4

3.7K 183 14
                                    

"Él enemigo"

Pasa de medio día, lo se porque la intensa luz se cuela por unos centímetros de separación entre la cortina y la pared. Me encuentro tumbada en la cama con un agotamiento en las piernas; ese hombre ha cumplido su promesa de que le recordaría que estuve con el al día siguiente; aunque fue algo egocéntrico por su parte. La noche tuvo sus cosas buenas, el nivel de estrés que manejaba se redujo un 50%. No me pareció extraño el que estuviese en mis sueños, lo que resulto perturbador fue que el ambiente erótico que mi cerebro fue capaz de crear aun dormida.

Creí que esa etapa de mi vida donde era una chica despreocupada que deseaba que su prometido le hiciera vivir inolvidables experiencias había desaparecido cuando pase de la adolescencia para dar paso a mi vida adulta. Por otra parte la sensación de haber sido poseída por aquel hombre tan atractivo y misterioso reactivo todo lo que supuse estaba muerto dentro de mi, pero solo estaba dormido a la espera de que alguien lo reavivara, y me alegra que haya sido el, el señor Beckham, tan varonil e imponente.

El timbre me arrastra de nuevo al aquí y ahora donde luzco destrozada después de una noche de pasión desenfrenada, la urgencia de ir al baño invade mi sistema. Doy un traspié de camino al interrumpor el timbre resuena de nuevo, presiono el botón para que en recepción dejen entrar a Yulia - nadie es tan desesperada como ella - regreso a la habitación para colocarme un camisón que me llega abajo de la rodilla, es mi mejor amiga, pero recibirla en bragas seria demasiado. Voy al baño aprovechando que tardara en subir ya que el ascensor esta en reparación. 

Una bolsa esconde mi vestido negro que llevaba puesto anoche, a su lado la caja de las donas, una sonrisa se instala en mi rostro al recordar lo sucedido. Me apresuro a recoger los trastos sucios del día anterior y les dejo en el fregador, con la mirada me aseguro de que no se vea todo desordenado; una parte del vestido salmón sobresale en el respaldo de uno de los sofás, a penas puedo esconderlo debajo de un cojín antes de que la puerta sea acribillada a golpes. Abro dejando a su escrutinio mi aspecto.

—Buenos días — musita. Una de sus cejas esta arqueada —¿Porque no te has cambiado aun?

—Buenos días — cierro ya que ha pasado

—Es demasiado tarde y el almuerzo con los inversionistas es en un rato — replica. Un ruido sordo, mi mano se estrella contra la frente — lo has olvidado ¿Cierto? — asiento imperceptiblemente.

Lo olvide, ¡Que irresponsable! mis piernas parecen reaccionar y andan de prisa hasta la habitación tras la mirada divertida de Yulia. No se que es gracioso, llegaremos tarde. ¡Joder!

Me ducho en un santiamén que dudo que haya quedado limpia del todo, incluso lo hice con agua fría - lo cual odio. Camino de un lado para otro en busca de mi secador, entre la maraña de ayer no supe donde quedo.

La ropa esta por todos lados y ni rastro del aparato, sin perder tiempo abro el cajón que resguarda mi ropa interior. Por unos instantes dudo entre las negras, las moradas de encaje o las de leopardo rosa - ¿quién va a verte las bragas? - reclama mi subconsciente. Dándole la razón cojo unas.

Una falda de tubo negra yace al borde de la cama - no recuerdo haberle visto - Ah si, fue un regalo de Raven en forma de burla al decir a todo el mundo que me había echo cirugía de reducción de estomago. - si lo pienso bien no esta mal, es angosta pero es de licra en su totalidad -. Me la coloco y me sorprendo que me queda como guante y hasta podría decir que presiona el abdomen. Cojo una blusa negra de botones, por ultimo me calzo los tacones que llevaba anoche, un poco de rimel, labial. El secador aparece debajo de un puñado de vestidos, seco el cabello lo suficiente para no dejarlo mojado, dejándolo suelto al no tener tiempo de hacer otra cosa con el.

Cayendo en el Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora