—No he vuelto a ver a Nicolás —sospecho el Padre Valentino.
La Srta. Anica trago saliva por los nervios que la atormentaba mientras leía la carta erradicada sufría de dolor. —¿No ha ido a sus deberes de guarda flechas? —extrañada fingió.
—No ha asistido durante estos dos días —informo tomando su taza de té.
—No lo puedo creer, mando una nota excusándose quizás —suponía la Srta. Anica sentándose al frente de el.
—No, nada ninguna nota —decepcionado bajo la mirada.
—Por ello vine a visitarte para saber si lo has visto —percato.
—No lo he percatado, estos días últimamente he estado algo ocupada con los huéspedes extranjeros del hotel —explico.
—Entiendo, Anica — desconcertado bajo la mirada. Saco una flecha de cupido en su bolsillo escondido. Mostrándosela sosteniéndola en punta a punta con sus dedos índices.
—Sabes te conozco tan bien, que se nunca fuisteis buena mintiendo —comento acercándose a ella.
La Srta. Anica sentía que su corazón dejaba de palpitar y sus piernas temblaban como una gacela aprendiendo a caminar. Ella solo se concentraba en la flecha que sostenía con sus dos índices. Además, lo sorprendente que no se pinchara con la punta de la flecha. Ella sostuvo su miedo en gemidos de falta de oxigeno.
Sus ojos se cerraban al ver a este hombre acercándose con la flecha del dolor. —¿Que vas hacerme? —su voz temblaba aferrándose a los brazos de la silla tapizada ornamentada. —Vengo a sanar tu dolor —explico tomando su brazo derecho.El Padre Valentino se acercaba con la flecha apuntando a dirección de su brazo. La flecha de aquel liquido rojo con sus puntas de metal gruesa. Una pinchada de esta el dolor es pasajero. Su solución tenia algo que no sabían que era, ya que prohíban sus estudios científicos.
La Srta. Anica le temía al poder de estas flechas que contribuyo a su vida sola en la gran mansión. Sus padres a causa de las flechas llegaron al descontrol y la adicción que fallecieron a solo tener una corta edad de quince años.—Sabes bien que le temo a esto, Lucious — asustada viendo fijamente a la flecha acercándose a su brazo.
—Lo se, Anica pero es por tu bien —explico sin decir nada mas.
Sabia lo que estaba haciendo y lo entendió a la perfección. Su dolor debía ocultarse lo mas pronto para estar a la hora del juicio. Ya que es parte del tribunal de honor del consejo. Por ello el Padre Valentino conocía el inmenso amor que tiene a su hijo Nicolás. El traidor como lo piensa el pero es todo lo contrario, la cobardía del sacrilegio que lleva este deber fue que lo hizo huir.
—¿Donde lo encontraron? —angustiada preguntó.
El Padre Valentino noto su preocupación y noto la complicidad que tuvo, pero decidió pensar un poco antes de cualquier acusación. Aunque han pasado años y años. El todavía la amaba desde la primera vez que la vio en el festival de las rosas. Con su vestido rosa viejo y cabello ondulado grueso caminaba con su canastilla de claveles. Su mirada inocente y dulce fue lo que hizo que la atrajera. Aun con su edad de cuarenta años se miraba como hace veinte y cinco años atrás. Cuando solo era una jovencita bella y luchadora.
—En los bosques de Traubebaun —explico inyectándola sin que se diera cuenta. Ella dio un suspiro profundo de cierto placer lo cual la hizo caer en un instante. Su juicio se encuentra en vano solo sentía el alivio que le causa al sentir la solución recorrer por sus venas e arterias. ¿Tal vez es un efecto placebo? Nadie sabe si esto afecto al organismo pero da una gran sensación al ingerirla.
Al cerrar sus ojos sin ver el rostro del Padre Valentino navego en sus recuerdos por un instante. El recurrido sueño de ellos dos, formar una familia pero no fue posible por su deber de ser el elegido. Ella solo ilustraba sus bellos momentos en su juventud en aquellos días de posguerra.
Mientras ella curaba su dolor, el Padre Valentino registraba sus secretos. Abrió la última segunda gaveta de su mesa de noche. Se encontraba las tres flechas que le había dado sin usar y una carta abierta. Le dio curiosidad pero el respetaba su privacidad pero algo le decía que es lo que estaba buscando hace tiempos.
La volteo a ver y seguía sonriente soñando con los ojos abiertos. Imágenes retro se transmitía en su cabeza. Tomo la carta pensando dos veces hasta que la leyó completa sin ninguna vergüenza al ir avanzando cada párrafo.
Es lo que estaba buscando pensó el al leerla y guardándola a su sitio.Todo lo que había pensado mal de Nicolás lo olvido por un instante pero como explicar el gran saco de flechas en su mano. —Esa es mi duda —pensó el al ver a la ventana. Miro el grupo de niños y niñas viniendo del zoológico.
—El tiempo transcurre tan repentino —cito al tocarse el mentón pensando lo anterior.
La Srta. Anica volvió al presente levantándose con un mareo y dolor de cabeza después de recurrir al delirio de su mente. —Ya paso todo esto —dijo tocándose la cabeza por el dolor.
—Si, ya paso todo —corrió hacia ella ofreciéndole un vaso con agua.
—Gracias — tomo el vaso con gran sed.
El Padre Valentino la miro con gran aprecio y amor por ella. —En que estaba pensando en dejar esta belleza de mujer —pensó en silencio al verla.
Esa mujer fuerte y valiente que entrega su bondad a todos sin pedir nada en cambio.
Esa mujer al quien hirió al irse por unos meses y aun asi lo espero con los brazos cruzados.
Esa mujer que quiere que todo sea perfecto pero cuando lo hace ya es.
Esa mujer al quien todos desean pero solo tiene a uno en su corazón y ese alguien soy yo.
Esa mujer al quien con su gran fortuna y negocios les da un hogar a estos años.Si los ángeles existieran en la tierra ella ya seria un ángel. Su pureza y calidez a ayudar al prójimo es lo que le hacia como una santa. Una mujer que es mas virtudes que defectos.
El Padre Valentino recordó aquel poema que escribió en secreto al cual le entrego a ella sin completar. El mismo día que se fue de su vida para cumplir como deber. Ahora ya no es Lucious sino el Padre Valentino, protector y mayor de las flechas. Y su deber es antes que todo y mas que su propia felicidad.
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Ciego
FantasyUna ciudad consumida por la bendición más grande de los mitos. Consumida por la avaricia y la codicia de tener su poder así olvidar el dolor que sufren. Una historia que rodea a lo que conlleva ese poder, el poder de amar por el peligro que conlleva...