Jaque

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Rodas y espinas, así es como defino la vida, por un lado es hermosa y sorprendente, por otro horrible y cruel. No todo lo bueno le pasan a personas buenas y honestas, también le suceden cosas malas, lo cual es injusto - una completa mierda; pero es lo que define lo que somos y como actuamos; en lo que nos convertimos.

Me toco conocer al mundo si ningún tipo de anestesia, sin la creencia de la belleza que poseen algunos para verle; la crueldad en ella me ha hecho fuerte, dura e impenetrable. Estoy preparada. Disfrutó de todo cuando puedo, vivo el hoy sin arrepentimiento que el mañana no esta garantizado para nadie.

BETZABETH UNA CHICA DE 19 AÑOS A VIVIDO UNA NIÑEZ HORRIBLE Y HA TENIDO QUE MADURAR PRONTO, ENFRENTARSE A LA VIDA TAL CUAL ES. CUANDO LAS COSAS SE LE COMPLICAN NUEVAMENTE EN SU VIDA, SE ENCUENTRA CON ALGO QUE NUNCA ESPERO, UN IMPREVISTO QUE LLEVA UN NOMBRE QUE HACE MAS DIFICIL TODO.

Pasado...

Aquella muñeca de vestido color rosa, mugriento y roto al igual que una de sus piernas; era lo único que quedaba de su inocencia. Había sufrido tanto para ser tan pequeña y aun así tenía la fortaleza de seguir sonriendo.

Se levanto asomando su mata rubia por la puerta de la habitación, a lo lejos la sala parecía estar sola; con osadía, se atrevió a salir con el juguete en mano en la búsqueda de algo que funcionara para arreglarlo. Sus pasos se volvieron mas sigilosos al pasar junto a la puerta de la habitación de su madre; que al parecer estaba al teléfono.

Llego por fin a la estancia y por encima del sofá sucio echo un vistazo hacia arriba de un mueble viejo. Yacía en las alturas un canasto con agujas, al alcance de su mano y tan lejos de poseerlo.

Se levanto por completo, a pasos lentos y cuidadosos se acerco mirando donde la tela de colores entrelazada sobresalía. Dejo su muñeca en el suelo para desocupar sus manos que se aferraron a la madera que crujió cuando alzo su pie desnudo; estaba encima, se estiro un poco, solo dos peldaños más; unos centímetros y se haría del canasto. La maderase estremeció partiéndose, de la boca lanzó un grito mientras caía a lado de su muñeca. No le dio tiempo de sopesar él golpe cuando un estremecimiento atizó su pequeño corazón que bombeaba de prisa al escuchar unos pasos acercarse, trago saliva, el estomago le dio un vuelco, cerro los ojos lo más fuerte que pudo con la creencia de que si no podía verle, tal vez no existiría.

Cayendo en el Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora