Pesadilla.

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Flar.

Estoy en un sueño. ¿Qué cómo lo sé? Porque nuevamente estoy en Vietnam.

Durante el primer flashback estaba en medio de la selva (Para variar), detrás de un tronco de madera, junto a otros tres soldados, todo ello bajo fuerte fuego enemigo. Había otros soldados aliados tras arboles. Otros estaban en el suelo sangrando, no todos estos estaban enteros.

Bajo una terrible lluvia de balas, uno de los soldados que estaban tras nuestra cobertura trataba de entablillar la pierna de otro, cuyos gritos eran inaudibles con el tiroteo.

El motivo por el que estábamos ahí en esa situación era porque había empezado la retirada, y en el proceso de movernos entre campamentos nos habían tendido una emboscada. Nuevamente era mi culpa por no darme cuenta de la trampa.

Alguien tenía que parar de alguna forma a esos soldados con ametralladora. Y con alguien me refiero a mí.

Saqué mis granadas y las conté. Luego las volví a guardar. Seguidamente revisé la munición de mi fusil, así como con cuantos cargadores contaba.

-Ahora vuelvo –Le dije al soldado a mi derecha.

-¿Señor? –Preguntó extrañado el soldado.

Antes de que le diese tiempo a reaccionar y pararme, salí de mi escondite por la izquierda, donde el fuego de ametralladora era más leve y corrí tan rápido como pude.

No tardaron en notarme mientras trataba de rodearles corriendo, y como consecuencia una de las ametralladoras me tomó como único objetivo.

No me importó mucho. Frené en seco tras un árbol, esperé a que los disparos continuasen la que iba a ser mi trayectoria si hubiese salido corriendo, y tras las primeras balas que pasaron al lado del árbol roté al otro lado, apunté y abatí al soldado de ametralladora. Después seguí corriendo.

Estaba a cinco metros de los soldados con ametralladoras y seguía corriendo. La adrenalina me impedía bajar el ritmo por suerte para mí.

Inmediatamente saqué una granada y la lancé. El cese al fuego fue casi inmediato. El único que no se apartó y siguió disparando fue volado en pedazos. Entré en escena y empecé a dispararles.

Entonces se me encasquillo el arma. Sin darme tiempo a mi mismo a soltar improperios, tiré el arma y saqué el cuchillo.

Cuando uno de los soldados me fue a disparar, rápidamente le cogí el cañón del arma y se lo levanté, para inmediatamente después clavarle el cuchillo en la garganta.

Cogí su fusil y maté a otros dos soldados. Un soldado a mi espalda cargó contra mí con un cuchillo, pero cometió el error de venir gritando, así que lo derribé con la culata del fusil y le tiré una granada con suavidad al pecho por mero despecho.

Entonces el último soldado con ametralladora me puso a tiro y empezó a dispararme, pero me moví tras los arboles, donde los disparos rebotaron contra la madera.

Entonces los disparos cesaron y antes de poder preguntarme por qué apareció a mi lado una granada enemiga.

Cogí la granada rápidamente a la vez que salía de mi escondite, corrí un par de metros a la vez que me ponía en posición de lanzarla de nuevo y entonces... la granada explotó en mi mano, reventando mi brazo derecho y lanzándome contra el suelo con un terrible pitido en las orejas.

Aun con el pitido en las orejas, pude girar mi cuerpo con pesadez en el suelo, solo para ver a ese último soldado acercarse con mirada de regocijo. A menos de un metro de mí me apuntó con su arma, pero por relamerse le metieron dos tiros a través del cráneo y cayó a plomo al suelo.

The invencible RexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora