Capitulo XXXVIII : Lazos

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—Theo, no se que te ha pasado estos últimos meses —observa Adam. —Te he visto muy extraño — explica.

—¿Extraño?— cuestiona con una sonrisa saludando a sus fanáticas.

—No te entiendo — confundido —¿A que te refieres?— lo ve directo a los ojos.

—Theo, ya es hora — dice con seriedad.

Theo ve la expresión de Adam y su sonrisa se borra. Su mirada se torna alarmante pero Adam lo ve con preocupación. Ambos se ven y Adam saca de su bolsillo unas cartas.

—Ya es hora que sigas con tu vida, amigo —  mostrando las cartas.

—¿Donde las conseguiste?— sorprendido las toma.

—Sussie las encontro en la recámara de Minerva — explica.

—¿Como?— confundido. Recuerda que todas esas cartas fueron enviadas bajo la correspondencia a donde se hospeda Minerva. Se pregunta como es que llegaron aquí en el hotel Verminevi.

—Theo, solo quiero que trates de vivir en su ausencia — aconseja. Theo redirige su mirada hacia Adam. Sus sentimientos a Minerva se inclinan en su rostro de dolor.

—Te he visto sufrir por ella ahora mira estás cartas devueltas por ella misma — explica.

Un silencio profundo se propaga en Theo. Su garganta se seca como las hojas. Sus labios se parten como crateres. Sus piernas estáticas como una estatua de plomo y su corazón deja de emerger como las raíces.
Ese dia Theo se disierne de todo de su pasado con el amor que creyó tener. Todo se seco en el.

—¿Theo?— preocupado llama al ver su silencio muerto.

—Theo, estás bien— llama una vez mas pero el no responde.

—Amigo, yo se que es duro pero debías saberlo — desconcertado apoya su mano sobre el hombro de Theo.

—¿Theo?— alarmado.

—Con permiso iré a tomar aire fresco — explica se retira ocultando su dolor. Adam ve la sonrisa fingida de Theo, una manera para que el no se preocupase.

—Disculpa — dice una voz fémina.

—Si dígame — dice y voltea hacía atrás. —¡Señorita Marren!— impresionado a ver a aquella risueña joven.

—Solo dime Kim — reí amablemente. Adam le devuelve una sonrisa.

—Quisiera felicitarlos por su concierto de esta noche, me encanto — halaga. —Veo que no esta tu compañero...— buscándolo en toda la multitud.

—Theo — menciona Adam amable.

—Theo—ilusionada repite su nombre. Ida en su interpretación de esta noche se pierde en su voz.

—Cuando lo veas dile sobre mi felicitación — sonríe y se despide.

La señorita Marren se retira con una sonrisa coqueta se retira al saber el nombre de su enamorado. Camina con la gloria en sus pies y se dirige al coche con su familia.
Adam nota y analiza el comportamiento de la joven y da su conclusión. —Perfecto— sonríe con alegría.

El evento habia concluido y el amanecer había emergido en su totalidad. Sussie se encuentra en el cielo cantando sobre aquella noche con el Sr. Marren. Un joven con veintisiete años quien ha llegado al éxito a poco tiempo.

—¿Como es el? — pregunta Farella curiosa.

Sussie ve al cielo por un instante ilusionada recordando su rostro. — Cabello cenizo un poco largo, tez clara rosacea, estatura alta, fornido y con una sonrisa que te hace suspirar — describe y cae en el suspiro.

—No he conocido persona mas perfecta que el — agrega.

—Y que hay de Theo — curiosa.

Un silencio profundo se desata de cólera y agonía. Su mirada de cierto odio se desata. —El... ya no importa —suspira nostálgica.

Farella nota el extraño comportamiento de su amiga, lo cual se preocupa de inmediato. Hace unas semanas había salido con Theo un par de veces ambos se miraban felices. Su pregunta es como dejo de querer a alguien tan repentinamente.

—¿Que ocurrió con el? —preocupada se acerca.

—Minerva — menciona.

—¿Minerva? — confundida. —¿Minerva Magallanes? — dudosa.

—Si ella misma —  voltea los ojos.

Farella no comprende y tampoco entiende este tormento dentro de Sussie. Ilusionada con un joven que acaba de conocer, por el otro lado desterrada por el afecto de Theo.

—Lo que me quieres decir es que Theo... —pensativa — esta enamorado de Minerva y no de ti —concluye.

—Exactamente— concluye con una mirada fría.

Ve a través de la ventana y los cuatro vientos cubren su rostro. El amanecer de su dolor ha llegado pero se establece distante con aquel joven. El joven de ojos almíbar con tonos de un bosque de otoño. Su corazón se entabla en sus buenas obras.

Muchos dicen que no tiene ningún parecido a los burócratas de los Marren. Distantes y agobiantes con sus riquezas se multilan de su culpa y dolor. El podría ser el portavoz de la esperanza a traves de su espíritu.

—¿Que hay de Minerva?— interrumpe Farella.

—Ella no importa — voltea la mirada. —Me quito al quien mas quería — dijo con rencor.

—Te has dado cuenta que ya han pasado meses sin saber de ella — explica Farella devolviendo su realidad.

—Cierto— atónita. —¿Que habrá pasado con ella? — preocupada suspira.

—Muchos dicen que huyó — comenta Farella.

—¿Tu creéis?— dudosa. —Minerva nunca huiria siempre ha tendido una gran relación con la señorita Anica—explica.

—¿Que hay de las cartas de Theo? —investiga.

—Nunca fueron respondidas más bien fueron devueltas aquí al hotel — explica Sussie.

—Extraño — pensativa Farella.

—Muy extraño — pensativa Sussie pero deja de importarle hasta que vuelve a ver su collar. El mismo que le devolvió el Sr. Marren.

—Mañana tendré una cita con Marren en la tarde — emocionada se dirige a su armario.

—Ya es mañana — sarcástica Farella.

—Bueno y no se que ponerme —saca de su armario un vestido color blanco satinado. —¿Que opinas? — sonriente lo muestra.

Farella ve a la hermosa Sussie al colocarse el vestido encima. Se miraba como un destello de rocío, tan pura y elegante. Tal y como ella la describiera si fuera en dos palabras. Atónita la ve conteniendo lo que la mata a solo verla de esa manera.

—Te ves hermosa — suspira.

—¿Tu crees?— sonriente levanta la mirada.

—Si creeme — sonríe y se acerca a ella. Saca de su armario una pañoleta color durazno. Lo coloca alrededor de su cuello como una insignia de un lazo afectivo escondido.









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