Capitulo V : Nuevo

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-¡Vamos Theo o llegaremos tarde! — grito Nicolás. 

-Ya voy bajando —respondió atándose los zapatos.

-Dejame te ayudo —dijo un niño con su gorrito rojo. Se agacho a ayudando a atar sus zapatos. A Theo siempre le ha costado un poco pero el con amabilidad le explica.

-Siempre me ha costado un poco —confeso sonriente y algo apenado.

-No te preocupes —sonrió. —Al principio a todos nos cuesta —consolado y terminando a hacer el ultimo nudo.

-Gracias... —corto al querer mencionar su nombre. —Soy Adam —presentándose y levantándose sacudiendo sus pantalonsillos café oscuro.

-Soy Theo —abriendo la puerta.

Ambos bajaron hacia las escaleras y el tapiz rojo los acompañaba en sus pasos. La mañana de un domingo amanecía en las ventanas de cada salón. Al llegar al comedor la señorita Anica junto con una nana servían el desayuno en una gran mesa larga.
La señorita Anica siempre sonriente deseando unos buenos días a cada uno de sus niños.

-Te presentare a todos y a todas —señalo Adam con brazos de bienvenida.

Se sentaron en la gran mesa con manteles blancos y adornado con destellos rojos en sus artefactos. El hogar de estos diez niños e niñas es de lo mas deleitanté. La vida en la casa hogar es de lo mas tranquila y pasiva.
La nana Nanny sonriente saluda a todos y a cada uno.

-Mira Nanny te presento a Theo, es nuevo aquí —presento Adam.

-Hola Theo, que tal tu mañana — dijo mientras servía las tostadas francesas.

-Muy bien —sonrió y admirando su gran desayuno.

En el plato blanco de porcelana tomaba espacio dos tostadas francesas con miel o jalea y adornado con bayas. Las fresas les daba un toque llamativo y cierto contraste apetitoso.

-Niños —aplaudió Anica amortiguando el ruido. —Como saben tenemos un nuevo miembro en nuestro hogar —menciono levantándose de su asiento.

-Permitame presentarles a Theo —anuncio con las manos como si fuera una celebridad. Theo se ruborizó a dicha presentación, no estaba muy acostumbrado.

-Theo quieres levantarte para que todos te conozcan —aclamo incitando a que se parara. Theo sin ninguna otra opción se levanto algo penoso pero todos los miraban con recibimiento.

-Espero que todos e todas lo hagan sentir como en casa —señalo y advirtió pero nunca sin dejar de sonreír.

Theo tomo asiento y miro las nuevas caras mirándolo con agrado. Niños de todas las edades e incluso unos cuantos adolescentes como Nicolás. Adam les presento a unos cuantos niños y Theo los saludo. Al seguir viendo una imagen femenina le atrajo su belleza. Cabellera rubia clara, tez clara, rostro angelical y ojos cafés como la miel. Hablaba con sus amigas susurrando unos cuantos secretos y volteaba su mirada al chico nuevo.  

Theo se vio obligado a verla nunca había visto alguien sin igual. Por un momento sentía que podría ser amigable. -—Antes de comer pidamos a Dios nuestros agradecimientos —incito la Srta. Anica inclinando su rostro.
Todos en la mesa inclinaron su rostro y la Srta. Anica dio las gracias como de costumbre, aunque cuantas veces pedía a uno de los niños a decir la oración. —Amen —dijeron todos.
—Buen provecho —exclamo la Srta. Anica. 
    
Los tenedores chocaban en los platos con gran satisfacción. Todos saboreaban los deliciosos frutos con un sabor fresco. Todos comían y platicaban entre sus amigos o con la Srta. Anica y con Nanny. Mas que como una casa hogar es una familia.
Todos se apoyaban como hermanos y hermanas porque es la única familia que conocen y por ello hay que cuidarla e apreciarla. Siempre la Srta. Anica considero eso para sus niños que todos se apoyen a uno al otro como una familia.

Esa es la filosofía de esta gran mansión lleno de compresión, amor y afecto. Todo a gracias de los cálidos brazos de la Srta. Anica con su gratitud. Detrás de sus rizos castaños cobrizos se esconde sus secretos que atormentan su mente pero no lo refleja.

-Recuerden que a las once iremos a misa asi que se alistan —recordó Anica mientras ayudaba a Nanny. Los niños llevaban sus platos y ayudan en ordenar el comedor. Después de terminar sus deberes se dirigían a sus dormitorios a alistarse para la misa dominical.
En sus gavetas sacaban su ropa limpia y planchada. Theo se asustaba un poco en no tener la vestimenta tan reluciente como la de ellos.

Recordó que solo en su mochila tenia una camisa blanca y una azul  y dos pantalones azul ultramarino. Los lentes de sol que le regalo su padre antes de irse y su cuaderno con sus escritos. Solo suspiro y acepto ponerse lo que trajo pero lo mas importante es ir a escuchar la palabra de Dios.

Theo pensó al abrir las puertas del ropero para su sorpresa encontró algo asombroso. Su ropero lleno de ropa de su talla al igual que en zapatos. Olor a lavanda en cada gaveta y miro la misma flor que observaba a sus libros de botánica.  

Se dirigieron a la iglesia caminando en fila india con sus atuendos formales y tonos neutrales. Cada uno con sombreros o boinas caminaban por las calles empedradas. —Siempre me han encantado estas calles —señaló viendo la imagen de un sol en la piedra crema de la calle.

El sol de mediodía tocaba los rostros de cada uno de los niños sonrientes. El festival de las rosas perduraban y los gitanos cantaban canciones aclamando a la gran flecha de la pasión.  Las flechas caídas por cupido al pasar por esta ciudad. 

La leyenda amerita a la intriga de saber la magia de estas flechas. Su poder y su liquido a que contenía. A Theo le daba curiosidad saber que eran esas flechas que quiso tocar una la que estaba en exhibición.  

-Ni lo sueñes —advirtió la niña rubia de ojos cafés. Theo solo la quedo observando con intriga y fascinación.

-¿Que son? —pregunto Theo con curiosidad quitando su mano.

-Son las flechas de cupido, supuestamente —volteando los ojos y amarrándose su frondosa cabellera.

Theo solo los miro con fascinación y curiosidad.  —Las flechas de Cupido —asombroso susurro a acercarse a la vitrina. En un poco tiempo su curiosidad por ellas se torno en una obsesión.   
        





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