Capitulo XXXIV : Melancolía

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Querida Minerva,

Estos dias han pasado fugaces hasta he visto la luna menguar todas sus caras. La única cara que anhelo ver es la tuya. Ya han pasado tres meses y catorce días de tu ausencia. He mandado tu correspondencia al hotel donde siempre te hospedas.

Dime si sigues alli o dime a donde estas, así cambiar de correspondencia. Dime Minerva ya no aguanto estar sin tu tacto y esa incertidumbre si estás muerta o viva. Por favor escribime ya no tolero este sufrimiento.

Te quiere,
Theo H.

—¿Ha contestado?— pregunta al cartero.

—Temo que no, Theo — comparte su tristeza.

—Llego esta carta del colegio —se lo entrega a Theo.

Abre el sobre con delicadeza y ve una boleta de calificaciones. —Es mi boleta de calificaciones — comenta.

—¿Como te fue?— amable pregunta.

—Todas aprobadas — atonito y guarda el sobre en su bolsillo.

—¿Que te ocurre? No estás feliz por tus notas — preocupado al ver su tristeza.

—Si pero como desearía que me contestara — le entrega la carta para ser enviada.

—¿Tu madre? —

—¿Tu padre?—

—Oh ya se que es... una jovencita— acierta.

—Así es — suspira.

—No te preocupes siempre contestan siempre — mostrando esperanza.

Theo se despide del cartero y ve el clima templado. En el cual ha estado friolento desde su comienzo. Sin nada que hacer decide ir por una vuelta. Adam estaba en una cita con Evelyn, una nueva chica de la ciudad. Sussie fue a visitar a su tía a la ciudad. La cual hace poco la conoció y bueno Theo no tenía a nadie más.

Solo a Minerva pero ella se aparto de su vida. Y todos los días piensa en ella aunque nadie note su dolor. Con su bufanda blanca y traje oscuro camina por la plaza pensando en busca de una respuesta.

Se dirige a la fuente y ve su reflejo en el agua. Pensativo ve su propio reflejo como un rostro lleno de melancolía. Incapacitado sin poder avanzar a su destino sin lograr ver a las estrellas constelar su horizonte. 

—Sabes muchas veces me paro aquí a pensar en lo que se refleja mi rostro hoy — dice una voz detras de él.

—Padre Valentino —asombrado voltea a ver aquella figura.

—¿Como has estado Theo?— pregunta desconcertado al ver su rostro.

—Todo bien gracias —responde.

—Me alegro— responde. —¿Porque esa cara, hijo mío— preocupado.

—No es nada — responde ocultando su dolor con una sonrisa.

—Sea lo que sea, puedes contar conmigo— coloca su mano sobre su hombro.

—¿Se encuentra la Srta. Anica? — pregunta.

—Si esta tejiendo unos sueteres — sonríe Theo.

—Iré a visitarla, nos vemos Theo — se despide y se dirige al hotel.

—Es lindo como el Padre Valentino ame todavía a la Srta. Anica — dice Minerva sonriente.

—Sabes quisiera alguien asi a pesar de los años y los errores siempre la acompaña todas las tardes al café— agrega y sonríe.

—Me prometes que me amaras así algún día — recuesta su rostro sobre su torso.

—Te lo prometo porque tu me haces sentir vivo — responde Theo.

—Yo también te prometo eso — dice Minerva corriendo hacia el bosque.

—¿Me prometes que cosa?— ilusionado corre detras de ella.

Minerva se dirige al bosque con un andar juguetón y sonríe como el sol de verano. Theo ve detras de ella y lo lleva a su lugar preferido. El arbusto de las bayas donde todo emergió.

—Minerva a donde vas —corre detras de ella.

—Te alcance — la abraza por detrás.

—Minerva, cielo que te ocurre— alarmado ve su relación.

—Vamonos de aquí— toma a Minerva de la mano y se la lleva al jardín del hotel.

—¡No sabia que estaba casado!— grita con dolor y tira al suelo el anillo en sus índice.

—Me ha estado mintiendo — se tira a llorar. —Me dijo que me amaba— agoniza en lágrimas. —Fui una estúpida todo este tiempo, solo me utilizó — agrega llorando.

Theo ve la reacción y todo lo que vio a sus ojos. Si estaba con su esposa en la laguna con sus suegros. Celebrando su quinto aniversario de bodas.
Lo mas triste es ver a Minerva quebrantada en miles de pedazos rotos. Ese dolor y esa furia que no había visto jamás en ella.

—Minerva, escuchame — acaricia su rostro secando sus lágrimas. —Quiero que sepas que no llores por alguien que no merezca tus lágrimas — consolandola.

Minerva se tranquiliza y deja de agonizar en dolor. —Quiero que sepas que te he prometido que jamas te dejaré de amar — agrega. —Porque Minerva, yo te amo —confiesa.

—Si Minerva yo te amo — envuelve sus brazos alrededor de ella.

—Theo, no necesito a nadie mas solo a ti — concluye.

—Oye que haces aquí — grita Adam. —me estas persiguiendo — bromea.

—No— rie con el. —Solo es que vine a pensar un poco — explica.

—¿Inspiración?— pregunta.

—Si... — mostrando su libreta.

—Me quede dormido al tratar de escribir algo — admite Theo. Ambos se rien de uno al otro.

—Permíteme presentarte a Evelyn — indica Adam.

—Es un placer Theo — sonriente.

—El placer es mío — sonriente responde.

—Adam me ha hablado mucho de ti — comenta.

—Ahh si — amable responde.

—Dice que tienes una gran voz — agrega Evelyn.

—Gracias — sonríe. —Deberías oirnos tocar —invita Theo.

—Seguro, debo ver si no tengo turno esta semana — comenta.

—¿Turno?— confundido Theo.

—Es que Evelyn es enfermera en el hospital Valotiane — explica Adam.

—Bueno aún solo soy una practicante — explica con humildad.

—Creo que nos debemos ir, vamos a ir a una función en el teatro. ¿Quieres venir?— dice Adam.

—No gracias, vayan ustedes — rechaza Theo amigable.

—Vamos no te preocupes si es por nuestra cita — explica Evelyn.

—No chicos no se preocupen por mi — sonríe Theo. —Estoy algo inspirado — excusa.

—Ven amigo, buscaras inspiración allá — sonríe.

—Vamos Theo — sonriente Evelyn.

—Bueno ya que insisten — acepta y algo apenado. Se va donde ellos al teatro con la dulce Evelyn y su amigo de toda la vida Adam.

En su mente esta el recuerdo de Minerva y su ausencia no lo deja vivir. Aunque hoy pudo olvidar su desdén de lágrimas pero ella está presente siempre.










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