Cayendo en el Deseo

46

"Desamor"

Mi rostro esta contraído, la sangre en mis venas arde en furia. Daniels frente a mi cuestiona cada cosa que he expuesto sobre el proyecto con el señor Oliveros, como si se tratara de lo mas complejo del mundo.

No se como este hombre se graduó de la universidad, si realmente llego hacerlo sospecho que pago una pasta para que se le otorgara dicho titulo. Pretende cambiar casi todo incluso lo que mas le atrajo al cliente que debe ser la prioridad en este caso, es tan imbécil que no se da cuenta que seria un total sabotaje. Probablemente busque desacreditar mi juicio y reemplazarme en el momento oportuno.

—Escucha bien que no voy a volver a repetirlo, no voy a cambiar nada — su gesto se endurece. Exasperado pasea su mano por el cabello justo antes de alargar su mano y abrir un cajón de tras de el. Saca una botella de licor - ¿Whisky? - sirve un poco en un vaso con hielo, da un sorbo y vuelve a servir — sabes que no puedes beber en horario de trabajo ¿no? — me arrepiento al instante que recibo una mirada cargada de irritación.

—Sera a tu manera — deja caer su cuerpo en el respaldo de su silla — solo dejame una copia del proyecto y vete.

—Claro que no — se incorpora bruscamente derramando el liquido del vidrio — no dejare en tus manos mi salvavidas, estarás enloqueciendo.

Deja escapar un sonoro respingo. Sus ojos azules han cambiado a un tono mas oscuro de lo que usualmente son. Tras unos segundos asiente en rendición. Una pequeña batalla que sabe a gloria. Alargo la mano al escritorio y envuelvo el papeleo, tras cogerlo todo echo un vistazo asegurando que no he olvidado nada. Después abandono su despacho.

Minutos antes de que termine la jornada laboral me aseguro de dejar muy bien guardados los planos. Salgo y cierro la puerta de mi oficina. De camino a recursos humanos paso por el baño de mujeres, y haya pasado sin replicar en este si no fuera por un sollozo proveniente de dentro. Pegando la oreja a la madera escucho un llanto que me paraliza los vellos. Giro la perilla y con sorpresa esta cede, por la rendija asomo la cabeza, en uno de los dos cubículos alcanzo a notar unos pies enfundados en unos lujosos tacones.

—¿Yulia? — los gemidos se pausan en cuanto nota mi presencia —¿que ocurre? — indagó entrando por completo y asegurando que nadie mas entre — sal por favor.

Espero con incertidumbre. Después de un rato escucho el pestillo, un chillido por la puertecilla del cubículo que se abre dejando a mi escrutinio una visión espantosa, la rubia tiene los ojos hinchados y rojos, el rímel escurrido por sus mejillas; los labios abultados y morados, lo que pasa siempre cuando llora demasiado. La atraigo rodeando mis brazos en su cuerpo inerte. El dolor atraviesa mi pecho, no me gusta verle en ese estado, una de las cosas que mas me angustian y odio.

—Voy a cortarle los huevos a ese cabrón — exclamo con molestia. A pesar del sollozo logro sacarle una risita quebrada — juro que lo haré.

Mueve ligeramente su cabeza en mi hombro. El rímel deja mancha en mi blusa blanca, comienzo a creer que este color no es para mi, siempre que lo llevo puesto termina sucio con algo imposible de sacar. Solo espero que esta vez si pueda quitar el negro.

—No es culpa de Frank — musita en un tono demasiado bajo — el...bueno...yo...lo mande a la mierda.

—¡¿Que?! — chillo apartando su cuerpo del mio. Como respuesta recibo un encogimiento de hombros —¿te hizo algo? — mueve la cabeza ha los lados — no entiendo entonces ¿porque has hecho eso?