—Te hice una promesa de amor — pronuncia Theo al tomar su mano delicada e fría.
—Te prometí que nunca te dejaría aunque mi vida estuviera decayendo— besa su mano con delicadeza.
—Nunca hicimos esa promesa —sonreí algo incómoda pero halagada ante sus palabras.
—Yo me la hice y me prometí que nunca te dejaría de amar— susurra en su oído.
—Theo, te pido que no te enamores de mi — agacha la mirada.
—Minerva es inevitable no enamorarte de ti — levanta su rostro — recuerda que tu eres mi mayor felicidad — termina con un beso en sus labios rotos.
—Estoy seguro que encontrarás el amor en mi como yo lo encontré en ti — confiesa por última vez.
La imagen de Minerva desvanece en el aura de su destino. Todo era un sueño aquella recopilación de ese momento que vivió. Su mayor felicidad se ha ido junto la laguna pero lo que el no sabe que volverá a sus brazos una vez más.
Como explicar mi amor por Theo es como una ola tan fuerte y poderoso pero a la vez calmante y serena. No lo sé si digo que lo amo porque decir te amo es fácil pero decir yo te amo. Demuestra que hay una gran diferencia entre ambas palabras.
El es la fuente de mi destino y la única razón porque seguía aquí en el hotel Vermenevi. No es porque me maltrataban sino porque estaba a punto de escaparme con el general Tomás pero al conocer a Theo me di cuenta de mucho más. El me amaba tal y como soy y no por mi dinastía.
Lástima que lo deje sin ninguna explicación en vivo por ello te escribí como cuarenta cartas cada semana y ninguna fue respondida. Entiendo que no quisieras verme nunca más, pero debías saber la verdad de todo.
Las palabras de Minerva le dieron un desajuste emocional al saber todo lo que había ocurrido y lo que no sabía. Más sobre las flechas y el accidente del incendio. Había muchas conspiraciones que serían muy peligrosas revelar y más ahora que todo está delicado desde su muerte.
Todos estaban en luto en especial el general Tomás que a pesar de la llegada de su hijo o hija que se acercaba. No le da tanta felicidad que recordar a su única amiga que amo. La miraba como una hija desde que comenzó a entrenar y aprender sus técnicas.
—Esto es raro — pronuncia Theo al ver que su collar sigue latiendo. Sus palpitaciones cada vez aumentan como un compás en una marcha.
—¿Será que sigue viva su alma? —cuestiona sorprendido.
Sólo se imagina el rostro de ella con sus labios carnosos y ojos azules como el mar Báltico de su corazón. Caminando en la laguna cerca de los nenufares como una ninfa enamorando a cualquiera que se le acercase.
Tomás había llegado hace unos meses a la recámara de Minerva a llevar todos sus archivos como muerta de evidencia. Lo cual le ha dado varios indicios no sólo a el, sino que también al padre Valentino. Minerva había hecho varios estudios sobre las flechas lo cual deben quedar bajo llave por la misma seguridad del pueblo.
Theo recibió unas cartas escondidas por Sussie lo cual por sus celos nunca las dejó enviar a la ciudad de Granetille donde residía Minerva cuando iba de excursión. Sussie le devolvió todas sus cartas escritas por el, lo cual le perdono pero porque no sabía la dirección. Fue lo que creo Theo en un principio pero ahora su dolor crece.
—Theo debo decirte algo antes de irme — llama a Theo con una voz alterada y preocupada. El nota su tono de voz de inmediato.
—Dime que ocurre — preocupado responde.
—Puedo verte en la plaza central en el café Leugure a las cuatro y media de la tarde — responde alarmada.
—Seguro, te veré allí — responde sin dudar.
—Vale, nos vemos — cuelga la llamada sin decir nada más.
Theo nota ese extraño comportamiento en ella, lo cual es muy raro en ella. Siempre termina sus llamada con un "Te quiero " , "Feliz tarde " o un simple "Adiós " pero esta vez fue muy seca.
Al llegar a la plaza central a unas seis cuadras del hotel Vermenevi. Theo ve a Sussie tan desecha y radiante a la vez. Sus vestidos de alta costura en telas finas y maquillaje sofisticado. Totalmente diferente a la joven que conoció con sus vestidos blancos de algodón y maquillaje corrido o natural. Su rostro estaba desecho y bajado como si alguien le diera la mayor ofensa del mundo.
—Toma asiento — dice con seriedad y Theo obedece a dicha acción. Frente a frente ambos por una última vez.
—Te reuní aquí porque debo decirte algo — explica.
—Si fue por el último día, perdóname — responde de inmediato lamentado.
—No es por eso, Theo — sonríe apenada y ruborizada. —La razón porque te pedí que vinieras aquí es porque debo decirte algo — explica cambiado la expresión de su rostro.
—Dime que es — toma su mano.
—Es algo que llevo ocultandote por mucho tiempo — suspira.
—Sólo dime — sonríe —que tan malo puede ser — agrega sin reflejar ninguna molestia.
Sussie baja la mirada demostrando sus nervios y viendo a otro lado. Theo coloca su mano en su mejilla limpiado una lágrima derramada.
—Sólo dime — sonríe. Sussie da un gran suspiro y comienza a dejar todo el veneno que escondía.
—Te acuerdas que te dije que las cartas que le enviabas a Minerva — nerviosa asiente.
—Si — responde
—Bueno te dije que no sabía la correspondencia —
—No es tu culpa— aclara —Como demonios íbamos saber que estaba en Granetille — ríe tratando de animarla.
—Lo cual es cierto que no estaba allí pero luego ella envío sus cartas aquí — confiesa.
—¿Cómo así? — confundido —No fue que Tomás te las dio — responde Theo intrigado.
—No — responde.
—Entonces quien fue que te las dio — alterado responde. Sussie sella sus labios con el llanto de su corazón. —Sussie dime — ordena.
—¡Fui yo! — exaltada confiesa.
Theo queda sorprendido ante la reacción de Sussie. Lo cual ambos quedan en silencio sólo en escucha de los llantos remordidos de Sussie.
—Ella los mandaba aquí en el hotel — corta en un llanto largo —pues yo los escondi todo este tiempo —termina de explicar.
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Ciego
FantasyUna ciudad consumida por la bendición más grande de los mitos. Consumida por la avaricia y la codicia de tener su poder así olvidar el dolor que sufren. Una historia que rodea a lo que conlleva ese poder, el poder de amar por el peligro que conlleva...