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"Demasiado bueno para ser verdad"

¡¿Que?! ¡Joder!

—Bromeó — comenta divertido — no pasa nada, relajate solo comeremos — dejo escapar un suspiro — si eso quieres, claro.

Su boca esta curveada hacia la izquierda en una sonrisa arrogante y perversa. No me da tiempo de contestarle ya que él camarero nos trae un vino y nos ofrece una copa, sin reparos le cojo y sorbo de un trago el contenido, el camarero y Héctor se encuentran observándome  sorprendidos.

—Tengo sed — me excusó sonrojada.

—Dejaré esto aquí — posa la  botella sobre la mesa.

Le sigo con la mirada al verlo alejarse pero dejo de hacerlo al reparar en una de las mesas no tan lejanas a la nuestra a un hombre, su cabello canoso y sus facciones. ¡Demonios! Es uno de los accionistas de Constructoras Cromwell, no puede verme no con él, no aquí.

—¿Que te ocurre? De pronto te has puesto pálida.

—Vámonos — dejo en la mesa la servilleta que hace unos instantes estaba en mis piernas — ahora.

Frunce las cejas sin llegar a entiender el cambio tan brusco de actitud.

—En aquella mesa — aún en desconcierto gira su cabeza — es un accionista y amigo de los Cromwell ¡Mis jefes! — exclamó en un intento para que note la gravedad de esto— no pueden verme....no contigo, por favor vámonos.

Me parece ver una vaga decepción en su rostro. Un momento me mira de manera inquietante y sin moverse de la silla y al siguiente con una ligera sonrisa adornando sus labios.

—Lo mejor de este lugar — Susurra rozando un poco la piel de mi oído. Por favor, suplicó internamente — su discreción es absoluta, nadie menciona que ha estado ni que se hizo o vio en el mismo, todos estamos en el anonimato.

¿Que le pasa? ¿Acaso no lo entiende? ¡Tengo que irme! Esta en juego mi empleo y acabo de ser ascendida.

—He dicho que nos vayamos — mascullo en un tono más alto.

—Estamos bien, deberías calmarte ¿no has reparado que esta con alguien? — Mi vista se dirige a donde señala su mano. Una rubia de ojos verde lleva un escote que esta de muerte, sonríe insinuante ante aquel hombre quién esta feliz con ello — ¿Lo notas? Es el primero interesado en que su esposa no se enteré.

No muy segura vuelvo a tomar asiento. Su mano va en busca de la mía aprisionándola, su pulgar acaricia levemente el dorso. Destellos electrizantes recorren de un punto hasta otro más íntimo, las mejillas arden ante abrumadora sensación. Es muy consciente de mis reacciones que sonríe con suficiencia. ¡Oh, sí! Él señor Beckham juega con mi lívido.

Vemos la carta en silencio. En realidad no sé que pedir, todo es excesivamente elevado de un precio razonable. Siempre he sido independiente y que alguien más pague por mi es inaceptable, al igual que no tengo el dinero ni para pagar el costo de mas de la mitad del menú.

—¿Que vas a ordenar? — observa atento la cartilla.

—No lo sé — soy consciente de lo vaga que ha salido mi voz.

Cayendo en el Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora