Capitulo XXIII : Eternidad

2 0 0
                                    

Todo luce igual mas de lo neutral, las actividades cotidianas no pierden su rumbo. La misma canción de siempre es tocada por cada uno de ellos. Los habitantes siguen con sus labores y los jóvenes con sus estudios. Los niños cantan e ríen dando vida a este lugar. Es increíble como es la vida no hay tormenta que lo altere ni viento o marea. Todo sigue su curso como una brújula apuntando hacia el norte.

La señorita Anica organiza todas las actividades del hotel con Nanny y la Sra. Pandora. La lista de huéspedes y de los próximos que llegaran. Organizando todo para que sea perfecto sin ningún error. Las tres crean ideas de entretenimiento y actividades en el pueblo. Ya que se acerca octubre el fin de las cosechas para el fin del otoño.

Adam en el escenario del hotel toca el piano con una dulce melodía. Ante un mediodía continental donde todos aprecian sus ecos de amor. Las fanáticas contemplan sus claves de sol que se transmiten a sus oidos sonoros. Las palabras se transmiten en la musica y donde todos le toman protagonismo. A medida que toca unas bailarinas de ballet con su trajes de túl. Bailan en círculos como flores en un jardín.

Sussie encargada del restaurante y organizar a los camareros ve el espectáculo con tanta atención. La dulce melodia que toca Adam, la hace pensar en el canto de Theo. Solo lo imagina tomando el micrófono y cantando su dulce cantinela.
En sus pensamientos no cabe otra persona mas que él. Único en su corazón y un enamoramiento que le llegara doler como cualquier otro aguijón.

Mientras tanta las horas pasan y ellos no se dejan de amar. No hay fuerza que los pare sin dejarse uno al otro. Aprovechando su dia libre ambos cultivan su afecto en lugar donde vayan. Los mirabas y decias que nacieron para estar juntos.

Theo escucha con atención a todo lo que decía Minerva. Sobre sus miedos, aficciones y sus logros. Impresionado de tanto saber mucho de ella hasta estos momentos. Todo el tiempo ella estuvo alli y jamas la noto. Ahora es su mejor amiga al quien puede ser el mismo. Un sentimiento a que no logró tener con Sussie.

El Padre Valentino toma su desayuno enfrente de su ventana apuntando a la resintió de su pasado. Donde la pudiese ver cerca y saber con totalidad su seguridad. Ha pasado muchos años como veinte y cinco, jamás se ha olvidado de ella.

Lee un libro junto su desayuno analizando cada detalle de los acontecimientos, ya ha pasado un mes de la muerte de Nicolás. El todavía tiene sus dudas. ¿Habrá sido capaz de robar las flechas? ¿Ha tenido contactos con los de la rebelión? Miles de preguntas que le atormentan en su cabeza. —Tal vez era inocente— susurro.

—Padre lo vienen a buscar — avisa un guardián con voz tímida.

—Hazlo que pase — indica.

Espera en su escritorio junto con su desayuno a la par. Esperando a su visita con mucha atención. —Padre Valentino, perdón por interrumpirle su desayuno — se disculpa haciendo una reverencia.

—¡Tomás!— se levanta. —¡Que sorpresa!— alzando los brazos.

—Es honor Padre poder visitarlo — haciendo reverencia.

—Toma asiento— indica.

—¿Ya desayunaste? — pregunta preocupado pensando en que no ha comido.

—Comi algo en el camino — responde calmando su preocupación.

—Eso no es nada — dice. —Jeremías traeme otro desayuno igual al mio para Tomás — ordena. Jeremías hace una reverencia y se retira para cumplir los deseos y las buenas acciones. Su fiel servidor cumple con su palabra.

—Cuentame que tal tu esposa — pregunta tomando asiento nuevamente.

—Todo bien gracias — dice sin decir nada más.

—Hace tiempo que no he visto a Annalina — extrañado pregunta.

Tomás se queda en silencio y sigue comiendo su desayuno. Buscando una respuesta clara para responderle. El Padre solo espera su respuesta ante todas estas sospechas. — Annalina siempre pregunta por usted, Padre. —confíesa y el Padre resuena. Una respuesta al que no esperaba.

—Sabes me gustaría poder verla, haz que venga a Braneghin — sugiere. —Ya se acerca el festival del fin de cosecha —alzando sus manos.

—Hare que venga, Padre — hace una reverencia.

—Cuentame abra un heredero a tu noble apellido —curioso pregunta el Padre Valentino.

Tomás se queda en un ligero silencio, no habia pensado en herederos aun. Al menos que sea con aquella joven de ojos cristalinos. Dos gotas de rocío se posan en aquellos cabellos de anochecer.

—Aun no, Padre — responde algo avergonzado. —Falta aun establecernos —excusa.

El Padre Valentino lo mira con algo de extrañeza hacía su respuesta. ¿Que querrá decir? Piensa en problemas maritiales o cuestiones de corazón, pero lo que no sabé es que en sus ojos hay otra.

Y esa otra la unica heredera de unos de los mejores arqueros de todos los tiempos. La joven al cual vive aislada por su naturaleza exótica y por su sentido crítico. Andar elegante al cual muchos proclaman su mano pero ella quiere algo mas. Algo mejor que el amor. ¿Y que sera ese deseo?

En sus ojos quiere el éxito y eso conlleva muchos riesgos. Capaz de dejar Braneghin para seguir con sus estudios con las flechas. Las flechas de cupido, las única que todos desean. La cuál a provocado tanto desdén desde décadas y años atrás. Solo nos salvará el amor que tenemos uno al otro.

—Padre ocuparemos mas fuerzas para los de la rebelión — tomo la iniciativa.

—Se aproximan —preocupado.

—Cada vez son mas de ellos — dice desconcertado viendo a la ventana.

El Padre Valentino en furia  interna oscurece su ser. Tomando el mal por sus ojos y su boca late corazón de fuego. —Te deseo la mejor de las luchas —dice dirigiendose al paradero de las flechas.

Guiado por la luz del oculo toma las tres primeras flechas encima. Toma una y se la inyecta para poder resistir toda la presión. Toma las otras dos y se las da al caballero nocturno, Tomás.

Tomás las toma con mucho valor y honor. —Las utilizaré por el bien de nuestro pueblo —alzando la frente.








CiegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora