Capitulo XVIII : Agosto

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En la misma tarde de aquel treinta de agosto, un día en que unos nacen, unos viven y unos mueren. La fecha en que se candeleriza una vez al año. El día todavía no concluía falta algo más por realizar.

-¡Padre Valentino! - escucha en su mente mientras reza por la vida de aquel joven.

Toma sus manos al aire y lanza un respiro penetrante al ver todo lo que ha sucedido. Las voces se comulgan en sueños eternos por los tiempos que sucederán. El aire que recorre en los vitrales les da un sonido de inquietud. La hora ha llegado y no hay marcha atrás. 

-Lo hemos encontrado - avisa el guardián asomándose a la puerta.

El Padre Valentino sin dar el rostro en postura de espaldas carga una libreta en sus manos. El obsequio de Theo por su cumpleaños al cual se dirigía a la casa hogar a entregárselo. 

-Bien, llevenlo al parlamento de juicios - ordena sin ver hacia atrás. 

-Si, padre - asiente y se retira de su presencia. 

El Padre Valentino no testifica su rostro hacia los ojos de el. Entre su dolor deja brotar una lágrima.  Una por su sufrimiento y por la de su dama allá por la fuente. La misma fuente en donde encontró a Theo. Lastimosamente,  el recuerdo se marchitara con la muerte de su guardián.

La sangre aún no ha sido derramada en la copa. La búsqueda ha sido encontrada y entregándose a sí mismo. Su dolor a no poder ver la vida una vez más. Todos estamos ciegos sólo ocupamos la luz de un respiro a que nos ilumine. De esta manera poder ver a través de los ojos llenos de fuego. 

Una dama de rizos cobrizos camina por los jardines del hotel cerca de su mansión. La dueña de riquezas a quien las da a quien más la ocupa, a sus niños.  Camina por el césped mutilado canciones de verano recordando aquel amor a lo que fue. Su recuerdo yace en su memoria sólo en la de ella. Al parecer su amado a olvidado sólo ella testifica ese amor.

Vestida de telas vaporosas camina como una novia sin ser casada. Romántica y soñadora como siempre siente la fragancia de cada rosa en su jardín. Camina saludando a los invitados y entregándoles Buenos deseos con su bella sonrisa. Saluda a sus huéspedes incluyendo a lo más prestigiosos a la familia Marren.

Todos la ven como la cisne que es con su belleza y elegancia que mejora con los años. Pobre mujer no sabe del dolor que les espera. La noticia esta a punto de llegar y nadie podrá llorar por ella. 

-Srta. Anica, el Padre Valentino vino a visitarla - avisa Nanny con la voz agitada.

Sorprendida por la noticia mira hacia la entrada con el sol en sus ojos.  Ve como el horizonte se acerca a medida que camina como un navío. Un barco al cual con sus velas blancas en sus faldas se dirige a las Américas. Llega a la tierra firme de su juventud al ver esos ojos soñolientos. Los mismos ojos que vio al recordar su juventud. En esa época en quien su romance existía.

Ella todavía lo ama aunque no debería por el papel que ejerce. Ya no puede ocultar ese sentimiento por el aunque todo el mundo le diga lo contrario. Vio que a medida del tiempo ambos envejecen juntos pero nunca se unieron.

-Anica, ya lo encontraron - informa con voz firme y conmocionado.

Solo deja caer lágrimas de dolor por saber ese acontecimiento inesperado. Su sonrisa se borro de su rostro de inmediato al escuchar esas noticias.

-Cómo fue que lo encontraron - confundida pregunta. 

-El se entregó cuando lo vieron en el bosque - explica colocando sus manos juntas.

-Oh mi Nicolás - deja caer un llanto juntado su mano en su boca.

El Padre Valentino toma sus brazos y las cubre alrededor de ella. Cubriendo su dolor, tristeza y agonía por aquel niño que cuido hace veinte y un años. Llora y llora cada vez que piensa en el, pobre mujer no hay nadie que calme su llanto. En el pasillo oculto los dos sin testificar nada, nadie debía saber nada.
Sólo dos personas saben de su posible muerte y ambos lloran por su alma que se salve.

-¿A que horas se hará el juicio? - pregunta la Srta. Anica preocupada y temblaba. 

-A las seis de la noche, esta misma noche - responde el Padre Valentino con rostro de dolor.

-Será posible que lo salves - esperanzada pregunta alzando la mirada.

Un silencio atormenta los labios del Padre Valentino a su pregunta. -Sólo hay que rezar por su alma - concluye el con una mirada profunda e pensativa. 
Ambos recaen en un dolor equivalente que ambos sólo esperan las dos horas restantes para que comience el juicio. 

-Sra. Perdomo, creo que el joven Nicolás es inocente - aclara Tomás bajando de su corcel.

-¿Tu crees? - dudosa sobre su argumento. 

-Estoy muy seguro, su señoría - dice con todo respeto. 

-¿Porque tan seguro? - dudosa y registrando en un papel.

-Sólo escapó de su deber su señoría, lo cual su pena no conlleva a la muerte - aclara una vez más protegiendo. 

-No lo estamos juzgando por su huida, Sr. Mairena - alza la voz. -Lo estamos juzgando por sus acciones con los presuntos, rebeldes o roba flechas - defiende. 

-No entiendo según el caso el dejo una carta explicando su huida a causa de sus estudios - explica Tomás a la defensiva. 

-Sabemos de su carta y sus razones Sr.  Mairena - sube el tono de voz. 

-Señora Perdomo entonces que estamos discutiendo si las pruebas permalecen un castigo misericordioso - anula su tono alto de voz y trata de razonar.

-Tomás, al joven Nicolás le encontramos esto en su bolso de viaje - explica algo con pena sobre ello.

-No entiendo... ¿Qué cosas encontraron?  - confuso pregunta sin lograr entender. 

Con su mirada fuerte le pide a unos de sus guardias que le pase la mochila de viaje. La misma mochila de viaje que cargaba el presunto prófugo al ser entregado.
Abrió el bolso y la colocó en la mesa lo cual Tomás miro al sacar un objeto y se llevó a la impresión el contenido que cargaba. Su percepción de Nicolás que solía tener se perdió en un mar de aguas y dolor.





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