Capítulo LVII : Litio

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¿Que tienen en común un litio con una flecha? Aún no logro saber pero pronto me daré cuenta. Hay algo en ellos que es sobre potencia y geología. Tan áspero que pensé en poder combinarlo, sólo que no sabía como.

Había algo en esa laguna que no  logro entender como paso ese caso de los gemelos. Talvez magia o un simple mito. Será que el gemelo me ha estado engañando. Había mencionado una vez que conoció a su otro óvulo pero jamás interactuaron. Lo único que efectuó fue robarles los años de desdicha que pudo haber vivido.

Es lo que se trata en mi nota anterior talvez una flecha se complementa con la otra creando otra vida. Talvez con ambas identidades casi iguales. Esto sería tanto física como psicológico para llevar a cabo el poder de la laguna.

—No comprendo — analizando presiona su cabeza. —Estará hablando sobre la reencarnación — emplea una teoría.

—General Tomás — toca la puerta Farres.

—Dime — responde.

—El juicio del señor Caridonia será el día de mañana — notifica.

—Gracias Farres — responde sin decir nada más.

Ya no le importaba el señor Caridonia para el ya esta muerto después de arrebatarle la vida a su amada. Algo si no comprende y no logra de entender que quiso decir Caridonia ese día. Con que confiesa a ver asesinado a la señorita Marren pero no a Minerva Magallanes. 

—Extraño — pensativo.

Sus ojos se han establecido en un volcán de mareas con respeto a aquel testimonio. Si dice que la señorita Marren está muerta y Minerva no, entonces porque Kim está viva y Minerva está muerta. Es algo que todavía no comprendía.

Al menos que los apuntes de Minerva Magallanes digan el veredicto sobre su asesinato pero en ello es demasiada fantasía para ser cierta.

—¿Cómo es posible? — murmulla Tomás.

Toca su cabeza con tanto dolor y sus ojos se quedan inertes ante toda esta locura que está viviendo. No entiende como es esto posible, aunque ya vio que su amada está muerta. Ahora que sólo queda creer en estos momentos en los hechos o en algo que nadie más a presenciado.

Para ello sólo quedaba hacer una cosa más. — Arreglar  ese destino al quien ha interferido — citando las palabras de Minerva. Esto equivale a hablar con el único testigo esa noche el señor Caridonia, pero no sabe que esa noche hubieron dos. Ese número dos es nada más que la bella Afrodita de este pueblo.

Creerán que es algo sobrenatural  lo que están en lo cierto pero que es posible es lo posible. Es interesante sobre ello y este fenómeno. Al ver ambos heridos creea un vínculo en el que hay más probabilidades de supervivencia. Lo cual a tendido la fortaleza de uno mantenerse en pie y el otro no.

Lo presencié en ambos gemelos a uno lo conocí desde toda mi vida y el otro cuando fui secuestrada por seis meses. Al principio fue el que me llevo pero al final me cuido. En ese lapso note varias veces la personalidad del otro gemelo en el.

No fue tan difícil saberlo por aquel caso que vi en mis ojos. Su manera de hablar y la manera en como me miraba, era más que menos que aquel joven que quemaron.

—Mi bella Minerva — lamenta al saber que su amada fue secuestrada.

Sus lágrimas invisibles caen sobre el papel en sólo pensar en como la joven pudo estar comdicionada. Se imagina en las atrocidades que hubieran hecho con ella. Tomás de repente se le ilumina el rostro al releer otra vez la carta. La carta lo decía todo no sólo sobre su experiencia sino quien era su secuestrador.

¿Cómo saberlo? Si en Braneghin residen una gran multitud. Esta claro como el agua. Su secuestrador es el gemelo de aquel joven sentenciado en la hoguera. Ese joven es nada más que menos que Nicolás.
Ahora carga un lamento de conciencia lo cual el joven decía la verdad. El no fue el de las flechas sino su gemelo.

—Quien será su gemelo? — preguntándose a si mismo demostrando una ansiedad por saber. 

Lo que el no sabe es que su presa se encuentra muy cerca pero muy cerca de su lugar. Además sobre el cuidado que debe de tener con las personas en quienes confías.

—¿Qué haces aquí? — molesta dice al abrir la puerta. Ver aquel hombre  polvoriento sucio y con su camisa de algodón manchada de suplente de flechas.

—Vine a decirte que me iré — responde con firmeza.

—No puedes — protesta saliendo afuera donde el. —Tenemos un trato — susurra.

—Ya no me importa, Annalina —responde soltando su mano.

Annalina ve como su pequeña marioneta se despega de su control. —Sabes que te amo — responde persuasivo a la vez acariciando su rostro.

—No, tu no puedes amar a nadie — apunta —Esa es tu maldición— suspira.

—Además ya me cansé flecharme para enamorarme de ti — señala.

Una taza se rompe en el rostro de Annalina ante las palabras de Matías. Todo era un engaño todos esos " Te amos " solo fueron morfina para su corazón.

—Sabes nunca serás como Nicolás — dice con coraje.

—No te has dado cuenta yo soy Nicolás y Matías — responde.

—Tu fuiste que lo mataste — recuerda.

—Al igual que tu con Minerva —voltea a verla.

Ella se debilita hasta caer en su furia por la misma envidia hacía la joven. Su mirada se transforma en cólera y euforia que revelaba su cara de asesina.

—Si fueras tu tuviera cuidado —advierte.

—Ella ya está muerta — sonreí toda sádica.

—Si... pero no sus palabras — responde sin decir nada más. Se va hacia los árboles de su propio destino.

Annalina no termina de comprender que es lo que quiso decir pero sabe que su ritmo es corto.  Más cuando estás embarazada de cinco meses. Su hijo o hija en que mundo va a vivir cuando nazca. Mejor dicho en que brazos estará.

—¿Quien era? — preocupada baja de las gradas Kim. 

Al verla bajar algo se le vino en mente una voz y el rostro de su víctima.  En su mente dice —Será ella —

—No me vas a decir o te quedarás toda petarda — responde golpeada. Al escuchar esas palabras se marchita sus dudas.

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