Capitulo VII : Amigos

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-Vengo cansado —dijo Adam.

-Igual creo que iré a leer un poco —dijo Theo.

-Se me olvidaba, tenemos que trabajar en el Hotel —recordó inclinando su cabeza fingiendo un dolor de cabeza.

-Es cierto, nos toca atender el recibidor —recordó Theo abriendo la puerta con una copia de llaves de la mansión/Hotel.  

-Te iba a pedir que me ayudaras con la tarea de Química, no entiendo muy bien lo de la masa molar —pidió Adam sacando una manzana de su mochila.

-Seguro amigo, no es tan complicado de lo que parece —acepto su favor.

Ambos caminaban por el gran jardín de la casa mansión y hotel de la Srta. Anica. Caminaban elegantemente con sus uniformes y Theo con sus lentes de sol redondos. Única herencia de su padre, infalible en su vestuario. Todos los huéspedes notaban su presencia y lo saludaban con cortesía. Como si fueran dos celebridades y ellos saludaban con cortesía. 

Hasta eran muy amigos de los huéspedes icónicos del hotel como la Sra. Charlotte Perkins y el Sr. Bentrand Pincus ambos personas importantes del Reino Unido. La servidumbre del hotel los saludaba y al igual que ellos.

Llegaron a la entrada de la mansión y vieron a la eterna Srta. Anica. Ya su edad madura era notoria pero nunca perdía su belleza eterna. Sus rizos cobrizos y sonrisa contagiosa. Atendía la recepción a los nuevos huéspedes con Amelía, una chica de quince del hogar. 

-Buenas tardes, chicos —saludo Anica y luego contesto el teléfono de la recepción. 

-Buenas tardes, Srta. Anica —respondieron bajando el tono mientras atendía una llamada.

-Hola Amelía —saludaron y retirándose.

Ambos se dirigieron a sus habitaciones a sus mismos pasos del uno al otro. Mientras caminaban hablaban sobre sus anécdotas y asuntos del colegio. Theo hablaba de sobre una nueva chica en su sección. Al parecer sentía una atracción hacia ella pero trato de negar sus sentimientos.

Adam comentaba sobre las opiniones de su banda todos los viernes en el comedor del hotel. Que habían llegado mas personas a verlos estas ultimas semanas. Theo emocionado por la noticia y dejo caer esperanzas a su amigo que algún día darán un concierto en los grandes recitales y estadios de las capitales.

Theo abrió la puerta del dormitorio y miro a Nicolás empaquetando una maleta con sus cosas. Adam y Theo sorprendidos al ver a su hermano y amigo empaquetando y dejando su pasado. El los miro entrar y solo volteo la mirada tratando de ignorar el sentimiento de despedida.
Hay muchos a los que no les gusta las despedidas por ello ocultan su ausencia a la hora de irse a futuro mejor.

-¿Nicolás? ¡Te vas! —extrañado dijo Adam.

-Asi es — respondió ocultando su tristeza.

-¿Porque te vas? —acercándose  a el tocando su hombro extrañado pregunto Theo.

-Es lo mejor —asintió Nicolás evadiendo el tema.

Ambos quedaron callaron a la situación de uno de sus amigos perdurables. Ahora es hombre de veinte y un años que ocupa hacer su vida. Dejar todo a lo que le obligó comprometerse.

-Y el compromiso con el Padre Valentino —pregunto Theo recordando el día en que Nicolás aceptó.

Nicolás se detuvo por un momento y su silencio es notable. Estaba de espaldas y no dijo nada de nada. Adam y Theo esperaban su respuesta con atención pero el no indicaba señales de vida. Hasta que unos minutos después guardo su ultima prenda, un pantalón de tela color ladrillo.

-Esa es la razón por la que me voy —explico y volteando ver a sus compañeros.

Ambos quedaron estupefactos con cierta extrañeza y sorpresa por su respuesta. ¿Que lo hizo pensar en irse? ¿Sera que es un deber muy delirante? ¿A donde va ir Nicolás, si apenas alcanza para los estudios? Todas esas preguntas cuestionadas por cada uno. —No entiendo su razón de irse, que tan malo pudiese ser el deber que le encargo el Padre Valentino —pensó detenidamente.

Adam se acerco a el ayudando a detener su maleta pero el lo miro con nostalgia de saber que era el ultimo adiós.  —No debes irte, Nicolás — asintió Adam. Nicolás lo miro sin decir nada sonriendo y dio unas palmadas ligeras en su espalda. —Es lo mejor, chicos —confeso agachando la mirada.

-Adam tiene razón no debes irte, solo dile al Padre Valentino que renuncias a ese deber —explico Theo tratando de convencerlo.

-No es tan sencillo, muchachos —suspiro mostrando su mano derecha. En su mano derecha trasguardada el símbolo icónico de los guardadores.
—Las dos flechas de Cupido —magnificado Theo. Las dos flechas cruzadas en trazos realisticos y en tinta negra diluida.

-Es el deber en que no puedo ser parte —suspiro tapando su marca con su guante de cuero negro.

-¿Que tan malo puede ser? —emocionado por la idea y intrigado por la expresión. 

-Theo, no tienes idea es un trabajo muy riesgoso —exhausto y a dolorido en solo pensarlo respondió Nicolás.

-Debe ser por la rebelión —atónito Adam.

-¿La rebelión? —extrañado y curioso pregunto Theo.

-Si la rebelión —asintió Nicolás. —Son un grupo de personas que están en contra de la restricción a la flechas de Cupido —asustado explico Nicolás. Recordó en la amenaza de aquellos rebeldes el día en que salio a limpiar las aceras de la Iglesia. En la manera en que se acercaron y vieron su insignia, para Nicolás fue perturbador en ver esos obscuros acercándose.

La manera en como tomaron las dos flechas que llevaba en su mochila como forma de estudio científico. Las tomaban como si fuera una especie de droga o necesidad y sus caras casi orgiásticas en la manera en que la inyectaban.

Se sorprendió al ver el rostro de esos dos tipos caerse en un ensueño y sus rostros inmóviles pidiendo mas. Nicolás después de ese día no volvió a ser el mismo pensando en la catástrofe que puede llegar a ser esto. El poder que esta maldición bendecida tenia en sus manos y al que debía cuidar estar la muerte. Por ello se debe a su renuncia y el retiro de este gran deber como trasguardador.

-Chicos, debo irme mi bus sale en media hora —excuso Nicolás sin decir nada mas del tema.

-Buen viaje, amigo —ambos dijeron abrazando por ultima vez a su hermano.                  

      

    

   
        

     
  
   
          

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