—Primrose — llama Minerva.
—¿Qué ocurre, cielo? — responde con una sonrisa mientras borda una manta.
—Creo que ya entiendo todo — confiesa mientras se toca la cabeza, sufriendo de una jaqueca.
—¿A qué te refieres?— sonríe sin perder la concentración en la puntada.
—Ya empecé a recordar — confiesa dirigiendo su mirada hacia ella.
Primrose alarmada traga se preocupación y se detiene por un momento. Congelada y voltea la mirada hacia la joven de cabellos largos.
—Lo puedo explicar — alarmada baja la mirada. Empieza a llorar revelando su debilidad.
Minerva cambia su furia interior y pacífica su mirada.—A pesar de todo la mantuvieron con vida si fuera otro ya la hubiera matado— piensa Minerva.
—No tienes que llorar, no te haré daño — se acerca a ella conmovida.
Primrose seca sus lágrimas con la manta en la que estaba por bordando. Llora pero se calma al sentir el tacto de la hija que no pudo tener. Minerva la abraza con sinceridad y su interior se calma.
—Ahora dime que ocurrió conmigo — curiosa pregunta Minerva.
Primrose la ve a los ojos con miedo que le hiciera algún daño pero se relaja al explicarle.
—Ese día fue el incendio del Ministerio Real Valentino... antes de que ustedes llegarán intentamos apagar el fuego pero era imposible — recuerda.
—El fuego había quebrantado llamas muy altas y todo estaba a punto de perderse. Las flechas, los códigos y sobretodo el aposento real de las flechas — explica preocupada.
—¿Ustedes trataban de apagar el fuego?— cuestiona Minerva sorprendida.
—Si— defensiva y aún llorando.
—No lo puedo creer — sorprendida. —Creíamos que era un plan de ustedes — agrega Minerva aún sin lograr entender.
—No fue un plan de nosotros, algo había ocurrido en el interior como una explosión — recuerda Primrose. —Una explosión que lo causó el kerosene de las lámparas, muchos piensan eso — explica.
—Pero que fuimos nosotros, no. En ese momento estábamos en la aldea cenando y celebrando las últimas cosechas de otoño —agrega Primrose.
—Increíble, todos estábamos equivocado de ustedes — desconcertada de su error confiesa.
—En fin, en ese momento atacaron ustedes con la primera flecha en nuestro gran amigo Humberto. — confiesa recordandolo.
—¿Quien era el? — sorprendida pregunta.
Primrose suspira y alza sus manos a su cabeza de dolor. Haciendo memoria del suceso y sus recuerdos anteriores con el.
—El fue mi hermano — explica.
—En ese momento estaba contando cuantas flechas se habían salvado y en ese momento estaba ayudándole a recuperarlas — añade.
—Hasta que vi su ojos ciegos atravesados por una flecha en cada uno. — asustada —Al ver eso sólo podía significar algo... los guardianes estaban cerca —
—Así que nos sorprendimos al verlos salir del bosque saltando como grios hacia nosotros — relata.
—Salimos corriendo pero ya era demasiado tarde. Ya nos habían alcanzado y poco a poco nos fueron derribando. — conmocionada llora.
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Ciego
FantasyUna ciudad consumida por la bendición más grande de los mitos. Consumida por la avaricia y la codicia de tener su poder así olvidar el dolor que sufren. Una historia que rodea a lo que conlleva ese poder, el poder de amar por el peligro que conlleva...