No caigas en tentaciones.

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Mi mirada se desvió a sus abdominales los cuales estaban perfectamente formados. Había que reconocer que tenía un muy buen cuerpo, si su actitud fuese así de buena todo sería mucho más fácil. También me di cuenta de que tenía varios tatuajes a lo largo del cuerpo, los cuales me quedé observando.

—Puedes babear luego, ahora tienes
que alejarte. Hugo tienes trabajo—se sentó en una de las sillas esperando a que este se acercase.

Me di cuenta de que se estaba desangrando pues tenía el brazo bastante herido, al parecer una de las balas lo habían alcanzado y no estaba segura, pero parecía infectada. Había perdido mucha sangre y eso iba a pasarle factura.

Hugo inmediatamente se puso con él. Debía sacarle la bala como fuese y habría que mirar si le había dañado algún hueso. Sin pensármelo dos veces me aproximé a ellos esperando servir de algo. No es que me gustase mucho la sangre y tampoco entendía mucho de eso pero igualmente no podía dejarle así.

—¿No me has oído? Solo vas a molestarlo. Necesita concentración—ahora sí empezaba a evidenciarse su dolor.

—Hugo, ¿en qué puedo ayudar?—Lo ignoré completamente y cambié de lugar poniéndome por la parte del brazo herido.

—¿Es que estás sorda?—se estaba enfadando pero no me importaba.

—Déjala Kaín, necesito ayuda—cogió un algodón y comenzó a limpiar la zona afectada.—Andra, continua limpiándolo para que pueda trabajar mejor.

Obedecí a Hugo mientras él sacaba una serie de herramientas de uno de las maletas que habían en la mesa de antes cuando me curaba a mí. Kaín por otro lado se limitó a mirar al suelo con tal de no verme a la cara.

Se había molestado mucho pero no era momento para complacer sus caprichos. Si podía ayudar en algo iba a hacerlo.

La tensión se notaba a Kilómetros, y no solo por la situación en la que estábamos, siempre que estaba tan cerca de él me sentía extraña, como si algo despertase dentro de mí aunque no sabía qué era exactamente, y a veces tenía la impresión de que esa misma sensación también la tenía él.

(...)

Después de una hora tratando de sacarle la bala, Hugo lo consiguió. Me iba indicando cómo sujetar las pinzas para mantener abierta la herida, cómo limpiar los alrededores para que no le molestase la sangre, o cómo ayudarle a sacar la bala poco a poco.

Después de haberlo conseguido solo faltaba coserle la herida y vendarle el brazo pero de eso se encargó Hugo.

Había algo que no entendía, si estaba tan grave y sabía que se estaba desangrando, ¿Por qué pidió que me atendiese a mí primero? Yo también estaba herida y tenía varias marcas pero no se le comparaba a el daño que causaba una bala. ¿Y lo que había dicho Hugo?

"No debería decirte esto, pero si te trajo hasta aquí debes de importarle mucho."

¿Qué significaba todo aquello?

Sin darme cuenta me había quedado mirando el cuerpo desnudo de Kaín. En su brazo derecho destacaba uno de los tatuajes, eran unas iniciales, y aunque podía ser uno de los más pequeños, sobresalía entre el resto por su diseño y su forma trazada tan perfecta. En cuanto se dio cuenta de que lo estaba mirando se puso la camiseta molesto y se dio la vuelta para hablar con Hugo.

Bendita MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora