacia él, y lo descubrí con una máscara blanca y un traje negro. Pero a juzgar por su apariencia no parecía uno de los hombres cincuentones que había invitado Álec.

—¿Ni siquiera conmigo?—retiró su máscara un poco para que lo viese mejor y casi me ponía a llorar. Su media sonrisa y esa actitud...

—¿Qué haces aquí, Jake?—quise abrazarlo pero me aguanté las ganas sabiendo que me vigilaban todo el tiempo.—¿Cómo me has encontrado?

—Estoy acompañando a alguien, pero no me resistí a venir a saludarte.—agarró mi mano y se puso en pie.—¿Quieres bailar mientras hablamos?—le sonreí e inmediatamente lo seguí por la sala buscando un lugar.

—No sabes cuánto me alegro de verte, casi siento que estoy soñando—volví a sonreír, después de todo me daba mucho gusto conocer alguna cara allí. Unió nuestras manos y comenzamos a danzar.

—¿Qué es todo esto?—preguntó desconcertado.—¿Desde cuándo eres pareja de ese?

—¿Cómo te has enterado?—bajé la mirada sin querer ver sus ojos decepcionados.

—Investigué un poco, aunque jamás imaginé encontrarte aquí. Decían tantas cosas de ti...

—Estoy al tanto, no te preocupes—volví a mirarlo queriendo decirle algo que quizás le partiría el corazón.—Tengo que contarte una cosa.

—Adelante, no te quedes callada—me invitó a hablar.

—Tu hermano...—negué con la cabeza no queriendo terminar la oración.

—Lo sé...—soltó un leve suspiro.—encontraron su cuerpo hace unos meses cerca del río. Dijeron que se había suicidado, pero pese a tener problemas mentales nunca había tenido razones para hacerlo, se aferraba a la vida más que nadie—dirigí la mirada a Álec unos segundos y lo descubrí hablando entretenidamente con otras personas, tan bueno y tan inocente que cualquiera lo creería ángel.—investigué por mi cuenta, me enteré de todas las cosas sucias que hacía. Violó a muchas chicas y luego las mató—me miró como si supiese que yo también había sido víctima suya, aunque por suerte nunca llegó a hacerme nada.

—¿Por eso estás aquí?—mordí mi labio inferior preocupada.—es peligroso que intentes nada en su contra, vas a salir perjudicado tú.

—Sí, hemos venido para ajustar cuentas. Voy a vengar a mi hermano así sea lo último que haga.

—¿Hemos?—al parecer no era el único que quería vengarse.—es cierto, dijiste que viniste a acompañar a alguien, ¿Quién es?

—Él—señaló detrás de mí, y antes de girarme sentí como unos brazos me rodeaban paralizando todo mi cuerpo. Jake me soltó sonriendo y dejó que aquella figura terminase de rodearme por completo—nos vemos luego, creo que he visto a una mujer joven por esa zona—me guiñó un ojo y se marchó.

Bendita MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora