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"En celo"

Le observo con los ojos atónitos, aún no me recuperó y el amenaza con acabar conmigo.

—No me veas así — murmura divertido — que no puedo más con la sed de tenerte de nuevo.

Este hombre lujurioso me derrite por dentro. Es lo mejor que me ha podido pasar.

¡Benditas donas! ¡Alabado sea el disfraz!

Relame sus labios quitando el anillo, se limpia con toallas húmedas de la mesita de donde coje un condón que en pocos segundos tiene si erección armada y protegida.

Se tumba encima de mi pecho, entre besos y mordiscos la torrente sanguínea bombardea de nuevo con fuerza, el deseo crece rugiendo en mi vientre con un líquido que comienza a lubricar de nuevo la zona más sensible de mi interior; sus atenciones cadentes, lujuriosas y provocativas no dejan tener otros pensamientos que no sean satisfactorios y eróticos.

—¡Oh, sí! Lo que me hacía falta — murmura hundiéndose en mí parte ya dilatada por el anillo, por mi parte lo recibo entre jadeos y movimientos de pelvis — mi dulce, el más rico de todos, el adictivo — ronronea mordisqueando mi cuello.

Dejo caer la cabeza para darle más acceso, le ofrezco todo arqueando la espalda, soy completamente y absolutamente suya. No tardó en correrme de nuevo entre gemidos y gritos, dos estocadas más sirven para encontrar su liberación.

Respira hondo en mi pecho recuperando el ritmo normal, en mi vientre un delicioso y placentero dolor de alivio, justo esto me hacia falta para que mi humor cambiará por completo.

Un pitido a lo lejos me arranca de los brazos de morfeo, quiero seguir durmiendo pero el ruido no me deja, incorporandome sobre la cama la sábana cae enroscandose en mis caderas dejando mis pechos al desnudo,  Héctor no se encuentra a mi lado ni en la habitación. Esta oscuro y la única luz proviene es del salón, salgo de la cama rápidamente pensando que ya se ha ido, me dentengo al ver su camisa en el suelo, traviesa cojo la prenda y me la pongo abrochando solo dos botones que yacen en mi vientre (siempre quize hacer esto).

Descalza llego a la siguiente habitación, el timbre resuena en el momento que la puerta del baño es abierta Héctor sale por ella, esta mas cerca del interruptor incrustado en la pared. Una sonrisa perversa tiñe su rostro, frunzo el ceño sin saber que es lo que piensa, el aparato resuena varias veces seguidas ¡Rayos!

Cuando reacciono observó a Héctor pulsar el botón y la voz de mi amiga sale por el aparato.

—¡Maldición! Katia Silveira, estoy esperando que salgas para ir al gimnasio, ¡¿Que rayos esperas?! ¡Sal ahora! — se oye furiosa — subiré a por ti si no...

Se ve interrumpida por alguien que francamente ella no esperaba, acto que me sorprende a mi también.

—Lo lamentó tanto — un destello de humor, presiona sus labios que estan apunto de estallar en risa — pero Katia está en una sesión de sexo conmigo y por lo cual creo que no necesitará ir al gimnasio — Yulia se a quedado muda del otro lado del interfon — lo lamento tanto, le diré que viniste...¿esta bién?

—Ah....ah...claro, esta bién — dice después de lo que parece una eternidad.

—Chao — comentá por último antes de echarse a reír como loco.

Cojo un cojín mas cercano del sofá con el golpeó fuertemente en la cabeza.

—¿Por que has hecho eso? — lo acribilló — había quedado con mi amiga, no tienes derecho alguno de correrle — solo ríe con su mano en el estómago y la otra por encima de su cabeza para amortiguar los golpes — no puedes llegar a mi vida a querer cambiar todo.

Cayendo en el Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora