Capítulo LXI: Olvidarte

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—Todo este tiempo las tuvo ella — tira al suelo sus cartas.

—¡¿Nunca las envío?!— sorprendido Adam.

—Ninguna de las mía y ni las de ella — responde atónito.

—¿Ni las de ella? — confundido.

—Escondió las cartas que me enviaba Minerva — explica —Todo este tiempo crei que las encontró Thomas o las tenía el — agrega intrigado y indignado.

Adam no sabe como reaccionar en realidad su amigo se encuentra roto ante todo. Al ver sus manos juntas en dirección hacia abajo y su mirada agachada. Sólo decía algo en sus ojos que su corazón se ha muerto. No hay mujer que lo repare ni poder de las flechas. Sólo ocupaba un milagro pero ya esos milagros de medianoche sólo son unos mitos.

Estuvo en su habitación pensando en todo lo que pudo haber hecho. A partir desde su ausencia hasta salvarla de su asesinato. Mirando al cielo falso sin creer en el corazón de su dolor. Sin pensar o decir nada estuvo por mucho tiempo.

Que Adam se había preocupado desde que vio aquellas docenas de cartas en su mesa de noche. Ninguna de estas cartas fueron abiertas hasta después de unas semanas que tuvo el valor de leerlas.

Habían pasado varios acontecimientos en estas nueve semanas. La bella Sussie se casó con el ejemplar Sr. Kenneth Marren ahora ella es una parte de la familia adinerada. Ahora todo había cambiado desde hace unas semanas. Ellos dos no volvieron hablar desde esa cita en el café Leugure. Desde allí la realeza de la familia Marren a cautivado por esta unión, lo cual la Sra. Marren desaprueba.

El juicio del señor Caridonia fue emitido siendo culpable lo cual remite al homicidio de Minerva Magallanes pero Tomás aún no comprendía. En sus manos heladas sentía como la presencia de Minerva se encontraba al saludar a la Srta. Kim Marren. En ese día vio como su mano encajaba como la de Minerva. Sus gestos, movimientos hasta manera de hablar pero derepente refleja la mala conducta de Kimberly.

Luego sus ilusiones fueron bajadas pero no logra entender lo que dijo Minerva en su escritura. "Una flecha se complementa con la otra creando otra vida" a que quería referirse con ello.

—Las dos fueron atacadas por medio de una flecha lo cual al estar cerca de la laguna se complementarán — pensativo.

—  Las dos almas fueron unidas en un mismo cuerpo creando una sola conexión pero con una sola identidad — pensativo y dirige su mirada a la Srta. Kimberly Marren.

El Conde Caridonia salía del carruaje como todo un rey pero sabía que sus días habían terminado. Lo cual sería sentenciado por medio de la guillotina como nuevo artefacto de tortura. Que será estrenada por el mismo Conde Caridonia por sus antecedentes y el asesinato de Minerva Magallanes.

La familia del Conde y sus once esposas lo miraban desde el balcón sin demostrar algunas lágrimas de dolor. Sintieron un apogeo de libertad ante esta bestia acercándose a su muerte.
Las manos y los gritos clamaban justicia por todas las víctimas todas féminas.

La Sra. Marren ve como su dolor  que ha guardado se libra en las cuchillas. Después de ser sentenciada por esa condena de verlo libre sin percibir ningun castigo por sus crímenes.

—Sólo un cuerpo puede respirar y ese sería el de Kim quien fue asesinada pero tomo el de Minerva. Quien la defendio del ataque hiriendo al Conde — explica.

—Para que el cambio de cuerpo se cumpla ambas debieron agonizar por su muerte — crea una hipótesis.

—Ahora la pregunta es : ¿Quien asesino a Minerva Magallanes? — idealiza Tomás.

—No fue el Conde Caridonia — responde dudoso Farres.

—No Farres — responde — El asesino a Sussie pero ella tomó la vida de Minerva — explica.

—Hay que buscar quien asesino a Minerva Magallanes — responde Farres.

—Exacto — asienta.

—¿Alguna idea de quien habrá sido? — pregunta Farres.

—Aún no pero lo averiguare — responde al ver como el Conde es llevado a la incineración.

Las llamas arden como el infierno que vivieron sus víctimas. Desde aquel principio el mundo podrá vivir en paz sin la presencia del Conde. En otro lado de la moneda su familia y progenitores desauciados por la noticia. Ahora las empresas que había tenido. Poco a poco los Marren agarraron provecho de ellas. Haciéndolos un setenta y cinco por ciento más ricos de lo que eran.

Los días transcurrían y las personas comenzaban a sanar todos sus dolores. Tomás es la excepción estuvo semanas y semanas buscando al asesino hasta que encontró a alguien.

—Buenos Días, usted es Primrose — lee la dirección el general Tomás.

La mujer queda estremecida al ver aquel rostro que lo conoció a pura descripción. La puerta medio abierta ve como su luz se impregna maravillada y al mismo tiempo con terror. Su uniforme de los guardianes la aturde al saber de su condena que ha esperado.

—Si, soy yo — temblorosa responde —¿Qué necesitaba? — dice de inmediato.

—¿Puedo pasar? —

—Seguro —

El guardián con su uniforme entra sin reflejar ningún poder. Su mirada dócil que llega alcanzar el cielo de su corazón.
Primrose de inmediato le sirve un poco de agua y unos panecillos de arándanos. Que acaba de sacar del horno y de la misma cosecha de Minerva.

—Dígame General, que necesitaba — responde agachando su mirada.

—¿Tu conocías a Minerva Magallanes? — pregunta mostrando una fotografía de ella.

—Si la conozco —

—¿Sabe algo sobre su asesinato?—angustiado por la verdad.

—No, general — responde —Lo único que se... Es que fue encontrada sin vida en la laguna — nerviosa asiente. 

—Primrose se toda la historia, no debes preocuparte. No te estoy culpando, en lo contrario debo agradecerte por sus cuidados en ella — se acerca a ella y le da un pañuelo.

—General, con toda sinceridad no se quien fue — ahogada en llanto — Ese día ella se fue en busca de usted — señala.

—¡¿En busca de mí?! — intrigado.

—Volvió a la memoria y me dijo que lo iría a buscar al recuperar el recuerdo — explica —Ella me decía que lo amaba mucho y que haría todo lo posible para estar en sus brazos —

—Eso dijo ella — sentimental.

—Siempre hablaba de usted, señor Theo — responde sonriente.

—Theo — asiente desconcertado a dicha mención —entiendo — responde.

—Esta es una carta que dejó para usted — se la entrega.

—Gracias— lo toma.

—Me dijo que se lo diera a usted cuando lo viera llegar a mi puerta — responde.

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