¡De ahora en adelante Os dirigiréis a mi cómo general! >:3

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Silvalas y yo decidimos quedarnos a dormir en la cueva de los goblins para poder empezar a entrenarlos cuanto antes. Como dato curioso que también os servirá de consejo, los goblins roncan, Silvalas es demasiado pegajosa cuando duerme, algunos goblins decidieron llevar la fiesta a la cama con las chicas, en resumen, ¡NO DURMÁIS CON GOBLINS Y AMIGOS! ¡ME HE PASADO TODA LA NOCHE OYENDO RONQUIDOS, JADEOS Y ENTERRADO EN EL PECHO DE SILVALAS! ¡NO HE DORMIDO UNA MIERDA!

Bueno, ahora que me he calmado un poco vamos a entrenar. Me dirigí a donde estaban los goblins.

-Venga, todos arriba.

No hubo movimiento, traté de mover a algunos goblin, sin respuesta, los muy estaban en el décimo sueño. ¿Pero cómo pueden dormir tanto? Ya deben ser las seis de la mañana, no se puede ser tan dormilones.

Trato de levantar a Silvalas, el resultado es el mismo que con los goblins.

-¡VENGA, TODOS ARRIBA!

Y me tiraron una caca.

La mayoría de los goblins siguieron roncando, algunos abrieron los ojos momentáneamente, soltaron un gruñido y se volvieron a dormir, las chicas no fueron la excepción, y luego está lo del goblin que me tiró una caca a la cara, que luego se volvió a dormir.

Me resultó horriblemente ofensivo, ayer estaban emocionados y dispuestos a pelear y sufrir, hoy tras tratar de levantarles me tiraron una caca. Si tuviese un poquitín menos de autocontrol hubiese convertido a todos los presentes en mi experiencia.

Me largo.

Si ellos no están dispuestos a dar el 100% no pinto nada aquí. Además tengo que lavarme la cara. Que se ayuden ellos mismos, o que se extingan, me importa un bledo lo que hagan.

Tan pronto como salí me encontré a Gotaro, llevaba la armadura puesta, el escudo y la lanza, tenía ojeras pero pese a ello parecía de buen humor, en frente de él había unos troncos bastante gruesos que ahora tenían una serie de cortes.

-¡Buenos días Rex-don...! ¡SANTO CIELO! ¡QUE LE HA PASADO!

-Digamos que no les hizo mucha gracia que tratase de levantarlos. Bueno, ya da igual, me voy.

-¡¿a-a donde se va Rex-dono?!

-Obviamente a casa, a lavarme la cara y a tomarla con algún bicho que encuentre.

La cara de Gotaro en ese momento había pasado de desolación total al más absoluto enfado.

-Los castigaré apropiadamente, pero por favor no nos abandone, necesitaremos su ayuda.

-Lo de la caca tampoco me importa mucho, al fin y al cabo se puede lavar, pero lo que me ha molestado de verdad es el ánimo, desde luego que si no cambiáis eso sucumbiréis ante los goblins morados, y yo no pienso ayudar a un grupo sin motivación y disposición a sacrificarse, el único que se salva eres tú, que has permanecido aquí sin apenas dormir para poder entrenar.

-Eso lo cambio yo ahora mismo.

Lo sujete para evitar que se metiera en la cueva a empezar a gritar.

-Me parece bien que les castigues, pero de todos modos tengo que hablar contigo a solas sobre algunos temas, así que acompáñame a lavarme la cara.

Gotaro aceptó a regañadientes, me alegró su disposición a castigar a sus compañeros. Sinceramente, no tenía pensado abandonarlos, solo quería comprobar la disposición a luchar de Gotaro, como poder podría haberme puesto a gritar en la cueva y haberlos despertado, pero esto no me viene mal, ese grupo necesita otras figuras de poder, alguien en quien tengan confianza pero que a la vez le tengan respeto.

The invencible RexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora