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"Engaños y Mentiras"

No, esto no puede estar pasando, mi mente esta enloqueciendo, ella no puede ser. Mis ojos se desvían conectando con los suyos que emanan angustia. Meneo la cabeza, ¿Como fui tan incrédula?. Trago duro en un vano intento de apartar las lágrimas que surcan sobre mis mejillas. De pronto todo al mi alrededor luce irreal, lejos de mi alcance. Rodeo con los brazos mi cuerpo cogiendo los hombros, mi temperatura ha bajado colando el frío en los huesos, el pecho se estruja con decepción.

—Katia...yo...— elevo la palma porque no quiero escucharle — dulzura...

—No me vuelvas a llamar asi, no te atrevas — mascullo con rabia. Da unos pasos vacilantes hacia delante impulsando a mi cuerpo a salir del agua — alejate de mi, esta bien, solo...alejate.

Elevo ambas palmas sin importarme que estoy desnuda frente a el y su hermana quien se gira, lo que agradezco. Hector se paraliza en el momento que paso por su lado irradiando furia por todos lados tardando en reaccionar con lo que esta sucediendo. Tal vez no se esperaba que fuera a tomarlo de ese modo.

—Dul... — se corta al momento. Se aclara la garganta — Katia, tienes que escuchar — Aferro mi mano al pomo de la puerta del vestidor y me escondo allí. Sus nudillos no tardan en tocar la madera — se que te ha pillado por sorpresa, pero tienes que entenderme — dice antes que el silencio predomine.

Alcanzo la toalla y envuelvo mi cuerpo en ella, proporcionando un calor que de alguna manera me reconforta. Las rodillas flaquean imposibles de soportar mas mi peso sobre ellas, resbalo con la espalda pegada a la pared hasta que inerte abrazo mis piernas aprisionando estas contra mi pecho.

—Jure vengarme de los Cromwell — le escucho con la puerta amortiguando su voz, o tal vez habla bajo — ellos arruinaron a mi padre... — noto que traga duro. Por un momento creo que va a continuar pero no lo hace, en cambio distingo sus pasos por debajo de la rendija de la puerta, se pasea de un lado a otro. Me lo imagino paseando su mano por su cabello dejándole alborotado. Después de un rato se detiene nuevamente — mi padre... — suelta una palabrota seguido de un suspiro — se suicido.

Los vellos de mis manos se erizan al escuchar esa confesión y el tono roto en su voz. Se ha quitado la vida, joder. Una vocecilla me saca del trance, percibo que responde pero no que dice, segundos después sus pasos se alejan. Me incorporo aun temblorosa, cojo mi ropa y sin ducharme me limito a colocarla lo mas rápido que puedo para ir en su búsqueda, la curiosidad me pica, quiero saberlo todo de una vez por todas. Ya vestida cepillo la maraña que es mi cabello, sin una pizca de maquillaje vuelvo a la estancia de la piscina, luce vacío.

—Hector...— le llamo y no obtengo respuesta. Algo dentro me dice que algo a pasado asi que apresuro el paso. En el salón no están ni en la cocina tampoco. Recuerdo que hay otra puerta, la de su despacho — Hec...tor — mascullo asomando la cabeza. Los dos que antes hablaban acaloradamente se han quedado mudos. La frialdad con la que me reciben sus ojos negros me saca de balance, la calidez en ellos se ha esfumado, jamas lo había visto de ese modo.

—Quiero que te vallas de mi casa — dice. Mi pecho da un respingo al escuchar decir aquello sin una pizca de dolor, tan distante — ahora y no quiero... — suelta un suspiro — no quiero volverte a ver, nunca —¡¿que?!

—¿Que ocurre? ¿por que diablos me hablas asi? — cuestiono confusa.

—Te hablo como se me pega la gana — grita. Por reflejo trastabilló unos pasos hacia atrás. Sus expresión dura e impenetrable estruja mi pecho. Se dirige hacia mi a paso firme me coje del brazo, no me lastima a pesar de que lo hace con presión — Santiago te llevara a tu casa — detengo mi andar, me dedica una mirada de pocos amigos al sentir mi resistencia —¡¿Que coño...?

Cayendo en el Deseo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora