Cayendo en el Deseo

10

"Inesperado"

¡Joder! ¡¿Acabo de pedir mi despido?! ¿que me pasa hoy? ¿Que voy hacer si acepta?

—Tiene razón — mi mano queda suspendida en el aire al escuchar las palabras ¡Mierda! — acepte mis disculpas, señorita Silveira.

—Esta bien — abro la puerta y salgo rápidamente por ella.

¡Joder!¡Joder! ¡¿que hice?! Ahora será mas hijo de puta conmigo y ha quedado bien con él señor Cromwell. Estas cavando tu propia tumba.

A la salida voy con Frank y Yulia les platicó con brevedad lo que pasó desde la cafetería, ambos están asombrados del ataque de irá y que he pedido que me despidieran.

—Viendo bien las cosas, no está mal — comentá el castaño — te has defendido de ese patán, segundo has demostrado frente a su mejor amigo que ni para el café sirve.

—Ha quedado bien con él, y yo como una empleada irritada — me recuesto en el asiento del coche — es mi fin, tiene una razon para ser más hijo de puta conmigo.

—¿No creo que se pueda? — me consuela Yulia — Ni para eso tiene talento.

Los tres reímos. Me invitan por una nieve la cual declinó rápidamente, solo me apetece acostarme mirando la película "el diario de bridget Jones" para sentirme mejor no siendo la única mientras acaricio a pelusa.

Llegó dejando mis zapatos en la entrada, un gruñido mitad gemido brota de mis labios al sentir el alivio, los tacones no son lo mío en definitiva, me tumbo en el sofá, pelusa me salta de pronto parece algo inquieta.

—Ya estoy aquí, calma — le acaricio, maulla en alerta como cuando alguien invade su espacio.

—¡Dios santo! Por un momento creí que habías venias con alguien mas — de un salto me incorporó, esta ahí parado justo en el marco de la puerta de la habitación ¡¿Como ha entrado? — me alegra que la satisfacción fuera por unos simples zapatos y un gato.

Pelusa suelta un maullido, eso fue una ofensa.

—Es gata — aclaró — ¡¿Como entraste? — indago más brusco de lo que pretendía.

—Estoy aquí, esperándote ¿y eso es lo único que dirás? ¿Como entre? — me encojo de hombros, intento hacerme la dura, en realidad estoy reprimiendo las ganas de saltar en sus brazos — con las llaves — me muestra mi llavero.

Con razón no pude encontrarlas ayer.

—Dámelas que necesito darle el repuesto al portero — extiendo la mano.

Da unos cuantos pasos rodeando el sofá para estar frente a mi, deja las llaves en la palma, roza sus dedos enrollandolos en los míos, me atrae hacia su pecho.

—Mmm...hueles muy bién — ronronea cerca de mi cuello, me derrite — mas que bien.

—¿Que haces aquí? — estoy apunto de golpearme por ser tan arisca, pero necesito respuestas — dijiste que mi elección fue pizza.

Niega sonriendo. ¿Que es tan divertido?

—Lo decía por ayer, dulzura — sus labios se acercan a los míos tan lento que alcanzó a reaccionar y me alejó.