Cayendo en el Deseo

16

"Lugares inesperados"

Daniels penetra a Clarissa con los dedos, e intento desviar la mirada, pero sus gemidos me obligan a echar un vistazo por el reflejo en el ascensor. Esta mal espiarles, pero el morbo me gana y me encuentro mirando la escena como si se tratara de una película y yo fuera una espectadora. Tan solo dos pisos más.

—Eso es lo que necesitabas ¿eh?
— no escuchó su respuesta — ¿Que opinas? — me mira a través del metal ¿me pregunta a mi? — que las mujeres necesitan sexo erótico y salvaje para bajar su nivel de tensión.

Se abren las puertas y salgo huyendo sin voltear. ¿Como se atrevió hacer aquello delante de mi?. Admito que me ha excitado, la forma que lo ha hecho, el como se dejo llevar ella, yo mirando todo. Me sonrojo.

~•~

Héctor ha pasado ha recogerme a unas cuadras de mi empleo, no he dejado de pensar en lo ocurrido en el ascensor, lo cual me tiene jugueteando con mis piernas calmando los choques electrizantes en mi zona intima, me muero porque me haga suya. Me imaginó a ambos en un elevador haciendo lo que Daniels y Clarissa, sus dedos debajo urgando en mis bragas hasta encontrarse con mi sexo quien húmedo lo espera.

Un calor sofocante invade mi cara, pecho y pelvis. Bajo el vidrio para refrescar el ambiente denso que me provoca el tenerlo cerca.

La luna luce diferente esta noche, las nubes ligereramente le rodean, eso pasa solo en ciertas estaciones del año. A lo lejos una bandera deteroreada por el sol y la lluvia, ondea por el viento mecendose en el asta. La imagen me es conocida, varias veces la he visto de paseo en el autobús rumbo al pueblo. Me incorporó de pronto.

—¿A dónde vamos? — cuestiono al caer en cuenta que estamos casi a las afueras de la ciudad.

Héctor se limita a verme brevemente con una enorme sonrisa.

—No estoy para bromas, creí que íbamos a mi departamento — agitada le confronto.

—Jamás comente que te llevaría a casa — se encoje de hombros sin despegar la vista al frente.

—Entonces ¿a dónde me llevas? — mis latidos se aceleran por la incertidumbre.

De pronto en mi mente aparecen una serie de preguntas. ¿Que tanto le conozco? No se si es un secuestrador, o tal vez un asesino. ¡Oh dios mío! ¿Y si término en una zanja?

—Deja de pensar que te asesinaré — comenta divertido.

—¿Como puedo estar segura de que no lo harás?

—Te llevó a un lugar, te hace falta distraerte....solo pensé que necesitabas bajar la tensión —Otro que sale con ese pretexto ¿que no se pueden inventar uno nuevo?

—Lo único que necesitó es ir a casa y tener una sesión de buen sexo, es todo — me cruzó de brazos — y basta con el temita de la tensión, por favor.

Una risa se apodera de Héctor, intenta no cerrar los ojos mientras conduce, pero se le complica por la gracia que le ha hecho mi comentario.

—Sabes.....no creí que estuvieses molesta por eso.

—¿Que esperabas? Me has estado tocando — refunfuño.