Acabarás hablándome.

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Sentía que iba a explotarme la cabeza. Debía tener unas pintas horribles pues ni siquiera me había arreglado demasiado. Entre las copas de ayer y el resfriado que cogí por culpa de quién yo me sabía, había conseguido un estado penoso, tanto interno como externo.

Al menos Kate se había recuperado, aunque no recordaba mucho sobre lo ocurrido. Decidió descansar como le había indicado Hugo, así que no asistió a clases en todo el día. Había tenido que soportarlo solita.

Lo peor de todo era el rumor que Doris se había encargado de difundir por todas partes alardeando de que se había acostado con "la bestia de Kaín Williams", quién le había dejado en desvelo toda la noche, no hacía falta mencionar por qué.

No la culpaba, sabía muy bien lo que se decía de Kaín y de sus dotes, y entendía que Doris quisiera presumirlo por todas partes, pues pasar una noche con él era digno de ello, no es que cualquiera lo consiguiese, eso también lo sabía bien.

-Qué pintas...iught-habló James tras de mí.-Ni yo con el resacón de mi vida quedo así-rodeó mi cuello con su brazo y comenzamos a caminar.-¿Ya has oído lo que se va diciendo por ahí? Sobre Kaín, quiero decir.

-Sí...-me encogí de hombros.-Es lo que hay, fue su decisión.

-¿Entonces es cierto?-se asombró, como si no conociese a Kaín. Al fin y al cabo él también era hombre, sabía lo que significa eso.

-Sí, parece que sí.

-James, ¿Tienes unos minutos?-se acercó Jake por detrás robándome a James.

-Yo me voy adelantando-me despedí de James y me marché.

No es que me cayese mal Jake, aunque tenía motivos de sobra para ello, la razón de marcharme era ocupar un sitio en la cafetería, ya que eso se abarrotaba y solo dejaban libre el lugar que quedaba junto al bote de basura. Algo repugnante a decir verdad, y que no me producía demasiado júbilo.

Me senté en una de las mesas, como de costumbre y revisé el menú. Decidí escoger unas crepes de pavo y queso que a simple vista se veía lo deliciosas que iban a estar, y lo que iba a disfrutarlas.

Corté el primer trozo listo para llevármelo a la boca cuando sentí la figura de alguien sentarse junto a mí.

Su perfume era único, por lo que no necesitaba voltearme para saber de quién se trataba, y supuse que nadie estaría tan loco como para sentarse junto a mí en ese estado. Solo lo ignoré y me dediqué a centrarme en mi comida.

Cogió el bote de ketchup sin venir a cuento y comenzó a dibujar un círculo pequeño sobre mi almuerzo que comenzaba a agrandar cada vez más hasta conseguir cubrir todo el plato.

¿Qué se suponía que pretendía conseguir con eso?

Al terminar, cogió el tenedor con el que yo iba a comer y se metió en la boca el pedacito que había cortado quedando tranquilo.

-Acabarás hablándome, te lo prometo-susurró cerca de mí para luego retirarse.

Así que se trataba de eso, pensaba que así volvería a dirigirle la palabra... No sabía con quién se había metido a jugar, no iba a hablarle si era lo que quería. ¿Qué tan difícil podía ser? Solo tenía que ignorarlo...

Retiré con el tenedor todo el ketchup de mi almuerzo, pero ya no era lo mismo.

-¿Vas a comerte eso?-James apareció mirándome de una manera un tanto curiosa al ver que solo removía el tenedor una y otra vez sin probar bocado.-es una mezcla un poco rara...-se llevó un trozo a la boca saboreándolo.-pero me gusta-arrastró el plato hasta él y se comió con gusto su contenido.

Bendita MaldiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora