Capítulo LXII: Amantes

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Tomás al caminar cerca de la laguna ve algo brillando en el mar. Un anillo de oro ahogada en el fondo del agua. Al ver ese brillo impetuoso toma la certeza de ir a recoger.
Retira su abrigo de general y lo coloca en una rama del roble. Sus botas las coloca en las piedras cerca de la laguna.

Se hunde en los recuerdos de su amor. Como si la laguna le susurra recuerdos sobre su bella amante. Los paseos en bote, las acaricias y besos y el momento de su encarnación. Todos esos recuerdos los volvió a vivir cada vez que se hundía más. Al tomar el anillo esos recuerdos pasaron aún más rápido. Hasta que un momento reflejo su último respiro.

Al salir del agua vio como su mente se distorsiono al ver una vez más a la mujer que creyó que lo amaba. Algo capto su atención en aquella travesía en el agua. Vio la figura de su asesino y claro no era el Conde Caridonia. Sino era la silueta de una mujer delgada, alta y piel pálida. Su rostro estaba cubierto por un velo negro de encaje.

Una mujer joven como de algunos veinte cinco años a treinta años. Vio como la apuñaló en el pecho con una flecha de plomo. Idéntica a la que vieron que portaba el Conde Caridonia. Sin poder respirar ante el asombro se dijo así mismo —No puede ser posible — confundido.

Observa el anillo de oro liso con unas letras grabadas "Los ojos que no dejan morir a nadie " que apenas se miraba por su gran título. Le dio cierta nostalgia al saber que ese mismo anillo lo llevaba su Minerva. En aquel dedo que demostraba su amor por el. Ahora que se dio cuenta de su engaño debía dárselo a quien le correspondía. A su eterno amada a quien dejó sus últimas palabras.

—Sabes Tomás no se ha encontrado nada bien desde la muerte de Minerva — advierte la Señorita Anica al guiarlo hacia el restaurante del hotel. Donde se encontra Theo cantando para la velada de esta noche.

—Fue muy triste para todos su muerte y más el secuestro de ella — aclara la Señorita Anica. 

—Aquí todos la extrañamos y sabía que tu la amabas mucho, Tomás — palma su hombro.

—Es lo que crei — desconsolado aclara.

—Sea lo que sea ella está agradecida por todo ese afecto que tu le diste— confronta —ella misma me lo dijo — agrega.

Tomás queda perplejado ante aquella confesión de la Señorita Anica.  —Este es su último número, ya va a bajar — avisa.

—Gracias por venir Tomás y espero que todo se aclaré —responde despidiéndose —Cualquier ayuda que necesites sólo dime — se retira.

Tomás no se logra quitar encima las palabras de Anica, quien le dijo su verdad sobre los sentimientos de su amada. Saca un cigarro y lo enciende mientas ve a Theo cantar ante el escenario. Ve a las fanáticas gritando por las mesas de enfrente. Nota la presencia de la  señorita Marren quien le hace de mucha extrañes que este aquí.

—General Tomás — saluda Theo estrechando su mano.

—Señor Theo — saluda — Debo decir que me encantó su performacion ante el escenario —agrega.

—Muchas gracias, general — responde —En que lo puedo ayudar —

—Sólo vine a entregarte algo — saca algo de su bolsillo en su abrigo.

—Seguro — responde algo sorprendido. Ya que ambos se toleran por aquel amor que compartieron.

Tomás coloca en la mesa un sobre y una caja color azul ultramarino. Theo algo confundo al ver estos artefactos que trajo su enemigo.

—¿Qué es esto? — confundido.

—Son de Minerva — menciona.

Theo queda en un silencio profundo al saber sobre su prominencia. Los toma con algo de temor porque se prometió de no volver a amar. A pesar de sólo ella a quien su corazón jugó. 

—¿Cómo lo conseguiste? — impresionado.

—Fui está mañana al lugar donde estuvo "secuestrada" y como última palabra te dejo está carta — explica.

Theo la toma ve como el papel viejo se incorpora en las yemas de sus dedos. El olor es más que placentero y sus letras pronunciadas hacia un perfecto Braillie.

—Por último te dejo este anillo que yo se lo di a ella como muestra de mi afecto y cariño —explica al apreciarlo por última vez.

—No lo quieres conservar — cuestiona y con incomodidad al quedárselo.

—Me lo quedaría pero tu fuiste quien le robó el corazón— aclara.

Theo queda en silencio y a la vez estremecido por el triunfo de su lucha. Ahora ya sin el amor y la presencia de ella, está rivalidad ya no tiene sentido.

—Quiero que la conserves tienes muchos recuerdos allí — responde con una sonrisa.

Tomás lo toma pero ve como las palabras de Theo se acomodan en lo vivido está tarde. Ve el anillo con detalladamente y se ahoga en su recuerdo.

—¿Recuerdo? — cuestiona.

—Si, recuerdos — responde con una sonrisa.

—No comprendo — confundido.

—Esta encantando — explica Theo.

—¿Cómo así? — confundido —¿Acaso es posible? —

—Tomás hay muchas cosas que no sabíamos de Minerva — menciona.

—General Tomás para ti — corrige enfadado —¿Cómo que cosas? — regresa al tema.

—Sobre todo — responde. —Sus estudios, sus apuntes, sus cartas y su poder con las flechas —   expone Theo.

—Eso ya lo sé — aclara.

—El anillo tiene algo que te hace ver tus recuerdos con ella cada vez que te lo colocas — explica.

—Ya veo — responde intrigado y a la vez asombrado.

—Es por eso que se titula "Los ojos que no dejan morir a nadie " — afirma Theo.

Tomás ahora entiende esa frase todo ese tiempo creyó en la belleza inolvidable de sus ojos azules cristalinos. Lo ve nuevamente ahora intrigado en su poder y lo coloca nuevamente pero no da el mismo resultado a lo anterior.

—Es extraño — pensativo — no sentí lo mismo a la laguna — señala.

—¿Cómo así? — confundido Theo.

—Cuando lo recogí en la laguna lo sentí en todos mis sentidos ahora es como un simple recuerdo — explica.

—¿Lo encontraste en la laguna? — pregunta intrigado.

—Si está misma tarde — responde —Acaso no te dije —

—No pero en la laguna no había probado — pensativo muestra el collar de flecha.

—Sabes algo sobre la laguna — curioso Tomás.

—Claro, la laguna tiene un poder especial ya que algunos tiran el líquido de las flechas — explica.

—¿Porque lo hacen? — pregunta absurdo.

—Como método de sanación — responde Theo. 

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⏰ Última actualización: Apr 17, 2018 ⏰

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