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"Dudas repentinas"

¡Es una mujer!

No hay la menor duda, la imperiosa necesidad por saber todo de ella me invade, se que no puedo acribillar con preguntas a Héctor, sin embargo quedarme  con la duda no es una opción, tengo que saberlo.

El mesero trae la comida y se retira rápidamente, balbuceo un simple "gracias" y continúo observandolo, sigue sonriente, cuelga y se queda instantes mirando el celular, niega con la cabeza.

Ya devuelta le observo con las manos entrelazadas y una ceja arqueada.

—¿Y.....era algo urgente? — falló en mi intento de parecer despreocupada — ¿Trabajo?

—Deberías estar comiendo, se enfría — ignora por completo mis preguntas.

Irritada continúo.

—Ya sé, como trabajo con el enemigo no debo enterarme — comento alterada — ya lo pillé.

Junta ambas manos y apoya la mandíbula en sus nudillos. Intenta descifrar que pasa por mi mente.

—No, era una amiga — su voz es baja y ronca.

—¿Una.....amiga? — nunca he sido celosa, pero ¡Maldición! Que rabia siento.

—Si, estará por la ciudad — coje un tenedor a su lado y prueba un poco — muy bueno.

Hago lo mismo que él, esta muy bueno. Dejo de lado mis celos y disfruto del almuerzo, si hubiese algo fuera de lo común me lo habría ocultado, así que no hay de que preocuparme. Queriendo convencerme opto por ignorar que aquella llamada pasó.

Me coje de la cintura al salir, me sonríe en el cuello, deposita un beso. Sus labios fríos golpean mi piel cálida provocando un chock electrizante.

—Vamos a las cabinas, ver todo desde arriba no tiene comparación.

—¿Ya habías venido?

Una extensa sonrisa en su rostro me confirma que sí, lo ha hecho.

El frío se instala en mis mejillas, tengo que cubrirme con la bufanda, la nariz agradece la calidez, ya comenzaba a no sentirla.

Sonreímos cómplices al estar arriba de una de las cabinas, un nudo en el estómago se instala pero basta un beso para disipar cualquier astibo de miedo en mi sistema y ser reemplazado por el deseo de tenerle.

Sus labios cálidos sobre los mios, los mueve con urgencia y le respondo con la misma avidez.

Me pase gran parte de la mañana intentando patinar con esquis, y Héctor se la paso tratando de enseñarme, al final me di por vencida con el pretexto de que eso no era para mi, él estuvo de acuerdo y se burlaba del asunto cada vez que podía sacarlo a tema. Después de comer, empacamos de vuelta a casa, no quería que se acabara pero teníamos que regresar a trabajar.

~•~

Me despido de Héctor con un pequeño beso en los labios, lo cual no es suficiente para él y me atrae a su boca tomandome de la nuca, encontra de mi voluntad me aparte y salí del coche.

Cayendo en el Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora